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Los Turistores Kunas Antropologia del turismo etnico en ... - Inawinapi

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LOS TURISTORES KUNAS. ANTROPOLOGÍA DEL TURISMO ÉTNICO EN PANAMÁ 47<br />

CAPÍTULO 3<br />

de muchos antropólogos y la manera de hacer <strong>turismo</strong> de algunos turistas.<br />

Lo cierto es que los antropólogos que se interesan por el <strong>turismo</strong> se v<strong>en</strong><br />

obligados a estudiar <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros que se produc<strong>en</strong> <strong>en</strong> zonas de frontera. En estos<br />

espacios es posible desempeñar varios papeles al mismo tiempo (turista,<br />

miembro de la población receptora, investigador…) por lo que el posicionami<strong>en</strong>to<br />

<strong>del</strong> investigador es sumam<strong>en</strong>te complejo (Simoni y McCabe, 2008). En<br />

algunos contextos turísticos, investigadores como Michel (1998), han llegado<br />

a afirmar que es imposible ser reconocido como algo que no sea un turista.<br />

Marc Augé (2009) nos ofrece una interesante reflexión al respeto. Analizando<br />

el <strong>turismo</strong> como una de las principales movilidades <strong>del</strong> mundo contemporáneo,<br />

contrapone la figura <strong>del</strong> etnólogo con la <strong>del</strong> turista. Si bi<strong>en</strong> es cierto<br />

que ambos provi<strong>en</strong><strong>en</strong>, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te, de sociedades ricas o clases acomodadas<br />

y viajan, se difer<strong>en</strong>cian <strong>en</strong> varios aspectos: el antropólogo que practica la etnografía<br />

tradicional y se aproxima a las sociedades exóticas suele viajar solo,<br />

permanece un largo periodo de tiempo con los nativos, y posee un método<br />

basado <strong>en</strong> la observación sistemática. El turista suele viajar <strong>en</strong> compañía,<br />

busca un cierto confort físico y psicológico, mi<strong>en</strong>tras que el antropólogo somete<br />

su id<strong>en</strong>tidad al juicio de los Otros, está obligado a explicar y negociar su<br />

pres<strong>en</strong>cia continuam<strong>en</strong>te. En definitiva, el antropólogo, al igual que el turista,<br />

int<strong>en</strong>ta acercarse al Otro, pero para hacerlo debe convivir con una doble exterioridad:<br />

es exterior al grupo que observa, pero también a sí mismo, pues para<br />

acercarse al otro debe distanciarse de su manera de ser (Augé, 2009 : 59-68).<br />

Sin embargo, aunque <strong>en</strong> algunos contextos, ante los ojos de la g<strong>en</strong>te que<br />

estudiamos, la figura <strong>del</strong> investigador se confunda con la <strong>del</strong> turista, no son<br />

iguales. El antropólogo a partir <strong>del</strong> viaje elabora un marco de reflexión, <strong>en</strong> el<br />

fondo, es un ser sed<strong>en</strong>tario obligado a viajar (Augé, 2009: 68). El viaje no es<br />

un fin, sino el medio para aproximarse al estudio de la diversidad cultural y<br />

las t<strong>en</strong>siones que nac<strong>en</strong> <strong>en</strong> un mundo pret<strong>en</strong>didam<strong>en</strong>te global. En el trabajo<br />

de campo que hemos realizado <strong>en</strong> Kuna Yala nuestros informantes han sido<br />

consci<strong>en</strong>tes de la finalidad de nuestro viaje.<br />

A pesar de todo, el antropólogo <strong>del</strong> <strong>turismo</strong> no deja de ser visto <strong>en</strong> determinados<br />

contextos como un turista, como un estudiante o un profesor curioso.<br />

En un artículo muy suger<strong>en</strong>te, el griego Vasiliki Galani-Moutafi (1999)<br />

