24.04.2013 Views

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Se reposó en silencio, de medio lado, mirándome fijo a los ojos y yo le sostenía<br />

la mirada con la ilusión de volver a empezar, ahora sin susto y con más tiempo.<br />

De pronto me dijo que no me cobraba los dos pesos de su servicio porque yo<br />

no iba pre<strong>para</strong>do. Luego se tendió bocarriba y me escrutó la cara.<br />

—Además —me dijo—, eres el hermano juicioso de Luis Enrique, ¿no es<br />

cierto? Tienen la misma voz. Tuve la inocencia de preguntarle por qué lo<br />

conocía.<br />

—No seas bobo —se rió ella—. Si hasta tengo aquí un calzoncillo suyo que le<br />

tuve que lavar la última vez.<br />

Me pareció una exageración por la edad de mi hermano, pero cuando me lo<br />

mostró me di cuenta de que era cierto. Luego saltó desnuda de la cama con<br />

una gracia de ballet, y mientras se vestía me explicó que en la puerta siguiente<br />

de la casa, a la izquierda, estaba don Eligió Molina. Por fin me preguntó:<br />

—¿Es tu primera vez, no es cierto? El corazón me dio un salto.<br />

—Qué va —le mentí—, llevo ya <strong>com</strong>o siete.<br />

—De todos modos —dijo ella con un gesto de ironía—, deberías decirle a tu<br />

hermano que te enseñe un poquito.<br />

El estreno me dio un impulso vital. Las vacaciones eran de diciembre a febrero,<br />

y me pregunté cuántas veces dos pesos debería conseguir <strong>para</strong> volver con ella.<br />

Mi hermano Luis Enrique, que ya era un veterano del cuerpo, se reventaba de<br />

risa porque alguien de nuestra edad tuviera que pagar por algo que hacían dos<br />

al mismo tiempo y los hacía felices a ambos.<br />

Dentro del espíritu feudal de La Mojana, los señores de la tierra se <strong>com</strong>placían<br />

en estrenar a las vírgenes de sus feudos y después de unas cuantas noches de<br />

mal uso las dejaban a merced de su suerte. Había <strong>para</strong> escoger entre las que<br />

salían a cazarnos en la plaza después de los bailes. Sin embargo, todavía en<br />

aquellas vacaciones me causaban el mismo miedo que el teléfono y las veía<br />

pasar <strong>com</strong>o nubes en el agua. No tenía un instante de sosiego por la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!