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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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uio idad ni doseo do venganza; no os <strong>de</strong>jéis vencer por<br />

el mal, ánies bien Iratad do vencer el mal que se os hace<br />

por el bien que hiciereis á ios <strong>de</strong>más. No persigáis la injuria<br />

sino con beneficios. La alegría espiritual es el fruí0<br />

<strong>de</strong>l Espirilu Santo. Dios no quiere siervos disgustados y<br />

tristes. En cualquiera estado en que os halléis, en la pobreza,<br />

en la adversidad, en la miseria, recibidlo todo como<br />

venido <strong>de</strong> su mano, ben<strong>de</strong>cidle por todo. Levantad sin<br />

cesar vuestro corazón á Dios; hacedlo lodo para gloria<br />

suya: adorad su provi<strong>de</strong>ncia en lodo lo que os suceda»<br />

dadle gracias tanto en la prosperidad como en la adversidad,<br />

pueslo (pío todas las cosas contribuyen al bien para<br />

aquellos que le aman. Un gran motivo para regocijarse y<br />

para dar gracias á Dios <strong>de</strong> lodo lo que suce<strong>de</strong>, es<br />

que fuera <strong>de</strong>l pecado, todo lo que suce<strong>de</strong>, suce<strong>de</strong> por<br />

la voluntad <strong>de</strong> Diosen Jesucristo con cuya imágen <strong>de</strong>bemos<br />

conformarnos. No eslingais la luz <strong>de</strong>l Espíritu Santo<br />

ca vosotros por el pecado; no sofoquéis sus inspiraciones<br />

i'esisliendo á la gracia; y bajo el protesto <strong>de</strong> que hay cnlre<br />

vosotros falsos profetas, guardaos mucho <strong>de</strong> rechazar las<br />

instrucciones <strong>de</strong> los que os hablan <strong>de</strong> parle <strong>de</strong> Dios. Examinad<br />

lodas las cosas, y abrazad aquello que es bueno.<br />

No os <strong>de</strong>jéis sorpren<strong>de</strong>r por falsas preocupaciones; imitad<br />

dice san Cirilo esplicando este pasaje, imitad á los buenos<br />

cambistas, no os <strong>de</strong>jeis <strong>de</strong>slumhrar por un brillo fals<br />

por un eslerior que impone, <strong>de</strong>sechad todo lo que tiene<br />

el cufio falso, y no recibáis mas que lo que es bueno y<br />

'lo hnon peso. No basta ser inocente á los ojos <strong>de</strong> Dios,<br />

e^ preciso evitar hasta la apariencia, hasta la sombra <strong>de</strong>l<br />

"ial, para no escandalizar anadie; á lodos les <strong>de</strong>bemos el<br />

huen ejemplo, y este <strong>de</strong>ber no es la menor <strong>de</strong> nuestras<br />

oblig^cloues.<br />

El Evangelio déla misa <strong>de</strong> este diaostá tomado <strong>de</strong>l capítulo<br />

n <strong>de</strong> san Maleo, y contiene la historia <strong>de</strong> la Irasliguracion<br />

<strong>de</strong> a<strong>de</strong>stró Soflor Jesucristo sobre la montafia<br />

<strong>de</strong>l Tabor. Hacia algun tiempo que el Salvador, instruyendo<br />

á sus discípulos en los principales misterios déla religión,<br />

les habia hecho una pintura bastante viva <strong>de</strong> las humillaciones<br />

y <strong>de</strong> las ignominias <strong>de</strong> su pasión, y <strong>de</strong> loque<br />

ellos mismos lendrian que. sufrir, duro y humillante <strong>de</strong><br />

Parte <strong>de</strong> los hombres. Estas imágenes tristes eran muy á<br />

Propósito para llenar <strong>de</strong> susto á unos hombres todavía<br />

'«ateríales é imperfectos. Para sostener sin duda su fé<br />

todavía débil, y reanimar su valor <strong>de</strong>scaecido, les dijo el<br />

Sidvador que algunos <strong>de</strong> los que estaban allí presentes<br />

J10 moririan sin que hubiesen visto aparecer el Hijo <strong>de</strong>l<br />

hombre en su gloria. En efecto, cerca <strong>de</strong> seis dias <strong>de</strong>sl)Ues,<br />

Jesucristo eligió tres <strong>de</strong> sus apóstoles, Pedro, Sanüago<br />

y Juan y ios w^fr á solas sobre una alta montana,<br />

^"e se cree fué el Tabor. Como no quería que este miste-<br />

,lo fuese conocido, ni se hiciese público antes <strong>de</strong> su resurre^cion,<br />

no llovó consigo mas que un pequefio número <strong>de</strong><br />

Personas; tomó tres <strong>de</strong>sús apóstoles; era este el mi mero<br />

'^s completo que pedia la ley para hacer íirmo un testimonio.<br />

Escogió por testigos do su gloria, los que <strong>de</strong>bían<br />

Soi'lo hieu pronlo <strong>de</strong> su agonía; para enseñarnos, que<br />

Sl 'inoremos tener parte en su gloria, <strong>de</strong>bemos tener<br />

Parle en sus sufrimientos y en sus humillac iones. Hall'ndo<br />

subido á la cima <strong>de</strong> la montaría, se retiró un<br />

P^o aparit> y se puso en oración. Entonces se tras-<br />

Su,'o, esto es, apareció con todo el resplandor <strong>de</strong> su<br />

^HíSlad ; oó ya como un simple hombre, sino como un<br />

DE CUARESMA 125<br />

hombre Dios. El resplandor <strong>de</strong> su divinidad y la gloria <strong>de</strong><br />

su alma bienaventurada aparecieron visihlemenle en su<br />

cuerpo, por algunos rayos producidos por aquella luz admirable<br />

que hasta entonces habia tenido oculta en su fuente.<br />

Su rostro se puso luminoso como el sol, sus vestidos<br />

blancos como la nieve; no se mudaron esencialmente,<br />

dice san Gerónimo, solo recibieron un brillo <strong>de</strong>slumbrador,<br />

