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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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Eligió no nacieron otros fue gracias a Margot, que impuso su autoridad cuando<br />

regresó del internado y mi madre cumplió la promesa de no tener un hijo más.<br />

Por desgracia, la realidad había tenido tiempo de interponer otros planes con<br />

las dos hermanas mayores, que se quedaron solteras de por vida. Aída, <strong>com</strong>o<br />

en las novelitas rosas, ingresó en un convento de cadena perpetua, al que<br />

renunció después de veintidós años con todas las de la ley, cuando ya no<br />

encontró al mismo Rafael ni a ningún otro a su alcance. Margot, con su<br />

carácter rígido, perdió el suyo por un error de ambos. Contra precedentes tan<br />

tristes, Rita se casó con el primer hombre que le gustó, y fue feliz con cinco<br />

hijos y nueve nietos. Las otras dos —Ligia y Emi— se casaron con quienes<br />

quisieron cuando ya los padres se habían cansado de pelear contra la vida<br />

real.<br />

Las angustias de la familia parecían ser parte de la crisis que vivía el país por<br />

la incertidumbre económica Y el desangre por la violencia política, que había<br />

llegado a Sucre <strong>com</strong>o una estación siniestra, y entró a la casa en puntillas, pero<br />

con paso firme. Ya <strong>para</strong> entonces nos habíamos <strong>com</strong>ido las escasas reservas,<br />

y éramos tan pobres <strong>com</strong>o lo habíamos sido en Barran quilla antes del viaje a<br />

Sucre. Pero mi madre no se inmutaba, por su certidumbre ya probada de que<br />

todo niño trae su pan bajo el brazo. Ése era el estado de la casa cuando llegué<br />

de Cartagena, convaleciente de la pulmonía, pero la familia se había<br />

confabulado a tiempo <strong>para</strong> que no lo notara.<br />

La <strong>com</strong>idilla de dominio público en el pueblo era una supuesta relación de<br />

nuestro amigo Cayetano Gentile con la maestra de escuela del cercano caserío<br />

de Chaparral, una bella muchacha de condición social distinta de la suya, pero<br />

muy seria y de una familia respetable. No era raro: Cayetano fue siempre un<br />

picaflor, no sólo en Sucre sino también en Cartagena, donde había estudiado<br />

su bachillerato e iniciado la carrera de medicina. Pero no se le conoció novia de<br />

planta en Sucre, ni parejas preferidas en los bailes.<br />

Una noche lo vimos llegar de su finca en su mejor caballo, la maestra en la silla<br />

con las riendas en el puño, y él en ancas, abrazado a su cintura. No sólo nos<br />

sorprendió el grado de confianza que habían logrado, sino el atrevimiento de

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