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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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mangas de camisa y con tirantes rojos de fantasía. Revisó las notas de mi<br />

examen con una atención profesional, dudó una o dos veces y por fin respiro.<br />

—No está mal —dijo <strong>para</strong> sí mismo—. Salvo en matemáticas, pero te<br />

escapaste por un pelo gracias al cinco en dibujo.<br />

Se echó hacia atrás en la silla de resortes y me preguntó en qué colegio había<br />

pensado.<br />

Fue uno de mis sustos históricos, pero no vacilé:<br />

—San Bartolomé, aquí en Bogotá. Él puso la palma de la mano sobre una pila<br />

de papeles que tenía en el escritorio.<br />

—Todo esto son cartas de pesos pesados que re<strong>com</strong>iendan a hijos, parientes y<br />

amigos <strong>para</strong> colegios de aquí dijo. Se dio cuenta de que no tenía que haberlo<br />

dicho, y prosiguió: Si me permites que te ayude, lo que más te conviene es el<br />

Liceo Nacional de Zipaquirá, a una hora de tren.<br />

Lo único que sabía de esa ciudad histórica era que tenia minas de sal. Gómez<br />

Támara me explicó que era un colegio colonial expropiado a una <strong>com</strong>unidad<br />

religiosa por una reforma liberal reciente, y ahora tenía una nómina espléndida<br />

de maestros jóvenes con una mentalidad moderna. Pensé que mi deber era<br />

sacarlo de dudas.<br />

—Mi papá es godo —le advertí. Soltó la risa.<br />

—No seas tan serio —dijo—. Digo liberal en el sentido de pensamiento amplio.<br />

Enseguida recobró su estilo propio y decidió que mi suerte estaba en aquel<br />

antiguo convento del siglo XVII, convertido en colegio de incrédulos en una villa<br />

soñolienta donde no había más distracciones que estudiar. El viejo claustro, en<br />

efecto, se mantenía impasible ante la eternidad. En su primera época tenía un<br />

letrero tallado en el pórtico de piedra: El principio de la sabiduría es el temor de<br />

Dios. Pero la divisa fue cambiada por el escudo de Colombia cuando el<br />

gobierno liberal del presidente Alfonso López Pumarejo nacionalizó la<br />

educación en 1936. Desde el zaguán, mientras me reponía de la asfixia por el

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