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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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prava in dirccU^el áspera ¡n<br />

vías plams, el vidcbil (jinnis<br />

caro salulare Dci.<br />

MlíDITACtON.<br />

lo gi>3 sen<strong>de</strong>rea rector. Se<br />

Uenarán todos los valles, y<br />

se abatirán todas las montafias<br />

y todas las colinas; lo<br />

que no eslá <strong>de</strong>recho<br />

hli ADVIENTO.<br />

será<br />

rectificado, y lo que es escabroso<br />

se hará un camino<br />

llano, y toda carne verá la<br />

salud que viene <strong>de</strong> Dios.<br />

Suhre el <strong>de</strong>seo ardiente que <strong>de</strong>bemos tener <strong>de</strong> la venida <strong>de</strong>l<br />

Salvador.<br />

PUNTO mMEno— Consi<strong>de</strong>ra cuáles han sido en todo el<br />

tiempo <strong>de</strong>l antiguo Testamento los <strong>de</strong>seos ardientes y los<br />

votos <strong>de</strong> todos los sanios patriarcas, délos profetas, <strong>de</strong>. los<br />

justos por la venida <strong>de</strong>l lle<strong>de</strong>ntor; le llaman, le invitan á<br />

que venga, le ruegan con empeño, con trasportes, con votos<br />

llenos <strong>de</strong> entusiasmo. Os suplicamos, Señor, que enviéis<br />

cuanto ántes al que <strong>de</strong>béis enviar para salvarnos.<br />

Venid, Señor, como nos lo habéis prometido. Apresuraos,<br />

Señor, á venir, y no lo difiráis por mas tiempo. O<br />

cielos, haced que <strong>de</strong>scienda <strong>de</strong> lo alto el Salvador á manera<br />

<strong>de</strong> una lluvia. Ábrase la tierra para producir al Salvador.<br />

No se retrase. Señor, el veros, ni nos aílijais mas<br />

con una dilación tan larga. ¡O si os dignaseis abrir los<br />

cielos y <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> ellos para rescatarnos ! Así daban á<br />

enten<strong>de</strong>rlos santos <strong>de</strong>l antiguo Testamento el ardiente <strong>de</strong>seo<br />

que teman <strong>de</strong> la venida <strong>de</strong>l Salvador <strong>de</strong>l imuulo. I.a<br />

Iglesia no habla con menos énfasis; se aprovecha también<br />

<strong>de</strong> sus espresiones, y sus votos son todavía mas ardientes<br />

que los suyos. ¡Cuáles, pues, <strong>de</strong>ben ser los nuestros! Toda<br />

nuestra dicha eslá en Jesucristo, nuestra salud eterna<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> su venida, ¿con qué ansia no tspera un esclavo<br />

á su lihertador? Cuanto mas pesados son sus hierros,<br />

cuanto mas dura es su esclavitud, mas se aumenta el <strong>de</strong>seo<br />

do su libertad. No cesa do preguntar cuándo <strong>de</strong>be llegar<br />

su libertador; se le señala el tiempo, y cuenta sin cesar<br />

todas las horas, todos los momentos; ¡mas cuál es<br />

su alegría, cuáles sus trasportes, cuando sabe que se acerca<br />

su Salvador 1 sus <strong>de</strong>seos crecen con su conato, y nada<br />

le ocupa ya sino el dia do su libertad. Se le dice que<br />

no faltan ya mas que tres dias, (pie medio dia. ¡Buen<br />

Diosl ¡qué ardor! ¡que sania paciencia! ¿Do qüu nace<br />

que nosotros no esperimenlamos la misma ansia, los<br />

mismos <strong>de</strong>seos, la misma santa impaciencia? Denlro fie<br />

seis dias, <strong>de</strong>ntro do tres dias, <strong>de</strong>ntro do algunas:.horas<br />

vuelve á venir el aniversario <strong>de</strong>l dia afortunado <strong>de</strong>l naciuiionto<br />

<strong>de</strong>l Salvador; ¿cómo es que no hacemos aemejanles<br />

votos? ¿Por que no importunamos al Señor con iguales<br />

<strong>de</strong>mandas? La Iglesia, nuestra buena madre, nos da<br />

el ejemplo; ¿porqué no la imitamos? listo consiste en que<br />

nos falta la fé y el <strong>de</strong>seo verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> nuestra $mik<br />

cado en que Oritauioá; que aiiianios-al mundo, cuyo c^¡ií-<br />

PUMO SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra que nuestros <strong>de</strong>seos si'guen<br />

siompre á nuestras i<strong>de</strong>as; no <strong>de</strong>seamos mucho lo que espinamos<br />

poco. ¿C íinpreiulemos bien las consecuencias <strong>de</strong><br />

esta verdad esperimental? Nos fatigamos poco por ver llet>íir<br />

el dia <strong>de</strong>l nacimiento <strong>de</strong>l Salvador, y oslo consiste en<br />

(liie lo conocemos poco, en que DOÓ interesa y nos conmueve<br />

poco el esceso do su amor; que no tenemos mas que<br />

«na i<strong>de</strong>a muy débil <strong>de</strong> las ventajas <strong>de</strong> su venida ; que nos<br />

«grada el oslado triste <strong>de</strong> error, do sorvidumbre. <strong>de</strong> peritu<br />

viene á <strong>de</strong>struir, y cuyas máximas <strong>de</strong>be con<strong>de</strong>nar ol<br />

Salvador; que no tenemos gana <strong>de</strong> mudar do señor; por<br />

fin, que nuestra salud nos toca muy puco al corazón, lié<br />

aquí la causa funesta do nuestra indolencia, <strong>de</strong> nuestra<br />

frialdad,<br />

U<br />

<strong>de</strong> nuestra lastimosa indiferencia. Conocemos<br />

poco al Salvador, lo que es, lo que pue<strong>de</strong>, lo que merccci<br />

y todavía noj conocemosménos á nosotros mismos, loque<br />

somos, lo que merecemos por nuestros pecados, lo que<br />

<strong>de</strong>bemos esperar

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