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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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por inercia. Llegué tan lejos en esa fiebre de imitación, que me había propuesto<br />

la tarea de parodiar en su orden cada uno de los cuarenta sonetos de Garcilaso<br />

de la Vega. Escribía, además, los que algunos internos me pedían <strong>para</strong><br />

dárselos <strong>com</strong>o suyos a sus novias dominicales. Una de ellas, en absoluto<br />

secreto, me leyó emocionada los versos que su pretendiente le dedicó <strong>com</strong>o<br />

escritos por él.<br />

Carlos Martín nos concedió un pequeño depósito en el segundo patio del liceo<br />

con las ventanas clausuradas por seguridad. Éramos unos cinco miembros que<br />

nos poníamos tareas <strong>para</strong> la reunión siguiente. Ninguno de ellos hizo carrera<br />

de escritor pero no se trataba de eso sino de probar las posibilidades de cada<br />

quien. Discutíamos las obras de los otros, y llegábamos a irritarnos tanto <strong>com</strong>o<br />

si fueran partidos de futbol. Un día Ricardo González Ripoll tuvo que salir en<br />

medio de un debate, y sorprendió al rector con la oreja en la puerta <strong>para</strong><br />

escuchar la discusión. Su curiosidad era legítima porque no le parecía verosímil<br />

que dedicáramos nuestras horas libres a la literatura.<br />

A fines de marzo nos llegó la noticia de que el antiguo rector, don Alejandro<br />

Ramos, se había dis<strong>para</strong>do un tiro en la cabeza en el Parque Nacional de<br />

Bogotá. Nadie se conformó con atribuirlo a su carácter solitario y tal vez<br />

depresivo, ni se entendió un motivo razonable <strong>para</strong> suicidarse detrás del<br />

monumento del general Rafael Uribe Uribe, un guerrero de cuatro guerras<br />

civiles y político liberal que fue asesinado de un hachazo por dos fanáticos en<br />

el atrio del Capitolio. Una delegación del liceo encabezada por el nuevo rector<br />

asistió al entierro del maestro Alejandro Ramos, que quedó en la memoria de<br />

todos <strong>com</strong>o el adiós a otra época.<br />

El interés por la política nacional era bastante escaso en el internado. En la<br />

casa de mis abuelos oí decir demasiado que la única diferencia entre los dos<br />

partidos después de la guerra de los Mil Días era que los liberales iban a la<br />

misa de cinco <strong>para</strong> que no los vieran y los conservadores a la misa de ocho<br />

<strong>para</strong> que los creyeran creyentes. Sin embargo, las diferencias reales<br />

empezaron a sentirse de nuevo treinta años después, cuando el Partido<br />

Conservador perdió el poder y los primeros presidentes liberales trataban de<br />

abrir el país a los nuevos vientos del mundo. El Partido Conservador, vencido

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