Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DESPÜKS DE LA EHFAÍMA.
en vos. {Ühn. 3.)» «Toda mi Miciil.-ul consigo,» dicpD.-ivi(l,
«en ponoren Dios toda nú confianza, (l'salii). 71.]»
W Señor se halla siempre cérea de los que le invocan para
consolarlos; pero de los «que le invocan con una verdadera
confianza en su bondad. (Tsaím. tí4.)» Todos los
Salmos de David, todos los escritos de los Profetas, toda
Escritura santa está llena de exhortaciones á lodos los
fieles, para persuadirles que pongan toda su confianza en
Dios, y asegurarles que ella es omnipotente y siempreeíicaz.
¡Buen Dios, qué medio mas corto ni mas lácill Nosotros
nos quejamos de que no somos oidos; qnejémonos de
que nos falta la coníianza.
En efecto, Sefior, vos no tendréis ya motivo para darme
una queja semejante, porque yo espero con el ausilio de
vuestra gracia, (pie mi coníianza en vos será de hoyen
adelante tan perfecta, que os obligará á asistirme en todas
mis necesidades, y á ccncedermc todo lo que os pidiere
para mi salvación.
JACULATOHUS.—En vos, Señor, he puesto toda mi confianza:
estoy seguro que no he esperado nunca en vano.
(Psalm.70.)
He puesto mi confianza en el Señor; ¿por qué me decís
que huja á la monlüña? (Psalm. 10.)
PROPÓSITOS.
1 El sefior nonos pide, por decirlo así, para asistirnos
fu nuestras necesidades, y para colmamos de sus gracias,
mas que el que tengamos una entera coníianza en su bondad.
¡Oué sentimiento [ or toda una eternidad para un rc-
P'obo, él no haber (enido esla confianzal Si los príncipes
no pidiesen á sus clientes mas que la copfiauza para dispensarles
sus favores'^e hallarían muchos vasallos ó ccrtosan
)s que no la tuviesen? ¿y tendremos siempre nosotros
necesidad do estos paralelos odiosos, de estas comparaciones
tan desproporcionadas para Laceims conocer nuestra
sin razón, y cuán injusía es nuestra conduela con Dios?
Eogosos por nuestros propios intereses, cuando se traía de
los bienes perecederos, que nunca tenemos nías que en
depósito, no omitimos ninguno de cuantos medios son nec«sarií)s
para conseguirlos. ¿Dejaríamos detener coníianza,
si supiéramos que ella fuese ahsolnlumenie necesaria
para hacer eficaces nuestras demandas? ¿En qué consisle
1'ienos falta ordinariamente con respecto n Dios? Procurad,
Pues, el no teneros que reprender de es!o; es esla una \irbid
que Dios quiere que tengáis; pedidla, y estad seguios
^no os la concederá. Decidle mnclias veces: Yo creo, Sef'Or,
que nie concederéis la gracia que os pido, y que aumentareisla
confianza que tengo en vuestra bondad.
^ Antes do todas vueslriis oracioües, eseilaos á esla
Ir,isma confianza, mirándola como una disposición esencial
P»fa ser oidos. No olvidéis el escitarla igualmente en toas
vuestras necesidades, al recurrir á Diosen cien acon-
^C|mientos pesados de la vida, en (pie necesitáis siempre
e nn ausilio particular. Reanimad la confianza que teleis
vosotros, inspirando á los demás osla virtud tan nc-
' l>'irin. Kn las ocasiones que se ofrezcan, dad pruebas de
*BBSlríi fé. Todos los dias puede decirse con muclio fruto
• "''ación siguienic: Creo en vos, Señor; pero haced que
¿ sea siempre mas viva, y mi coníianza siempre mas
J 'oe. Esperoen vos. Señor; pero baced (pie mi esperanza
nJ ',€rt*PW mas segura. Os amo, Señor; pero haced que '
"mor sea siempre mas ai diente. Estoy pesare .o de
baleros ofendido; pero haced i¡i:emi ctniricion sea siempre
mas perfecta.
CUARTO DOMINGO DESPUES DE LA EPIFANIA.
Como el dia de Pascua es el que determina el número
de los domingos después de la Epifanía, y después de Pentecostés
; ¡os que hay después de la Eíjifanía, y cuyo curso
interrumpe la Septuagésima , se trasladan para llenar
los que quedan vados hasta el Adviento, y que esceden el
número de los veinte y cuatro después de Pentecostés, La
movilidad , por decirlo así, de estos domingos lia hecho
que no so les baya designado od io propio para la misa
del dia, y en esto consiste que el introito ó principio de la
misa del tercero , cuarto, quinto y sexto domingo
después de la Epifanía, es el mismo. Está lomado del octavo,
versículo del salmo 96, como queda dieboen el domingo
precedente ; solo son propios de este domingo la
Epístola y el Evangelio.
Angeles del Sefior, adorad al Juez soberano de los hoüibres
y de los ángeles ; Sion ha salido fuera de sí de regocijo
al oir contar la gloria de su Rey ; y las hijas de Jada
ban dado. Señor , saltos do alegría , al saber que vns
deiieis juzgar el universo. El Süñor es e! Rey de todo el
universo ; manifiesten su contento y hagan brillar su alegría
todos los habitantes del continente , > todas las s
del mar. Se ha dicho ya que los sanios Padres interpretan
y esplican este salmo de la primera y déla segimda
venida de Jesucristo , de 811 reino cu ¡a Iglesia , y de la
vocación de los gentiles. El mismo san Pablo determina
este sentido cu la Epislola á ¡os hebreos , donde cita las
palabras de este salmo , hablando del Yerbo hecbo hombre.
Y cuando Dios haga entrar segunda vez en el mundo
á su Hijo primogénito, dice : «que le adoren todos los ángeles
de Dios.» Es biea claro, que por esta segunda cn'rada
del IL'jo de Dios en el mundo, quiere hablar oí Apóstol de
la segunda venida del Salvador , como juez soberano de
los vivos y de los muertos. San Pablo le llama Primogénito
del Padre, no porque Jesucrisío tenga o'ros bernumos
de la misma naturaleza, ó que Dios haya engendrado oíros
de su sustancia después do él. Este término,'«primogénito,»
solo señala su grandeza sobreeminente , su generación
eterna, y su superioridad infimía sobre los ángeles y
los hombres , á los cuales da alguna vez la Escritura el
nombre de hijos de Dios, pero en un sentido muy diferente.
Se prueba que se trata aquí de la segunda veiúda
en calidad de juez,, por la palabra del texto : «Cuando lo
haga entrar segunda vez ; » lo cual hace relación á una
primera entrada que ha precedido, y porque el sabno
de donde se ha sacado este versículo parece dirigirse h-do
entero á la segimda venida. Hay sin embargo mndios
Padres, entre otros san Crisóstomo y san Cirilo de Alejandría,
que por ¡a primera introducción del Hijo de Dios,
entienden su generación eterna,, y por la segunda, su encarna!
ion ó su nacimienío temporal.
La Epístola de este dia es continuación de la 'Epístola
del domingo precedente. Está también tomada del capítulo
IBcdfe la carta que san Pablo escribió á los fieles de
Roma. Exhorta á los inferiores h obedecer á sus superiores,
hasta por un principio de conciencia , lo que prueba
que no se puede desobedecer á las potestades legítimas
en materia grave sin pecado morlal. Exhorta á los líeles a
dar ácada uno lo que le es debido. Habla en seguida del