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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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—Mierda.<br />

La esposa levantó entonces el plato y le dijo con su santa dulzura:<br />

—Aquí la tienes.<br />

La historia dice que el propio marido se convenció entonces de la santidad de<br />

la esposa y se convirtió a la fe de Cristo.<br />

La nueva botica de Barranquilla fue un fracaso espectacular, atenuado apenas<br />

por la rapidez con que mi padre lo presintió. Después de varios meses de<br />

defenderse al por menor, abriendo dos huecos <strong>para</strong> tapar uno, se reveló más<br />

errático de lo que parecía hasta entonces. Un día hizo sus alforjas y se fue a<br />

buscar las fortunas yacentes en los pueblos menos pensados del río<br />

Magdalena. Antes de irse me llevó con sus socios y amigos y les hizo saber<br />

con una cierta solemnidad que a falta de él estaría yo. Nunca supe si lo dijo en<br />

chanza, <strong>com</strong>o le gustaba decirlo aun en ocasiones graves, o si lo dijo en serio<br />

<strong>com</strong>o le divertía decirlo en ocasiones banales. Supongo que cada quien lo<br />

entendió <strong>com</strong>o quiso, pues a los doce años yo era raquítico y pálido y apenas<br />

bueno <strong>para</strong> dibujar y cantar. La mujer que nos fiaba la leche le dijo a mi madre<br />

delante de todos, y de mí, sin una pizca de maldad:<br />

—Perdone que se lo diga, señora, pero creo que este niño no se le va a criar.<br />

El susto me dejó por largo tiempo a la espera de una muerte repentina, y<br />

soñaba a menudo que al mirarme en el espejo no me veía a mí mismo sino a<br />

un ternero de vientre. El médico de la escuela me diagnosticó paludismo,<br />

amigdalitis y bilis negra por el abuso de lecturas mal dirigidas. No traté de<br />

aliviar la alarma de nadie. Al contrario, exageraba mi condición de minusválido<br />

<strong>para</strong> eludir deberes. Sin embargo, mi padre se saltó la ciencia a la torera y<br />

antes de irse me proclamó responsable de casa y familia durante su ausencia:<br />

—Como si fuera yo mismo.<br />

El día del viaje nos reunió en la sala, nos dio instrucciones y regaños<br />

preventivos por lo que pudiéramos hacer mal en ausencia suya, pero nos

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