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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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de la gente. Sobre todo de la que quería menos. Sin embargo, su virtud más<br />

distinguida de hombre público fue su poder asombroso <strong>para</strong> crear situaciones<br />

históricas con una sola frase.<br />

Con el tiempo logramos una buena amistad, pero en la universidad no fui el<br />

más asiduo y aplicado, y mi timidez irredimible mantenía una distancia<br />

insalvable, en especial con la gente que admiraba. Por todo esto me sorprendió<br />

tanto que me llamara al examen final de primer año, a pesar de mis faltas de<br />

asistencia que me habían merecido una reputación de alumno invisible.<br />

Apelé a mi viejo truco de desviar el tema con recursos retóricos. Me di cuenta<br />

de que el maestro era consciente de mi astucia, pero tal vez la apreciaba <strong>com</strong>o<br />

un recreo literario. El único tropiezo fue que en la agonía del examen usé la<br />

palabra prescripción y él se apresuró a pedirme que la definiera <strong>para</strong><br />

asegurarse de que yo sabía de qué estaba hablando.<br />

—Prescribir es adquirir una propiedad por el transcurso del tiempo —le dije.<br />

Él me preguntó de inmediato:<br />

—¿Adquirirla o perderla?<br />

Era lo mismo, pero no le discutí por mi inseguridad congénita, y creo que fue<br />

una de sus célebres bromas de sobremesa, porque en la calificación no me<br />

cobró la duda. Años después le <strong>com</strong>enté el incidente y no lo recordaba, por<br />

supuesto, pero entonces ni él ni yo estábamos seguros siquiera de que el<br />

episodio fuera cierto.<br />

Ambos encontramos en la literatura un buen remanso <strong>para</strong> olvidarnos de la<br />

política y los misterios de la prescripción, y en cambio descubríamos libros<br />

sorprendentes y escritores olvidados en conversaciones infinitas que a veces<br />

terminaron por desbaratar visitas y exasperar a nuestras esposas. Mi madre<br />

me había convencido de que éramos parientes, y así era. Sin embargo, mejor<br />

que cualquier vínculo extraviado nos identificaba nuestra pasión <strong>com</strong>ún por los<br />

cantos vallenatos.

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