24.04.2013 Views

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

numérico hasta donde me alcanzara el alma. Lo que todavía hoy me aterra es<br />

que estuve a punto de cumplirlo en los dos años finales, y en el resto de mi<br />

vida no he podido establecer si me sirvió de algo.<br />

Los amaneceres del dormitorio tenían un sospechoso parecido con la felicidad,<br />

salvo por la campana mortífera que sonaba a rebato —<strong>com</strong>o solíamos decir—<br />

a las seis de la medianoche. Sólo dos o tres débiles mentales saltaban de la<br />

cama <strong>para</strong> coger los primeros turnos frente a las seis duchas de agua glacial<br />

en el baño del dormitorio. El resto aprovechábamos <strong>para</strong> exprimir las últimas<br />

gotitas de sueño hasta que el maestro de turno recorría el salón arrancando las<br />

mantas de los dormidos. Era una hora y media de intimidad destapada <strong>para</strong><br />

poner la ropa en orden, lustrar los zapatos, darnos una ducha con el hielo<br />

líquido del tubo sin regadera, mientras cada cual se desahogaba a gritos de<br />

sus frustraciones y se burlaba de las ajenas, se violaban secretos de amores,<br />

se ventilaban negocios y pleitos, y se concertaban los cambalaches del<br />

<strong>com</strong>edor. Tema matinal de discusiones constantes era el capítulo leído la<br />

noche anterior.<br />

Guillermo Granados daba rienda suelta desde el amanecer a sus virtudes de<br />

tenor con su inagotable repertorio de tangos. Con Ricardo González Ripoll, mi<br />

vecino en el dormitorio, cantábamos a dúo guarachas caribes al ritmo del trapo<br />

con que lustrábamos los zapatos en la cabecera de la cama, mientras mi<br />

<strong>com</strong>padre Sabas Caravallo recorría el dormitorio de un extremo al otro <strong>com</strong>o su<br />

madre lo parió, con la toalla colgada de su verga de cemento armado.<br />

Si hubiera sido posible, una buena cantidad de internos habríamos escapado<br />

en las madrugadas <strong>para</strong> cumplir citas propuestas los fines de semana. No<br />

había guardias nocturnas ni maestros de dormitorios, salvo el de turno por<br />

semanas. Y el portero eterno del liceo, Riverita, que en realidad dormía<br />

despierto a toda hora mientras cumplía sus deberes diarios. Vivía en el cuarto<br />

del zaguán y cumplía bien con su oficio, pero en las noches podíamos<br />

destrancar los bastos portones de iglesia, ajustarlos sin ruido, gozar la noche<br />

en casa ajena y regresar poco antes del amanecer por las calles glaciales.<br />

Nunca se supo si Riverita dormía en verdad <strong>com</strong>o el muerto que parecía ser, o<br />

si era su manera gentil de ser cómplice de sus muchachos. No eran muchos

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!