24.04.2013 Views

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

que las muchachas que suspiraban por él lo trataban <strong>com</strong>o a un actor de cine<br />

desarmado por la sotana.<br />

Diez años después, cuando regresó a Bogotá, había asumido en cuerpo y alma<br />

el carácter de su investidura pero conservaba sus mejores virtudes de<br />

adolescente. Yo era entonces escritor y periodista sin título, casado y con un<br />

hijo, Rodrigo, que había nacido el 24 de agosto de 1959 en la clínica Palermo<br />

de Bogotá. En familia decidimos que fuera Camilo quien lo bautizara. El padrino<br />

sería Plinio Apuleyo Mendoza, con quien mi esposa y yo habíamos contraído<br />

desde antes una amistad de <strong>com</strong>padres. La madrina fue Susana Linares, la<br />

esposa de Germán Vargas, que me había transmitido sus artes de buen<br />

periodista y mejor amigo. Camilo era más cercano de Plinio que nosotros, y<br />

desde mucho antes, pero no quería aceptarlo <strong>com</strong>o padrino por sus afinidades<br />

de entonces con los <strong>com</strong>unistas, y quizás también por su espíritu burlón que<br />

bien podía estropear la solemnidad del sacramento. Susana se <strong>com</strong>prometió a<br />

hacerse cargo de la formación espiritual del niño, y Camilo no encontró o no<br />

quiso encontrar otros argumentos <strong>para</strong> cerrarle el paso al padrino.<br />

El bautismo se llevó a cabo en la capilla de la clínica Palermo, en la penumbra<br />

helada de las seis de la tarde, sin nadie más que los padrinos y yo, y un<br />

campesino de ruana y alpargatas que se acercó <strong>com</strong>o levitando <strong>para</strong> asistir a la<br />

ceremonia sin hacerse notar. Cuando Susana llegó con el recién nacido, el<br />

padrino incorregible soltó en broma la primera provocación:<br />

—Vamos a hacer de este niño un gran guerrillero.<br />

Camilo, pre<strong>para</strong>ndo los bártulos del sacramento, contraatacó en el mismo tono:<br />

«Sí, pero un guerrillero de Dios». E inició la ceremonia con una decisión del<br />

más grueso calibre, inusual por <strong>com</strong>pleto en aquellos años:<br />

—Voy a bautizarlo en español <strong>para</strong> que los incrédulos entiendan lo que<br />

significa este sacramento.<br />

Su voz resonaba con un castellano altisonante que yo seguía a través del latín<br />

de mis tiernos años de monaguillo en Aracataca. En el momento de la ablución,<br />

sin mirar a nadie, Camilo inventó otra fórmula provocadora:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!