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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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El vale se volvió histórico años después cuando Víctor Cohen lo mostraba a<br />

sus amigos y visitantes, no <strong>com</strong>o un documento acusador sino <strong>com</strong>o un trofeo.<br />

La última vez que lo vi tenía casi cien años y era espigado y lúcido, y con el<br />

humor intacto. En el bautizo de un hijo de mi <strong>com</strong>adre Consuelo<br />

Araujonoguera, del cual fui padrino, volví a ver el vale impagado casi cincuenta<br />

años después. Víctor Cohen se lo mostró a todo el que quiso verlo, con la<br />

gracia y la fineza de siempre. Me sorprendió la pulcritud del documento escrito<br />

por él, y la enorme voluntad de pagar que se notaba en la desfachatez de mi<br />

firma. Víctor lo celebró aquella noche bailando un paseo vallenato con una<br />

elegancia colonial <strong>com</strong>o nadie lo había bailado desde los años de Francisco el<br />

Hombre. Al final, muchos amigos me agradecieron que no hubiera pagado a<br />

tiempo el vale que dio origen a aquella noche impagable.<br />

La magia seductora del doctor Villegas daría todavía <strong>para</strong> más, pero no con los<br />

libros. No es posible olvidar la maestría señorial con que toreaba a los<br />

acreedores y la felicidad con que ellos entendían sus razones <strong>para</strong> no pagar a<br />

tiempo. El más tentador de sus temas de entonces tenía que ver con la novela<br />

Se han cerrado los caminos, de la escritora barranquillera Olga Salcedo de<br />

Medina, que había provocado un alboroto más social que literario pero con<br />

escasos precedentes regionales. Inspirado por el éxito de El derecho de nacer,<br />

que seguí con atención creciente durante todo el mes, había pensado que<br />

estábamos en presencia de un fenómeno popular que los escritores no<br />

podíamos ignorar. Sin mencionar siquiera la deuda pendiente se lo había<br />

<strong>com</strong>entado a Villegas a mi regreso de Valledupar, y él me propuso que<br />

escribiera la adaptación con la malicia bastante <strong>para</strong> triplicar el vasto auditorio<br />

ya amarrado por el drama radial de Félix B. Caignet.<br />

Hice la adaptación <strong>para</strong> la transmisión radiofónica en una encerrona de dos<br />

semanas que me parecieron mucho más reveladoras de lo previsto, con<br />

medidas de diálogos, grados de intensidad y situaciones y tiempos fugaces que<br />

no se parecían a nada de cuanto había escrito antes. Con mi inexperiencia en<br />

el diálogo —que sigue sin ser mi fuerte—, la prueba fue valiosa y más la<br />

agradecí por el aprendizaje que por la ganancia. Sin embargo, tampoco en eso<br />

tenía quejas, porque Villegas me adelantó la mitad en efectivo y se

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