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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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PROPÓSITOS.<br />

1 Como hay pocos cristianos qno aspiren <strong>de</strong> veras á<br />

unasanlidad perfecta, así también nue<strong>de</strong> asegurarse que<br />

tampoco hay muchos que oslen <strong>de</strong>terminados á pasar sn<br />

vida en un <strong>de</strong>sarreglo escandaloso; el gran número es do<br />

aquellos qno buscan un temperamento entre estos dos ostremos,<br />

y que querrian, si fuese posible , concordar en sí<br />

mismos la conciencia con la concupiscencia, el mundo con<br />

r>ios. Se fjueri'ia sor mundano sin <strong>de</strong>jar do ser cristiano;<br />

se quiere servir á Dios, y satisfacer á los <strong>de</strong>beres esencia-<br />

Ios do la religión, sin renunciar al espíritu y á las máximas<br />

<strong>de</strong>l mundo: israelita en Jerusalen , medio gentil en<br />

' Babilonia ; así es como se pivlondo contentar á Dios<br />

y al mundo, dividiéndose, por <strong>de</strong>cirlo asi, entre el uno y<br />

el otro; pero en vano so preten<strong>de</strong>, porque esla división<br />

no puedo contentar ni al uno ni al otro. Para Dios nada<br />

sirvo la mitad, para el mundo tampoco será bástanle;<br />

poro el mondóse contenta con menos; por poco que so<br />

lo dé, os lo mismo que no dar nada á Dios, que negárselo<br />

lodo. Penolrómonos bien <strong>de</strong> esta impoitanlo verdad, ella<br />

es <strong>de</strong> la mayor consecuencia. Declarémonos por verda<strong>de</strong>ros<br />

siervos do Dios , llenemos todos los <strong>de</strong>beros <strong>de</strong> tales,<br />

y désenos muy poco <strong>de</strong> que el mundo chille. Nosolros no<br />

toneinos mas (pío un señor que es el mismo Dios; sirvámoslo<br />

con fervor, con ompefio y con lirlolidad.<br />

2 Guar<strong>de</strong>mos, sí, las alenciones <strong>de</strong>l <strong>de</strong>coro ; pero no<br />

seamos jamás esclavos do las estravnganles máximas <strong>de</strong><br />

los mundanos. Acordémonos <strong>de</strong> continuo que estamos en<br />

el servicio <strong>de</strong> Dios. ¡Qué indignidad ! ¡ qué bajeza el sujetarnos<br />

á las quiméricas leyes do un montón <strong>de</strong> libertinos<br />

, ó <strong>de</strong> mujeres mundanas, á quienes complaco el inventar<br />

modas , mudar los estilos , proscribir ó auloi izar<br />

conforme á sn capricho y á su mal gusto! No admitamos<br />

nunca como regla <strong>de</strong> nuestra conducta mas que las máximas<br />

<strong>de</strong>l Evangelio , y por mo<strong>de</strong>lo la vida do los santos.<br />

En todo lo que <strong>de</strong>bemos hacer no consultemos mas que. á<br />

Dios, á nuesira salvación, á nuestra conciencia. Desterremos<br />

para siempre <strong>de</strong> nuestro entendimiento y <strong>de</strong> nuestro<br />

corazón aquella máxima indigna <strong>de</strong> un crisliano: Así<br />

se vive en el mundo; así <strong>de</strong>be obrarse cuando so vive en<br />

el mundo. Ignoremos esta jerigonza indigna do una lengua<br />

cristiana. En lin, en medio <strong>de</strong>l mundo acordémonos siempre<br />

que somos cristianos.<br />

DOMINGO DECIMOQUINTO DESl'üES DE<br />

PENTECOSTES.<br />

Llámase osle domingo en la {glesia el domingo <strong>de</strong>l hijo<br />

do la viuda <strong>de</strong> Naim , cuya milagrosa resurrección os el<br />

asunto <strong>de</strong>l Evangelio que so loe en la misa <strong>de</strong>l dia , y que<br />

está en uso en liorna <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo vn. La Epístola <strong>de</strong> esto<br />

dia es continuación do la que se leyó en la dominica<br />

prece<strong>de</strong>nte. San Pablo da en ella instrucciones circunslanciadas<br />

<strong>de</strong> la moral cristiana con tal precisión , que en<br />

pocas palabras dice mucho; esta sola Epístola da las reglas<br />

<strong>de</strong> su conducta á todos los iieles. En toda la Escrilura<br />

no leñemos cosa mas llena ni mas instructiva que olla.<br />

El introito es una corla poro afectuosa oración qjie el alma<br />

hace á Dios, animada do una viva confianza en su<br />

misericordia.<br />

«Escuchad, Sonor, mi oración, y oídme; porque estoy<br />

en el <strong>de</strong>samparo y en la indigencia,» aña<strong>de</strong> David. Una<br />

