24.04.2013 Views

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Margot, en cambio, se sublevó por los dos con un chillido de fiera herida y una<br />

rebelión del cuerpo entero que padrinos y madrinas lograron controlar a duras<br />

penas sobre la pila bautismal.<br />

Hoy pienso que ella, en su relación conmigo, tenía más uso de razón que los<br />

adultos entre ellos. Nuestra <strong>com</strong>plicidad era tan rara que en más de una<br />

ocasión nos adivinábamos el pensamiento. Una mañana estábamos ella y yo<br />

jugando en el jardín cuando sonó el silbato del tren, <strong>com</strong>o todos los días a las<br />

once. Pero esa vez sentí al oírlo la revelación inexplicable de que en ese tren<br />

llegaba el médico de la <strong>com</strong>pañía bananera que meses antes me había dado<br />

una pócima de ruibarbo que me causó una crisis de vómitos. Corrí por toda la<br />

casa con gritos de alarma, pero nadie lo creyó. Salvo mi hermana Margot, que<br />

permaneció escondida conmigo hasta que el médico acabó de almorzar y se<br />

fue en el tren de regreso. «iAve María Purísima! —exclamó mi abuela cuando<br />

nos encontraron escondidos debajo de su cama—, con estos niños no se<br />

necesitan telegramas».<br />

Nunca pude superar el miedo de estar solo, y mucho menos en la oscuridad,<br />

pero me parece que tenía un origen concreto, y es que en la noche se<br />

materializaban las fantasías y los presagios de la abuela. Todavía a los setenta<br />

años he vislumbrado en sueños el ardor de los jazmines en el corredor y el<br />

fantasma de los dormitorios sombríos, y siempre con el sentimiento que me<br />

estropeó la niñez: el pavor de la noche. Muchas veces he presentido, en mis<br />

insomnios del mundo entero, que yo también arrastro la condena de aquella<br />

casa mítica en un mundo feliz donde moríamos cada noche.<br />

Lo más raro es que la abuela sostenía la casa con su sentido de la irrealidad.<br />

¿Cómo era posible mantener aquel tren de vida con tan escasos recursos? Las<br />

cuentas no dan El coronel había aprendido el oficio de su padre quien a su vez<br />

lo había aprendido del suyo, y a pesar de la celebridad de sus pescaditos de<br />

oro que se veían por todas partes, no eran un buen negocio. Más aún: cuando<br />

yo era niño me daba la impresión de que sólo los hacía por ratos o cuando<br />

pre<strong>para</strong>ba un regalo de bodas. La abuela decía que él sólo trabajaba <strong>para</strong><br />

regalar. Sin embargo, su fama de buen funcionario quedó bien sentada cuando

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!