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PROPÓSITOS.<br />
1 Como hay pocos cristianos qno aspiren <strong>de</strong> veras á<br />
unasanlidad perfecta, así también nue<strong>de</strong> asegurarse que<br />
tampoco hay muchos que oslen <strong>de</strong>terminados á pasar sn<br />
vida en un <strong>de</strong>sarreglo escandaloso; el gran número es do<br />
aquellos qno buscan un temperamento entre estos dos ostremos,<br />
y que querrian, si fuese posible , concordar en sí<br />
mismos la conciencia con la concupiscencia, el mundo con<br />
r>ios. Se fjueri'ia sor mundano sin <strong>de</strong>jar do ser cristiano;<br />
se quiere servir á Dios, y satisfacer á los <strong>de</strong>beres esencia-<br />
Ios do la religión, sin renunciar al espíritu y á las máximas<br />
<strong>de</strong>l mundo: israelita en Jerusalen , medio gentil en<br />
' Babilonia ; así es como se pivlondo contentar á Dios<br />
y al mundo, dividiéndose, por <strong>de</strong>cirlo asi, entre el uno y<br />
el otro; pero en vano so preten<strong>de</strong>, porque esla división<br />
no puedo contentar ni al uno ni al otro. Para Dios nada<br />
sirvo la mitad, para el mundo tampoco será bástanle;<br />
poro el mondóse contenta con menos; por poco que so<br />
lo dé, os lo mismo que no dar nada á Dios, que negárselo<br />
lodo. Penolrómonos bien <strong>de</strong> esta impoitanlo verdad, ella<br />
es <strong>de</strong> la mayor consecuencia. Declarémonos por verda<strong>de</strong>ros<br />
siervos do Dios , llenemos todos los <strong>de</strong>beros <strong>de</strong> tales,<br />
y désenos muy poco <strong>de</strong> que el mundo chille. Nosolros no<br />
toneinos mas (pío un señor que es el mismo Dios; sirvámoslo<br />
con fervor, con ompefio y con lirlolidad.<br />
2 Guar<strong>de</strong>mos, sí, las alenciones <strong>de</strong>l <strong>de</strong>coro ; pero no<br />
seamos jamás esclavos do las estravnganles máximas <strong>de</strong><br />
los mundanos. Acordémonos <strong>de</strong> continuo que estamos en<br />
el servicio <strong>de</strong> Dios. ¡Qué indignidad ! ¡ qué bajeza el sujetarnos<br />
á las quiméricas leyes do un montón <strong>de</strong> libertinos<br />
, ó <strong>de</strong> mujeres mundanas, á quienes complaco el inventar<br />
modas , mudar los estilos , proscribir ó auloi izar<br />
conforme á sn capricho y á su mal gusto! No admitamos<br />
nunca como regla <strong>de</strong> nuestra conducta mas que las máximas<br />
<strong>de</strong>l Evangelio , y por mo<strong>de</strong>lo la vida do los santos.<br />
En todo lo que <strong>de</strong>bemos hacer no consultemos mas que. á<br />
Dios, á nuesira salvación, á nuestra conciencia. Desterremos<br />
para siempre <strong>de</strong> nuestro entendimiento y <strong>de</strong> nuestro<br />
corazón aquella máxima indigna <strong>de</strong> un crisliano: Así<br />
se vive en el mundo; así <strong>de</strong>be obrarse cuando so vive en<br />
el mundo. Ignoremos esta jerigonza indigna do una lengua<br />
cristiana. En lin, en medio <strong>de</strong>l mundo acordémonos siempre<br />
que somos cristianos.<br />
DOMINGO DECIMOQUINTO DESl'üES DE<br />
PENTECOSTES.<br />
Llámase osle domingo en la {glesia el domingo <strong>de</strong>l hijo<br />
do la viuda <strong>de</strong> Naim , cuya milagrosa resurrección os el<br />
asunto <strong>de</strong>l Evangelio que so loe en la misa <strong>de</strong>l dia , y que<br />
está en uso en liorna <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo vn. La Epístola <strong>de</strong> esto<br />
dia es continuación do la que se leyó en la dominica<br />
prece<strong>de</strong>nte. San Pablo da en ella instrucciones circunslanciadas<br />
<strong>de</strong> la moral cristiana con tal precisión , que en<br />
pocas palabras dice mucho; esta sola Epístola da las reglas<br />
<strong>de</strong> su conducta á todos los iieles. En toda la Escrilura<br />
no leñemos cosa mas llena ni mas instructiva que olla.<br />
El introito es una corla poro afectuosa oración qjie el alma<br />
hace á Dios, animada do una viva confianza en su<br />
misericordia.<br />
«Escuchad, Sonor, mi oración, y oídme; porque estoy<br />
en el <strong>de</strong>samparo y en la indigencia,» aña<strong>de</strong> David. Una<br />
DESPUES DE PEMECOSTÉS. 533<br />
délas mejores disposiciones para la oración es el conocer<br />
