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DOMINGO QUINTO.<br />
temporales, su placer y hasta sus rosenlimienlos. «Porque<br />
el seílor, » prosigue el Apóstol, «tiene puestos los ojos en<br />
los justos, y abiertos sus oidos para escuchar sus ruegos.»<br />
El Señor, que es el Dios <strong>de</strong> la paz, y enemigo <strong>de</strong> la disensión,<br />
<strong>de</strong> las enemista<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n, mira siempre<br />
con-ojos favorables á los hombres <strong>de</strong> bien, al paso que<br />
mira con indignación á los que obran mal. En todo este<br />
razonamiento <strong>de</strong>mueslra muy bien san Pedro, que el espiritn<br />
<strong>de</strong> paz y <strong>de</strong> mansedumbre <strong>de</strong>be, por <strong>de</strong>cirlo así, caracterizar<br />
á los buenos, á los Ocles verda<strong>de</strong>ros, y que los<br />
espíritus turbulentos, los corazones llenos siempre ife<br />
las almas inquietas que no pue<strong>de</strong>n ni vivir en paz, ni <strong>de</strong>jar<br />
vivir á los <strong>de</strong>más, son objeto do la indignación <strong>de</strong> Dios,<br />
y <strong>de</strong>shonran la augusta y santa cualidad <strong>de</strong> heles que les<br />
(lislinguo.<br />
Tened zelopor el bien, servid á Dios con fi<strong>de</strong>lidad,<br />
cumplid vneslros <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> cristianos con pimUmlidad,<br />
haced el bien con la mira <strong>de</strong> agradar á Dios, vivid piado-<br />
«a é iiiocenlcmenle, y nada temáis. Toda la malicia <strong>de</strong> los<br />
hombres y do los <strong>de</strong>monios no pue<strong>de</strong>n dañarnos. Todos<br />
los que quieren vivir piadosamente en Jesucristo, pa<strong>de</strong>cerán<br />
persecución; pero bienaventurados los que pa<strong>de</strong>cen<br />
por la justicia. Si hubieras obrado bien, dijo Dios á Cain,<br />
¿ no hubieras recibido la recompensa'? No tenemos que temer<br />
otra cosa que el pecado, este es el único mal que pue<strong>de</strong><br />
dafiarnos. No temamos ni lo que la malicia lione <strong>de</strong> mas<br />
espantoso, ni lo que la crueldad tiene <strong>de</strong> mas tcnihlc.<br />
Conservemos la tranquilidad, mantengamos una paz inalterable<br />
en medio do las mas violentas lempesia<strong>de</strong>s. Todo<br />
ol que, llena <strong>de</strong> confianza en la bondad <strong>de</strong>l Altísimo, buscaso<br />
en él un asilo, bajo la protección divina estará á cubierto<br />
<strong>de</strong> todos los niales. Santifiquemos en nuestros corazones<br />
al Sefior Jesucristo, esto es, vivamos con (al inocencia,<br />
procuremos que nuestro corazón sea tan puro,<br />
nuestra conducta tan edificante y tan santa, que no solo<br />
habite el Señor en nuestros corazones como en su templo<br />
santo y sagrado, sino que los mismos infieles reconozcan<br />
que el Dios <strong>de</strong> los cristianos es muy santo, puesto que sus<br />
discípulos llevan una vida tan pura, tan santa y tan perfecta<br />
; y que él es único Dios verda<strong>de</strong>ro, puoslo que la<br />
probidad, la buena fé, la inocencia y todas las virtu<strong>de</strong>s<br />
no se encuentran masque en sus siervos. Nuestras costumbres<br />
<strong>de</strong>ben glorificar al Señor, y toda nuestra conducta<br />
<strong>de</strong>be hacer el elogio <strong>de</strong> nueslra religión. Santificaremos<br />
á Jesucristo en nuestros corazones, sr somos sanios<br />
como nuestro l'adre celestial es santo ; nosotros pedimos á<br />
Dios toflo.s los dias que su nombre sea santificado, esto es,<br />
que Dios sea reconocido, adorado y i> lorÍlicado en toda la<br />
tierra; nada', pues, conlribnye mas para hacerle conocer,<br />
amar y servir en todas partes, que la verda<strong>de</strong>ra piedad<br />
do los cristianos. «Así como,» dice el Eclesiástico, «habéis<br />
sido santificado en vuestros siervos, por la virtud y la<br />
santidad, que ha brillado en olios, á vista <strong>de</strong> lodos los<br />
pueblos: así también admiramos la fuerza omnipotente<br />
<strong>de</strong> vuestra gracia eu su conversión.»<br />
El Evangelio ostá tomado <strong>de</strong>l capitulo B <strong>de</strong> san Maleo,<br />
«•1 cual es como un compendio <strong>de</strong> toda la perfección <strong>de</strong>l<br />
santo Evangelio.<br />
Acababa el Salvador <strong>de</strong> pronunciar aquel admirable<br />
discurso que había hecho á sus (üscipulos <strong>de</strong> las ocho bienaventuranzas,<br />
en el cual les había dado la i<strong>de</strong>a mas alta<br />
<strong>de</strong> la perfección cristiana y <strong>de</strong>l minbtcrio evangélico á<br />
