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MANUAL DE PRUEBA PERICIAL_Suprema Corte

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Manual de prueba pericial

más serios, conductas tan graves como no dar a conocer al acusado evidencia

favorable a su caso, fabricar evidencia forense en su contra o presentar la opinión

forense de manera que asista indebidamente al trabajo de las policías o las y

los fiscales, entre otras. 54

La dimensión más obvia de este problema se produce en los casos que se podrían

identificar como “manzanas podridas”, es decir, casos en que el problema no está

en deficiencias específicas de una persona experta, sino que más bien es producto

de comportamien tos explícitamente orientados a causar un error. Si bien hay

casos muy graves de mal comportamien to documentados en países como Estados

Unidos 55 e Inglaterra, 56 donde algunas personas expertas han tenido influencia

decisiva en decenas o centenas de casos a lo largo de varios años de trabajo, existe

54

Cf. Naughton, op. cit., p. 65. En el último de estos tres comportamien tos inadecuados de las personas

peritas, asistir indebidamente a la policía o fiscales, se producen intersecciones con el segundo de los

problemas descritos, es decir, el de prestar testimonio inválido a juicio. Los casos del doctor Meadow

en Inglaterra o del doctor Smith en Canadá muestran cómo el problema de ellos no fue solo de errores en

la forma en que presentaron resultados de sus pericias en los juicios en que participaron, sino también que

ellos compartían una cierta concepción de su función que los llevaba a estar dispuestos a ir más allá de

lo que el buen juicio científico exigía. En esta línea está Freckelton et al., op. cit., p. 69.

55

Algunos de los casos más famosos y extremos conocidos son los de Fred Zain y Joyce Gilchrist. Zain

trabajó por 13 años en el laboratorio de la policía de Virginia Occidental en Estados Unidos, donde

llegó incluso a ser supervisor de la unidad de sereología. Durante estos años prestó testimonio clave para

la condena de diversos acusados en su estado y en Texas. Luego de una serie de exoneraciones logradas

por medio de ADN de personas respecto de las cuales él había declarado su culpabilidad, la Corte

Suprema de Virginia Occidental inició una investigación en su contra. Por medio de esta, se descubrieron

más condenas erróneas producto de su testimonio y un conjunto enorme de irregularidades en su trabajo

que dieron cuenta de un problema no casual, sino sistémico, en su desempeño. Más detalles sobre

este caso pueden verse en Naughton, op. cit., pp. 65-66 y Garrett, Convicting, op. cit., pp. 252-255. Por su

parte, Gilchrist fue una química que trabajó como analista y luego supervisora a cargo de la unidad

de sereología del laboratorio forense de la ciudad de Oklahoma, perteneciente a la policía de la misma

ciudad, entre 1980 y 2001, año en el que fue despedida. Se le atribuye haber prestado testimonio experto

con serios problemas, incluyendo falsificación de evidencia, en 23 casos de inocentes condenados a

muerte, 11 de los cuales fueron ejecutados. Más información puede verse en el reportaje de Luscombe,

When Evidence Lies”, en Times Magazine. Casos más recientes son los de Sonja Farak y Annie Dookham,

quienes falsificaron masivamente trabajo en diversos laboratorios del estado de Massachussets, en

Estados Unidos, lo que ha llevado a que las cortes del Estado hayan anulado, hasta hoy, más de 40 000

condenas basadas en su trabajo, V. Garrett, Autopsy of a crime, p. 140. Estos casos dieron origen, en el

2020, a una serie documental de la plataforma Netflix denominada Los problemas de la química. V.

<https://www.netflix.com/cl/title/80233339>.

56

Naughton, op. cit., pp. 66-68, menciona como ejemplo el caso de Frank Skuse, forense del Home

Office británico quien prestó testimonio en el famoso caso de la condena de inocentes conocido como

los seis de Birmingham.

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