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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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terminaba todo, y sólo el talento negociador de Espitia nos puso a salvo de la<br />

expulsión.<br />

Fue una buena época del liceo y la menos prometedora del país. La<br />

imparcialidad de Lleras, sin proponérselo, aumentó la tensión que empezaba a<br />

sentirse por primera vez en el colegio. Sin embargo, hoy me doy cuenta de que<br />

estaba desde antes dentro de mí, pero que sólo entonces empecé a tomar<br />

conciencia del país en que vivía. Algunos maestros que trataban de<br />

mantenerse imparciales desde el año anterior no pudieron lograrlo en las<br />

clases, y soltaban ráfagas indigestas sobre sus preferencias políticas. En<br />

especial desde que empezó la campaña dura <strong>para</strong> la sucesión presidencial.<br />

Cada día era más evidente que con Gaitán y Turbay al mismo tiempo, el<br />

Partido Liberal perdería la presidencia de la República después de veinticinco<br />

años de gobiernos absolutos. Eran dos candidatos tan adversos <strong>com</strong>o si fueran<br />

de dos partidos distintos, no sólo por sus pecados propios, sino por la<br />

determinación sangrienta del conservatismo, que lo había visto claro desde el<br />

primer día: en vez de Laureano Gómez, impuso la candidatura de Ospina<br />

Pérez, que era un ingeniero millonario con una fama bien ganada de patriarca.<br />

Con el liberalismo dividido y el conservatismo unido y armado, no había<br />

alternativa: Ospina Pérez fue elegido.<br />

Laureano Gómez se preparó desde entonces <strong>para</strong> sucederlo con el recurso de<br />

utilizar las fuerzas oficiales con una violencia en toda la línea. Era otra vez la<br />

realidad histórica del siglo XIX, en el que no tuvimos paz sino treguas efímeras<br />

entre ocho guerras civiles generales y catorce locales, tres golpes de cuartel y<br />

por último la guerra de los Mil Días, que dejó unos ochenta mil muertos de<br />

ambos bandos en una población de cuatro millones escasos. Así de simple: era<br />

todo un programa <strong>com</strong>ún <strong>para</strong> retroceder cien años.<br />

El profesor Giraldo, ya al final del curso, hizo conmigo una excepción flagrante<br />

de la cual no acabo de avergonzarme. Me preparó un cuestionario simple <strong>para</strong><br />

rehabilitar el álgebra perdida desde el cuarto año, y me dejó solo en la oficina<br />

de los maestros con todas las trampas a mi alcance. Volvió ilusionado una hora<br />

después, vio el resultado catastrófico y anuló cada página con una cruz de

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