que les habla llamado; cuando tomándolos aparte, como<br />
si no se huhiese csplieado con bastante claridad en público,<br />
les repitiójo que acahaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirles , pero en términos<br />
todavía mas fuertes y mas espresivos. Yo os digo, pues,<br />
añadió, que si vuestra virtud no es muy superior á la <strong>de</strong><br />
los escribas y fariseos, no entrareis en el reino <strong>de</strong> los cielos.<br />
La virtud aparente <strong>de</strong> los hipócritas tiene mucho brillo<br />
y poco fondo; toda ella consisto en esleriorida<strong>de</strong>s, sin<br />
que haya nada en el corazón ; enseñan, predican, dicen<br />
mucho, pero nada hacen.<br />
<strong>Los</strong> escribas enlre los judíos eran los doctores <strong>de</strong> la<br />
ley, cuyo oficio era esciibirla, leerla y esplicarla al pueblo;<br />
sus <strong>de</strong>cisiones eran recihidas .con el mismo respeto<br />
que la ley <strong>de</strong> Dios. Eran muy distinguidos, ocupaban<br />
un lugar superior aun á los sacrilicadores, y estaban tenidos<br />
en gran veneración enlre el pueblo, que no podia imaginar<br />
que los que poseían tan bien toda la ciencia <strong>de</strong> la<br />
ley <strong>de</strong> Dios, y que la esplicaban á los <strong>de</strong>más, no la guardasen,<br />
ni fuesen tan santos como parecían. Como no se<br />
habla délos «escribas» ántes <strong>de</strong> Esdras,sc cree que este<br />
nombre no se les dió hasta <strong>de</strong>spués déla vuelta <strong>de</strong> la cautividad<br />
<strong>de</strong> Babilonia.<br />
<strong>Los</strong> «fariseos» formaban una seda particular entre los<br />
judíos. Llamábanse así porque estaban separados <strong>de</strong> lodos<br />
los <strong>de</strong>más por su género <strong>de</strong> vida ; hacían una profesión<br />
oslcntosa <strong>de</strong> una observancia mas rígida déla ley, y<br />
<strong>de</strong> una santidad afectada <strong>de</strong> que hacian alar<strong>de</strong>. La palabra<br />
«fariseo» se <strong>de</strong>riva <strong>de</strong> la voz «faris», que en lengua<br />
caldaica significa separado. Créese que esta secta comenzó<br />
hacia él tiempo <strong>de</strong> Esdras, porque entonces comenzaron<br />
los judíos á tener inlérprctes <strong>de</strong> sus tradiciones. Otros<br />
creen que no se establecH) hasta el tiempo <strong>de</strong> los Macabeos.<br />
Sea como quiera, el «fariscismo » es aun en el dia<br />
<strong>de</strong> hoy, como lo era en tiempo <strong>de</strong> Jesucristo, la seda dominante<br />
en la religión <strong>de</strong> los judíos, porque todo el gran<br />
número <strong>de</strong> tradiciones que están en su « Talmud » viene<br />
<strong>de</strong> los fariseos. <strong>Los</strong> que pertenecrau á esta secta ayunaban<br />
el segundo y el quinto dia <strong>de</strong> la semana, practicaban<br />
á lo eslerior gran<strong>de</strong>s austerida<strong>de</strong>s, con lo cual imponían<br />
al pueblo ; anadian nuevas cargas á la ley, y sostenían<br />
(enazmente la autoridad <strong>de</strong> las pretendidas tradiciones,<br />
cuya mayor parte habían forjado ellos mismos, tiran muy<br />
exactos en pagar los diezmos como les mandaba la ley,<br />
y por una afectada supererogación daban también la trigésima<br />
y la quincuagésima parte <strong>de</strong> sus frutos, añadiendo<br />
muchos sacrílicios voluntarios. Pero el orgullo y la hipocresía<br />
corrompían todas las acciones <strong>de</strong> los fariseos,<br />
que no pensaban mas que en hacerse dueños <strong>de</strong>l espíritu<br />
<strong>de</strong> los pueblos, y ganar la estima y la benevolencia <strong>de</strong><br />
los gran<strong>de</strong>s. Por esto tenían tal crédito en la nación, que<br />
ellos eran sus oráculos y sus maestros. Querían ocupar<br />
los primeros puestos en las asambleas y en los festines, y<br />
miraban como un crimen el que no se les saludase en las<br />
plazas públicas. Jesucristo <strong>de</strong>scribe el carácter y el verda<strong>de</strong>ro<br />
retrato <strong>de</strong> ellos : Hilos ligan, dice, cargas pesadas<br />
y que no pue<strong>de</strong>n llevar, y las ponen á cuestas á los <strong>de</strong>más<br />
; sin embargo ellos no quieren aplicar ni un <strong>de</strong>do para<br />
ayudar á sostenerlas. Hacen todas sus obras, aña<strong>de</strong>,<br />
para ser vistos <strong>de</strong> ta hombres ; usan <strong>de</strong> vendas muy anchas,<br />
y llevan sus franjas muy largas. Estas vendas eran<br />
unas liras <strong>de</strong> pergamino , sobre las cuales escribian los<br />
judíos algunas sentencias ó preceptos <strong>de</strong> la ley, á fin <strong>de</strong>