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po<strong>de</strong>r noticnelímilosyquc su realida<strong>de</strong>s infinita,<strong>de</strong> modo,<br />
que es preciso necesariamente que nuestra fé y nuestra<br />
confianza le obliguen á oirnos. Rogar á Dios, es ejercitarse<br />
en un acto <strong>de</strong> religión, por el cual se le hace el<br />
honor mas ^gran<strong>de</strong>, por <strong>de</strong>cirlo así, que pue<strong>de</strong> recibir <strong>de</strong><br />
una criatura; es r endir á la gran<strong>de</strong>za y á la bondad <strong>de</strong> su<br />
ser el testimonio mas ventajoso ijue somos capaces <strong>de</strong> darle,<br />
y hé aquí el origen verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la eficacia <strong>de</strong> la oración.<br />
Por esto es comparada al sacrificio, por el cual se<br />
reconoce la soberana majestad, la gran<strong>de</strong>za inmensa, la<br />
bondad infinita y la omnipotencia <strong>de</strong> Dios. Comprendamos<br />
bien la virtud, la dignidad y el mérito <strong>de</strong> este acto <strong>de</strong> religión.<br />
Pero ¿en qué consiste que no son oidas todas nuestras<br />
oraciones? Esto consiste en que oramos mal, en que<br />
ui aun pensamos en que estamos orando. Porque, ¿cuál<br />
os el hombre tan poco religioso que mientras está hablando<br />
con Dios, se atreviese á hablarle con tan poco respeto,<br />
con tan poca atención, <strong>de</strong> un modo aun tan in<strong>de</strong>cente, como<br />
lo hacemos nosotros? La oración no solo es la prueba<br />
<strong>de</strong> nuestra confianza, es también la prueba <strong>de</strong> nuestra fé;<br />
¿qué acto, pues, <strong>de</strong> la religión <strong>de</strong>be interesarnos mas? La<br />
«ración es, en medio <strong>de</strong> tantas borrascas á que estamos<br />
espuestos, el abrigo mas seguro y el mas pronto. La oración<br />
hace igualmente inútiles las astucias y los esfuerzos<br />
<strong>de</strong>l enemigo <strong>de</strong> la salvación, y no es posible que so ore<br />
hien y que no se le venza. iQuc <strong>de</strong>sgracia para aquellos<br />
para quienes llega á ser inútil este po<strong>de</strong>roso socorro!<br />
í'ero seamos ingenuos, ¿rogando á Dios como se le ruega,<br />
Pensamos que la oración <strong>de</strong>be servirnos <strong>de</strong> un gran<strong>de</strong><br />
ausilio?<br />
1'ÜNTO SEGUNDO.— Consi<strong>de</strong>ra que si no somos oidos, es<br />
Poi'quo nosotros mismos impedimos que Dios nos oiga. Se<br />
^'faña que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo lo que el Salvador ha dicho<br />
Acerca <strong>de</strong> la infalibilidad <strong>de</strong> la oración, sean oidos tan<br />
pocos; ¿habría ménos motivo para sorpren<strong>de</strong>rse, si oran-<br />
^lan mal como lo hacemos, fuesen mas eficaces nuestras<br />
0|,aciones? No acusemos al Sefior <strong>de</strong> que restringe sus<br />
Proniesas, y <strong>de</strong> que encarece sus gracias ; nuestros moti-<br />
Vos, nuestras disposiciones, nuestra poca religión, aun en<br />
nueslras oraciones, le fuerzan, por <strong>de</strong>cirlo así, á no escucDarnos,<br />
La oración pi<strong>de</strong> un espíritu humil<strong>de</strong> y respeluo-<br />
So- ¿Se <strong>de</strong>scuida uno jamás en ór<strong>de</strong>n al respeto, cuando<br />
^ presenta una petición al príncipe? ¿Qué pretendiente<br />
vida hasta los menores <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> la urbanidad? Cuando<br />
s^ pi<strong>de</strong> á los hombres se hace uno naturalmente mo<strong>de</strong>sto,<br />
^Pellíosp, hasta culto; solo cuando se pi<strong>de</strong> á Dios nos<br />
speusanios <strong>de</strong> estos <strong>de</strong>beres esenciales. Estas posturas<br />
^ ironas y <strong>de</strong>saliñadas; esos aires vanos, inmo<strong>de</strong>stos y<br />
^<br />
P0co cristianos; esa disipaoipn, esa inatención, ese<br />
Ues^'0 ^ eSOSenfolt'OS Í'UC acompañan nuestras oraciojj<br />
' ¿SüI^ por ventura señales <strong>de</strong> un corazón humil<strong>de</strong>, re-<br />
^oioso y iicno [ic 1)¡0i.? QUC1.emos qUe d¡os<br />
escuche,<br />
oíos0*01'"08 00 008 escilc^amos ^ nosotros mismos; quercque<br />
Dios haga caso <strong>de</strong> las oraciones, <strong>de</strong> que nosotros<br />
hios1]08 00 ^ ^acenios cuanilo ';is dirigimos. Son los laun<br />
is le '10nran á D'os5 ¿l11^1 Pm'le tiene el corazón en<br />
gn ' ÜI ac'0nps que solo so recitan por rutina? Pue<strong>de</strong> asecinT^<br />
cPlc se (bce una oración, nó que se hace. La precon<br />