DESPUES DE PEMECOSTÉS. 533<br />

délas mejores disposiciones para la oración es el conocer<br />

uno sa pobreza y su necesidad. Cuando todo nos rie,<br />

cuando lisonjea todo , estamos contentos. Apenas salo uno<br />

<strong>de</strong> sí mismo cuando reinan la abundancia y la prosperidad;<br />

pásase una fácilmente sin auxilio oslraño , cuando<br />

todo florece en el propio suelo. Mas cuando lodo este esplendor<br />

tan salid'aclorio se estingue; cuando la pobreza<br />

nos asalta; cuando nos vemos abandonados y hasta aborrecidos<br />

<strong>de</strong> lascrialuras, recurrimos á Dios con confianza<br />

y con fervor. La oración es siempre viva, cuando es humil<strong>de</strong>;<br />

y siempre eficaz, cuando parte <strong>de</strong> un corazón humillado<br />

y contrito. <strong>Los</strong> honores , las riquezas tienen encantos<br />

que suspen<strong>de</strong>n muchas veces la fé, y que <strong>de</strong>bilitan<br />

siempre la <strong>de</strong>voción; las adversida<strong>de</strong>s la <strong>de</strong>spiertan;<br />

ninguna cosa nos hace acudir á Dios mas afecluosamonle<br />

que la persecución. David perseguido por Saúl ó por Ahsalon<br />

reconoce su nada, la cual perdía <strong>de</strong> vista en la<br />

prosperidad y sobre el (roño; durante, pues, esta persecución<br />

, esla aflicción, cuando se vió en este abandono<br />

universal <strong>de</strong> las criaturas, es cuando recorro á Dios. Este<br />

rey afligido y perseguido jamás tal voz huhiora podido á<br />

Dios con tanto ardor y confianza , si no se hubiese visto<br />

en tan gran<strong>de</strong> aflicción : Conservadme , «6 Dios mío, salvad<br />

á vuestro siervo que pono en vos solo toda su esperanza;»<br />

movido <strong>de</strong> mis clamores, Si'ñor, compadocoos<br />

<strong>de</strong> un siervo que no cosa dia y noche <strong>de</strong> implorar vuestra<br />

misericordia : consoladlo, puesto que en su aflicción<br />

y en sus ponas ponchen vos solo su confianza, é implora<br />

vneslro auxilio. Se ha dicho ya en otra parle, que levanlar<br />

su alma, que es ta esprosion <strong>de</strong> que usa David , «kvaii<br />

animam mcam,» hácia alguna cosa , os un modo do<br />

hablar muy ordinario en la Escrilura para esprosar el <strong>de</strong>seo<br />

ardiente que tenemos <strong>de</strong>l objeto <strong>de</strong> nuestros voto?.<br />

Pocos salmos hay mas afectuosos que este. Habla en él<br />

un siervo <strong>de</strong> Dios que <strong>de</strong>rrama su corazón <strong>de</strong>lanlo <strong>de</strong>l<br />

Señor con onlera confianza. Un crisliano en el tiempo do<br />

la tentación no podría hacer una oración mas bolla; no<br />

hay nada mas vivo , mas patético, ni mas tierno, que este<br />

salmo 8:;. Hallándonos en la aflicción ó en la <strong>de</strong>solación,<br />

él <strong>de</strong>be ser nuesira oración ordinaria.<br />

La Epístola, como hemos dicho, os un pormenor instructivo<br />

<strong>de</strong> los puntos mas importantes <strong>de</strong> ía moral cristiana;<br />

os una lección escelonle que interesa á lodos los<br />

lióles, y que mira á todas las eda<strong>de</strong>s y á todas las condiciones.<br />

«Si estamos animados <strong>de</strong>l espírílu <strong>de</strong> Dios,» nos dice<br />

el santo Apóstol; sí no vivimos según la carne , ni según<br />

los perniciosos <strong>de</strong>seos do la concupiscencia ; si SOITK S<br />

verdadoramenlo cristianos , vivamos <strong>de</strong> un modo onioramenle<br />

cristiano; «si el espírílu <strong>de</strong> Jesucrislo os el que<br />

nos anima, caminemos también según este espírilu. No<br />

seamos ávidos <strong>de</strong> vanagloria , » acomeliéndonos unos á<br />

oíros, leniéndonos envidia , llevados <strong>de</strong> una emulación<br />

secreta lan contraria á la caridad. Si no hubiese orgullo,<br />

no habria división, conlostacion ni querella. La causa<br />

ordinaria <strong>de</strong> la diversidad do senlimionfos os una vanidad<br />

secreta. Por mas que se forjen motivos plausibles<br />

<strong>de</strong> nuesira tenacidad, es seguro qno osíaríamos muy<br />

pronlo acor<strong>de</strong>s , si o! orgullo no patrocinase la causa:<br />

la envidia, los zelosson siempre los primeros frutos<br />

<strong>de</strong>l orgullo. «Hermanos mios ,» añado, «si alguno se<br />

ha <strong>de</strong>jado sorpren<strong>de</strong>r hasta cometer alguna falla, vosotros

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