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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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mismo techo. Vivía en la población de Sincé, donde había nacido, y estaba<br />

criando a su prole con las uñas y con un ánimo independiente y alegre que bien<br />

hubiéramos querido sus nietos <strong>para</strong> un Domingo de Ramos. <strong>Gabriel</strong> Eligio era<br />

un ejemplar distinguido de aquella estirpe descamisada. Desde los diecisiete<br />

años había tenido cinco amantes vírgenes, según le reveló a mi madre <strong>com</strong>o<br />

un acto de penitencia en su noche de bodas a bordo de la azarosa goleta de<br />

Riohacha vapuleada por la borrasca. Le confesó que con una de ellas, siendo<br />

telegrafista en la población de Achí a los dieciocho años, había tenido un hijo,<br />

Abelardo, que iba a cumplir tres. Con otra, siendo telegrafista de Ayapel, a los<br />

veinte años, tenía una hija de meses a la que no conocía y se llamaba Carmen<br />

Rosa. A la madre de ésta le había prometido volver <strong>para</strong> casarse, y mantenía<br />

vivo el <strong>com</strong>promiso cuando se le torció el rumbo de la vida por el amor de Luisa<br />

Santiaga. Al mayor lo había reconocido ante notario, y más tarde lo haría con la<br />

hija, pero no eran más que formalidades bizantinas sin consecuencia alguna<br />

ante la ley. Es sorprendente que aquella conducta irregular pudiera causarle<br />

inquietudes morales al coronel <strong>Márquez</strong>, que además de sus tres hijos oficiales<br />

había tenido otros nueve de distintas madres, antes y después del matrimonio,<br />

y todos eran recibidos por su esposa <strong>com</strong>o si fueran suyos.<br />

No me es posible establecer cuándo tuve las primeras noticias de estos<br />

hechos, pero en todo caso las transgresiones de los antepasados no me<br />

importaban <strong>para</strong> nada. En cambio, los nombres de la familia me llamaban la<br />

atención porque me parecían únicos. Primero los de la línea materna:<br />

Tranquilina, Wenefrida, Francisca Simodosea. Más tarde, el de mi abuela<br />

paterna: Argemira, y los de sus padres: Lozana y Aminadab. Tal vez de allí me<br />

viene la creencia firme de que los personajes de mis novelas no caminan con<br />

sus propios pies mientras no tengan un nombre que se identifique con su modo<br />

de ser.<br />

Las razones contra <strong>Gabriel</strong> Eligio se agravaban por ser miembro activo del<br />

Partido Conservador, contra el cual había peleado sus guerras el coronel<br />

Nicolás <strong>Márquez</strong>. La paz estaba hecha sólo a medias desde la firma de los<br />

acuerdos de Neerlandia y Wisconsin, pues el centralismo primíparo seguía en<br />

el poder y había de pasar todavía mucho tiempo antes de que godos y liberales

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