aCl0n C(m (!ue se ora' 'as Posturas lan Poco <strong>de</strong>centes<br />
do ,(?Ue.se eslai las distracciones que se consienten oran-<br />
• ¿mdica iodo esto un gran respeto, un gran fondo do<br />
re)<br />
SIOn» una fé viva? ¿Se atreveria uno á pasearse ó á<br />
DE CUARESMA. 119<br />
sentarse cuando se pi<strong>de</strong> una gracia á un príncipe? ¿Se<br />
atreveria uno á rogar á un hombre con la misma in<strong>de</strong>cencia<br />
con quese le ruega á Dios? Le importan poco al Señor<br />
las alabanzas que se le dan, y los votos queselebacen<br />
con un espíritu estraviado. Dios no niega nada á una oración<br />
perseverante. Quiere ser instado, importunado. ¿De<br />
qué proce<strong>de</strong>, pues, que nuestra confianza es tan (laca, sino<br />
<strong>de</strong> que nosotros somos también flojos eñ su servicio ?<br />
Nosotros le negamos todos los dias lo que él nos pi<strong>de</strong>; no<br />
po<strong>de</strong>mos por tanto tener una firme confianza, y persuadirnos<br />
que <strong>de</strong>bo conce<strong>de</strong>rnos lo que le pedimos. <strong>Los</strong> que no<br />
fallan en cuanto al respeto y á la atención en sus oraciones,<br />
pecan muchas veces en el motivo. Hay pocos que uo<br />
sean interesados y <strong>de</strong>masiado naturales, todavía menos<br />
que sean conformes' á la voluntad <strong>de</strong> aquel que na nos<br />
quiere conce<strong>de</strong>r sino lo que es útil á nuestra salvación y<br />
para su gloria. Vosotros no sabéis lo que pedís, <strong>de</strong>cia el<br />
Hijo <strong>de</strong> Dios á la madre <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong>l Z.ebe<strong>de</strong>o; ¿ y son<br />
acaso mas rectas nuestras miras, nuestras intenciones?<br />
Sean siempre cristianas nuestras oraciones, y seremos infaliblemente<br />
oídos.<br />
Esta es, Señor, la gracia que yo os pido, haced que yo<br />
sea oido.<br />
JACI]L\TOUIA.S.— Sefior, enseñadnos á orar. (San Lucas,<br />
11.)<br />
Dignaos escuchar mi oración, vos que sois mi Rey y mi<br />
Dios. (Psalm. íi.)<br />
PROPÓSITOS.<br />
1 No hay acto <strong>de</strong> religión mas ordinario que la oración,<br />
y tal vez no hay ninguno en que Dios sea ménos honrado.<br />
Todo resuena con las alabanzas <strong>de</strong>l Señor, y con los<br />
votos que so le hacen; ¿pero el corazón y el espíritu oran<br />
<strong>de</strong> concierto con los labios? Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que se recitan<br />
muchas oraciones, pero que se hacen pocas. Aun cuando<br />
no se consultase mas que el buen sentido, y la i<strong>de</strong>a que<br />
se <strong>de</strong>be tener <strong>de</strong> este santo ejercicio, ¿podría verso fi iamenle<br />
con qué distracción <strong>de</strong>l entendimiento, con qué tibieza,<br />
con qué in<strong>de</strong>cencia se <strong>de</strong>sempeña por lo común?<br />
¿No habría <strong>de</strong>recho para preguntar, si cuando oramos es<br />
para insultar, para irritar á Dios? La oración es un tralamienlo<br />
con Dios,'en el que el alma, admitida, por <strong>de</strong>cirlo<br />
así, é introducida en el santuario, espone al Señor sus necesida<strong>de</strong>s,<br />
le representa lo que necesita, le <strong>de</strong>scubre sus<br />
leulaciones, sus flaquezas; y penetrada <strong>de</strong> los sentimienlus<br />
mas vivos <strong>de</strong> respeto, <strong>de</strong> amor y <strong>de</strong> reconocimiento, trata<br />
<strong>de</strong> honrarle, tanto por una profunda sumisión á sus ór<strong>de</strong>nes,<br />
como por su confianza y sus votos fervorosos. Un acío<br />
<strong>de</strong> religión tan perfecto ¿ podrá consistir en una práctica<br />
puramente esterior? Y si en el momento en que se trata con<br />
Dios se eslravia el espíritu hasta per<strong>de</strong>r voluiilariamenlc la<br />
<strong>de</strong>voción, ¿será esto rogar á Dios? Reglad vuestra conducta<br />
sobre esta reflexión.<br />
2 No oréis nunca sino con un profundo respeto, y en una<br />
postura <strong>de</strong> cuerpo que convenga á la oración. No oréis jamás<br />
con precipitación, porque esta es siempre irreligiosa;<br />
vale mas hacer ménos oraciones, y hacerlas como se <strong>de</strong>be.<br />
Alejaos <strong>de</strong> todo lo que pue<strong>de</strong> distraer cuando oráis. «Cuando<br />
oréis, dice el Salvador, entrad en vuestro aposento, y<br />
cerrando la puerta, orad á vuestro Padre en secreto, y<br />
vuestro padre os recompensará.» (Mat. 6.)<br />
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