uno sa pobreza y su necesidad. Cuando todo nos rie,<br />
cuando lisonjea todo , estamos contentos. Apenas salo uno<br />
<strong>de</strong> sí mismo cuando reinan la abundancia y la prosperidad;<br />
pásase una fácilmente sin auxilio oslraño , cuando<br />
todo florece en el propio suelo. Mas cuando lodo este esplendor<br />
tan salid'aclorio se estingue; cuando la pobreza<br />
nos asalta; cuando nos vemos abandonados y hasta aborrecidos<br />
<strong>de</strong> lascrialuras, recurrimos á Dios con confianza<br />
y con fervor. La oración es siempre viva, cuando es humil<strong>de</strong>;<br />
y siempre eficaz, cuando parte <strong>de</strong> un corazón humillado<br />
y contrito. <strong>Los</strong> honores , las riquezas tienen encantos<br />
que suspen<strong>de</strong>n muchas veces la fé, y que <strong>de</strong>bilitan<br />
siempre la <strong>de</strong>voción; las adversida<strong>de</strong>s la <strong>de</strong>spiertan;<br />
ninguna cosa nos hace acudir á Dios mas afecluosamonle<br />
que la persecución. David perseguido por Saúl ó por Ahsalon<br />
reconoce su nada, la cual perdía <strong>de</strong> vista en la<br />
prosperidad y sobre el (roño; durante, pues, esta persecución<br />
, esla aflicción, cuando se vió en este abandono<br />
universal <strong>de</strong> las criaturas, es cuando recorro á Dios. Este<br />
rey afligido y perseguido jamás tal voz huhiora podido á<br />
Dios con tanto ardor y confianza , si no se hubiese visto<br />
en tan gran<strong>de</strong> aflicción : Conservadme , «6 Dios mío, salvad<br />
á vuestro siervo que pono en vos solo toda su esperanza;»<br />
movido <strong>de</strong> mis clamores, Si'ñor, compadocoos<br />
<strong>de</strong> un siervo que no cosa dia y noche <strong>de</strong> implorar vuestra<br />
misericordia : consoladlo, puesto que en su aflicción<br />
y en sus ponas ponchen vos solo su confianza, é implora<br />
vneslro auxilio. Se ha dicho ya en otra parle, que levanlar<br />
su alma, que es ta esprosion <strong>de</strong> que usa David , «kvaii<br />
animam mcam,» hácia alguna cosa , os un modo do<br />
hablar muy ordinario en la Escrilura para esprosar el <strong>de</strong>seo<br />
ardiente que tenemos <strong>de</strong>l objeto <strong>de</strong> nuestros voto?.<br />
Pocos salmos hay mas afectuosos que este. Habla en él<br />
un siervo <strong>de</strong> Dios que <strong>de</strong>rrama su corazón <strong>de</strong>lanlo <strong>de</strong>l<br />
Señor con onlera confianza. Un crisliano en el tiempo do<br />
la tentación no podría hacer una oración mas bolla; no<br />
hay nada mas vivo , mas patético, ni mas tierno, que este<br />
salmo 8:;. Hallándonos en la aflicción ó en la <strong>de</strong>solación,<br />
él <strong>de</strong>be ser nuesira oración ordinaria.<br />
La Epístola, como hemos dicho, os un pormenor instructivo<br />
<strong>de</strong> los puntos mas importantes <strong>de</strong> ía moral cristiana;<br />
os una lección escelonle que interesa á lodos los<br />
lióles, y que mira á todas las eda<strong>de</strong>s y á todas las condiciones.<br />
«Si estamos animados <strong>de</strong>l espírílu <strong>de</strong> Dios,» nos dice<br />
el santo Apóstol; sí no vivimos según la carne , ni según<br />
los perniciosos <strong>de</strong>seos do la concupiscencia ; si SOITK S<br />
verdadoramenlo cristianos , vivamos <strong>de</strong> un modo onioramenle<br />
cristiano; «si el espírílu <strong>de</strong> Jesucrislo os el que<br />
nos anima, caminemos también según este espírilu. No<br />
seamos ávidos <strong>de</strong> vanagloria , » acomeliéndonos unos á<br />
oíros, leniéndonos envidia , llevados <strong>de</strong> una emulación<br />
secreta lan contraria á la caridad. Si no hubiese orgullo,<br />
no habria división, conlostacion ni querella. La causa<br />
ordinaria <strong>de</strong> la diversidad do senlimionfos os una vanidad<br />
secreta. Por mas que se forjen motivos plausibles<br />
<strong>de</strong> nuesira tenacidad, es seguro qno osíaríamos muy<br />
pronlo acor<strong>de</strong>s , si o! orgullo no patrocinase la causa:<br />
la envidia, los zelosson siempre los primeros frutos<br />
<strong>de</strong>l orgullo. «Hermanos mios ,» añado, «si alguno se<br />
ha <strong>de</strong>jado sorpren<strong>de</strong>r hasta cometer alguna falla, vosotros