Régimen Jurídico del Derecho Particular y las Obligaciones en el ...

Podemos convenir que en técnica jurídica la fuerza se denomina así cuando
recae en las cosas, y pasa a llamarse violencia, cuando se dirige a las
personas.
La fuerza para viciar el consentimiento debe ser capaz de producir una
impresión fuerte en una persona de sano juicio, teniéndose en cuenta su edad,
sexo y condición, conforme lo señala el Art., 1.472 del C.C, lo que nos lleva a lo
conclusión de que no todo acto de fuerza es capaz de viciar el consentimiento,
y de otro lado, a la reflexión en el sentido de que al respecto no existen recetas
o reglas preestablecidas y precisas acerca de los actos constitutivos de esta
clase de vicio. Un mismo tipo de violencia dirigido a una persona puede ser
capaz de viciar el consentimiento, mientras que con una relación a otra
persona, puede no serlo. Explicado en otra forma: Un acto de amenaza o
imaginación hecho por un hombre joven y atlético contra otro similar, puede no
causar la grave impresión que exige la disposición jurídica; en tanto que, si ese
mismo hecho se lo ha dirigido en contra de una anciana o de una mujer
grávida, de seguro si conseguiría el propósito del agresor y por lo mismo
viciaría el acto jurídico resultante.
El temor reverencial o de desagradar a las personas a quienes se debe su
misión y respeto, no vicia el consentimiento.
Siguiendo con las reglas de nuestro Código, basta que se haya empleado la
fuerza por cualquier persona con el fin de obtener el consentimiento, para que
el vicio exista (Art. 1.473), de cuya regla colegimos que la fuerza puede ser
actual o inminente, directa o indirecta, no siendo requisito para la justificación
del vicio, que hubiere sido ejercida por el beneficiario del quebrantamiento del
consentimiento.
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