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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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Fue el primer caso de la vida real que me revolvió los instintos de escritor y aún<br />

no he podido conjurarlo. Desde que tuve uso de razón me di cuenta de la<br />

magnitud y el peso que aquel drama tenía en nuestra casa, pero sus<br />

pormenores se mantenían entre brumas. Mi madre, con apenas tres años, lo<br />

recordó siempre <strong>com</strong>o un sueño improbable. Los adultos lo embrollaban<br />

delante de mí <strong>para</strong> confundirme, y nunca pude armar el acertijo porque cada<br />

quien, de ambos lados, colocaba las piezas a su modo. La versión más<br />

confiable era que la madre de Medardo Pacheco lo había instigado a que<br />

vengara su honra, ofendida por un <strong>com</strong>entario infame que le atribuían a mi<br />

abuelo. Éste lo desmintió <strong>com</strong>o un infundio y les dio satisfacciones públicas a<br />

los ofendidos, pero Medardo Pacheco persistió en el encono y terminó por<br />

pasar de ofendido a ofensor con un grave insulto al abuelo sobre su conducta<br />

de liberal. Nunca supe a ciencia cierta cuál fue. Herido en su honor, el abuelo lo<br />

desafió a muerte sin fecha fija.<br />

Desmintió <strong>com</strong>o un infundio y les dio satisfacciones públicas a los ofendidos,<br />

pero Medardo Pacheco persistió en el encono y terminó por pasar de ofendido<br />

a ofensor con un grave insulto al abuelo sobre su conducta de liberal. Nunca<br />

supe a ciencia cierta cuál fue. Herido en su honor, el abuelo lo desafió a muerte<br />

sin fecha fija.<br />

Una muestra ejemplar de la índole del coronel fue el tiempo que dejó pasar<br />

entre el desafío y el duelo.<br />

Arregló sus asuntos con un sigilo absoluto <strong>para</strong> garantizar la seguridad de su<br />

familia en la única alternativa que le de<strong>para</strong>ba el destino: la muerte o la cárcel.<br />

Empezó por vender sin la menor prisa lo poco que le quedó <strong>para</strong> subsistir<br />

después de la última guerra: el taller de platería y una pequeña finca que<br />

heredó de su padre, en la cual criaba chivos de sacrificio y cultivaba una<br />

parcela de caña de azúcar. Al cabo de seis meses guardó en el fondo de un<br />

armario la plata reunida, y esperó en silencio el día que él mismo se había<br />

señalado: 12 de octubre de 1908, aniversario del descubrimiento de América.<br />

Medardo Pacheco vivía en las afueras del pueblo, pero el abuelo sabía que no<br />

podía faltar aquella tarde a la procesión de la Virgen del Pilar. Antes de salir a

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