señala que <strong>en</strong>tre los etnógrafos, los viajeros y los turistas hay muchas semejanzas<br />

y difer<strong>en</strong>cias. Entre las semejanzas destaca que todos ellos viajan y<br />

atraviesan fronteras culturales y geográficas. Entre las difer<strong>en</strong>cias afirma que<br />

las prácticas sociales y las imág<strong>en</strong>es producidas por turistas y viajeros son<br />

difer<strong>en</strong>tes de las <strong>del</strong> antropólogo. Según este autor el antropólogo ti<strong>en</strong>e más<br />

autoconsci<strong>en</strong>cia y autoreflexión sobre la mirada y la repres<strong>en</strong>tación <strong>del</strong> otro<br />

<strong>en</strong> la experi<strong>en</strong>cia turística. Además el antropólogo transforma su experi<strong>en</strong>cia<br />

personal (trabajo de campo) <strong>en</strong> campo de conocimi<strong>en</strong>to y <strong>en</strong> autoridad <strong>en</strong> el<br />

texto etnográfico. Ponerse <strong>en</strong> el lugar de los otros, los turistas y los locales<br />

implica adoptar <strong>en</strong> el terr<strong>en</strong>o papeles ambiguos que nos permitan <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der<br />

y compr<strong>en</strong>der los difer<strong>en</strong>tes puntos de vista y las difer<strong>en</strong>tes posiciones de<br />

los actores sociales. El antropólogo Edward Bruner (1995: 225) afirma que<br />

investigar turistas es un problema metodológico, pues se muev<strong>en</strong> mucho y<br />

no es fácil hablar con ellos mucho tiempo. Por ello Bruner resolvió adoptar<br />

el papel de guía y acompañar a los turistas <strong>en</strong> su visita. Otra alternativa, nos<br />

dice Bruner (1995: 225) es hacer de turista, pero es mucho más cara. Pero el<br />

antropólogo que trabaja como guía turístico o como turista acaba por adoptar<br />

un papel doble <strong>en</strong> el terr<strong>en</strong>o, creando así un espacio intersticial y ambiguo<br />

que le permite estudiar a los otros y a él mismo <strong>en</strong> la construcción de los<br />

significados de la experi<strong>en</strong>cia turística, nos dice Bruner (1995: 230). Es este<br />

papel doble, diríamos mejor que flexible, lo que ha posibilitado un mejor trabajo<br />

de terr<strong>en</strong>o <strong>en</strong>tre el <strong>turismo</strong> kuna.<br />

Por lo tanto, el estudio etnográfico <strong>del</strong> <strong>turismo</strong> es posible y deseable. Lejos<br />

deb<strong>en</strong> quedar las retic<strong>en</strong>cias por abordar esta realidad. Debemos ser capaces<br />

de abordar los cambios que introduce <strong>en</strong> las sociedades de acogida y <strong>en</strong> las<br />

de orig<strong>en</strong> de los turistas así como las interacciones que se produc<strong>en</strong> <strong>en</strong> la<br />

“touristic borderzone”, es decir, <strong>en</strong> la zona de interacción <strong>en</strong>tre nativos, turistas<br />

y antropólogos (Bruner, 1996: 177). Como ha sugerido Nogués (2005) el<br />

<strong>turismo</strong>, al promover un nuevo régim<strong>en</strong> de producción <strong>del</strong> espacio y <strong>del</strong> tiempo,<br />

puede ser abordado desde tres perspectivas. En primer lugar, su estudio<br />

puede ayudarnos a compr<strong>en</strong>der los procesos de cambio <strong>en</strong> toda su complejidad<br />

social y cultural. En segundo lugar, nos permite un análisis semiológico<br />

de las narrativas y metáforas g<strong>en</strong>eradas por la expansión global de sus imaginarios,<br />

discursos y modalidades. En último lugar, puede ser abordado desde la<br />

economía política como un factor que promueve el neoliberalismo, la ruptura

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