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Gabriel García Márquez - Vivir para contarla.pdf - www.moreliain.com

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Otro pariente casual, por parte de padre, era Carlos H. Pareja, profesor de<br />

economía política y dueño de la librería Grancolombia, favorita de los<br />

estudiantes por la buena costumbre de exhibir las novedades de grandes<br />

autores en mesas descubiertas y sin vigilancia. Hasta sus mismos alumnos<br />

invadíamos el local en los descuidos del atardecer y escamoteábamos los<br />

libros por artes digitales, de acuerdo con el código escolar de que robar libros<br />

es delito pero no pecado. No por virtud sino por miedo físico, mi papel en los<br />

asaltos se limitaba a proteger las espaldas de los más diestros, con la<br />

condición de que además de los libros <strong>para</strong> ellos se llevaran algunos indicados<br />

por mí. Una tarde, uno de mis cómplices acababa de robarse La ciudad sin<br />

Laura, de Francisco Luis Bernárdez, cuando sentí una garra feroz en mi<br />

hombro, y una voz de sargento:<br />

—¡Al fin, carajo!<br />

Me volví aterrado, y me enfrenté al maestro Carlos H. Pareja, mientras tres de<br />

mis cómplices escapaban en estampida. Por fortuna, antes de que alcanzara a<br />

disculparme me di cuenta de que el maestro no me había sorprendido por<br />

ladrón, sino por no haberme visto en su clase durante más de un mes.<br />

Después de un regaño más bien convencional, me preguntó:<br />

—¿Es verdad que eres hijo de <strong>Gabriel</strong> Eligio?<br />

Era verdad, pero le contesté que no, porque sabía que su padre y el mío eran<br />

en realidad parientes distanciados por un incidente personal que nunca<br />

entendí. Pero más tarde se enteró de la verdad y desde aquel día me distinguió<br />

en la librería y en las clases <strong>com</strong>o sobrino suyo, y mantuvimos una relación<br />

más política que literaria, a pesar de que él había escrito y publicado varios<br />

libros de versos desiguales con el seudónimo de Simón Latino. La conciencia<br />

del parentesco, sin embargo, sólo le sirvió a él <strong>para</strong> que no me prestara más<br />

<strong>com</strong>o pantalla <strong>para</strong> robarle libros.<br />

Otro maestro excelente, Diego Montaña Cuéllar, era el reverso de López<br />

Michelsen, con quien parecía mantener una rivalidad secreta. López <strong>com</strong>o un<br />

liberal travieso y Montaña Cuéllar <strong>com</strong>o un radical de izquierda. Sostuve con

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