<strong>de</strong> la luz viva que resallaba <strong>de</strong> lodo su cuerpo.<br />

Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse en cierto sentido, que la vida común do<br />

nuestro Salvador, y su bajeza esterior, era propiamente<br />

una verda<strong>de</strong>ra Irasflguracion, puesto que en ella aparecía<br />

en un estado eslraño á su naturaleza; así que era necesario<br />

un milagro continuo para suspen<strong>de</strong>r el resplandor<br />

<strong>de</strong> sn gloria y <strong>de</strong> su majestad sobre su rostro, y bastaba<br />

solo suspen<strong>de</strong>r el milagro para mostrarse lal como apareció<br />

entonces. Su cuerpo era propiamente como una nube<br />

al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l sol. Naluralmenlc <strong>de</strong>bia estar todo brillante<br />

por la luz que tenia como envuelta. En este estado <strong>de</strong> majestad,<br />

Jesús no quiso aparecer solo. Moisés y Elias aparecieron<br />

á sus lados conrersando con él. Jesucristo quiso<br />

que el mismo legislador y uno <strong>de</strong> los mas ilustres profetas,<br />

diesen testimonio á los apóstoles <strong>de</strong> que él era á quien<br />

convenia lodo lo que la ley y los profetas habían indicado<br />

ó predicho <strong>de</strong>l Mesías. Hé aquí una sefial <strong>de</strong>l cielo, dice<br />

san Gerónimo, tal como la habían pedido los fariseos algunos<br />

dias antes, pero <strong>de</strong> la que no merecian ellos ser<br />

testigos. Elias, dicen los Padres, estaba todavía vivo, y<br />

apareció con su cuerpo natural; Moisés resucitó para esta<br />

ceremonia, y en seguida volvió á dormir en el Señor. El<br />

asunto <strong>de</strong> la conversación <strong>de</strong> Jesucristo con Moisés y Elias<br />

era acerca <strong>de</strong> los suplicios y <strong>de</strong> la muerte que <strong>de</strong>bia sufrir<br />

en Jerusalen. <strong>Los</strong> apóstoles quedaron poseídos <strong>de</strong> un dulce<br />

asombro, causado por la admiración y la alegría que<br />

les inspiraba la vista <strong>de</strong> esta maravilla. Entonces san Pedro<br />

trasportado todo <strong>de</strong> amor, abandonándose al regocijo que<br />

lo absorvia en una especie <strong>de</strong> éxtasis: Ah, Señor, esclama,<br />

que bien se está aquí; ¿queréis que establezcamos<br />

aquí nuestra morada? en ninguna parte po<strong>de</strong>mos estar<br />

mejor; permitid que no salgamos <strong>de</strong> aquí, nosotros formaremos<br />

aquí tres tiendas; una para vos, otra para Moisés,<br />

y otra para'Elías. San Pedro no consulla aquí mas que<br />

su buen corazón, y se <strong>de</strong>ja trasportar <strong>de</strong> su vivacidad<br />

ordinaria y <strong>de</strong>l ardor do su <strong>de</strong>voción. Todavía estaba hablando,<br />

cuando una nube luminosa les envolvió, y al mismo<br />

tiempo salió <strong>de</strong> la nube una voz que <strong>de</strong>cía: Este es mi<br />

Hijo muy amado, en quien yo he encontrado lodas mis<br />

<strong>de</strong>licias; escuchadle como á vuestro maestro ; obe<strong>de</strong>cedlo<br />

como á vuestro rey. Esta voz no se oyó hasta que Moisés y<br />

Elias hubieron <strong>de</strong>saparecido, á fin <strong>de</strong> que estando solo<br />

Jesús, dicesan Gerónimo, no quedase duda <strong>de</strong> queso dirigía<br />

á él. El esplendor <strong>de</strong> esta nube, y el sonido <strong>de</strong> esta<br />

voz, trastornaron <strong>de</strong> tal modo á los apóstoles, que poseídos<br />

<strong>de</strong>l miedo, cayeron pegado el rostro contra el suelo,<br />

y en el mismo instante toda aquella gloria <strong>de</strong>sapareció.<br />

Acercándose entonces Jesús á ellos les dijo t Levantaos y<br />

no tengáis miedo. Inmediatamente levantaron los ojos, y<br />

viendo á él solo, se serenaron. Ya se les hacia lar<strong>de</strong> para<br />

ir á contar á los <strong>de</strong>más apóstoles lo que acababa <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r;<br />

poro Jesús cuando bajaban <strong>de</strong> la montaña les mandó<br />

que no hablasen <strong>de</strong> ello con nadie hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su resurrección.

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