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uio idad ni doseo do venganza; no os <strong>de</strong>jéis vencer por<br />
el mal, ánies bien Iratad do vencer el mal que se os hace<br />
por el bien que hiciereis á ios <strong>de</strong>más. No persigáis la injuria<br />
sino con beneficios. La alegría espiritual es el fruí0<br />
<strong>de</strong>l Espirilu Santo. Dios no quiere siervos disgustados y<br />
tristes. En cualquiera estado en que os halléis, en la pobreza,<br />
en la adversidad, en la miseria, recibidlo todo como<br />
venido <strong>de</strong> su mano, ben<strong>de</strong>cidle por todo. Levantad sin<br />
cesar vuestro corazón á Dios; hacedlo lodo para gloria<br />
suya: adorad su provi<strong>de</strong>ncia en lodo lo que os suceda»<br />
dadle gracias tanto en la prosperidad como en la adversidad,<br />
pueslo (pío todas las cosas contribuyen al bien para<br />
aquellos que le aman. Un gran motivo para regocijarse y<br />
para dar gracias á Dios <strong>de</strong> lodo lo que suce<strong>de</strong>, es<br />
que fuera <strong>de</strong>l pecado, todo lo que suce<strong>de</strong>, suce<strong>de</strong> por<br />
la voluntad <strong>de</strong> Diosen Jesucristo con cuya imágen <strong>de</strong>bemos<br />
conformarnos. No eslingais la luz <strong>de</strong>l Espíritu Santo<br />
ca vosotros por el pecado; no sofoquéis sus inspiraciones<br />
i'esisliendo á la gracia; y bajo el protesto <strong>de</strong> que hay cnlre<br />
vosotros falsos profetas, guardaos mucho <strong>de</strong> rechazar las<br />
instrucciones <strong>de</strong> los que os hablan <strong>de</strong> parle <strong>de</strong> Dios. Examinad<br />
lodas las cosas, y abrazad aquello que es bueno.<br />
No os <strong>de</strong>jéis sorpren<strong>de</strong>r por falsas preocupaciones; imitad<br />
dice san Cirilo esplicando este pasaje, imitad á los buenos<br />
cambistas, no os <strong>de</strong>jeis <strong>de</strong>slumhrar por un brillo fals<br />
por un eslerior que impone, <strong>de</strong>sechad todo lo que tiene<br />
el cufio falso, y no recibáis mas que lo que es bueno y<br />
'lo hnon peso. No basta ser inocente á los ojos <strong>de</strong> Dios,<br />
e^ preciso evitar hasta la apariencia, hasta la sombra <strong>de</strong>l<br />
"ial, para no escandalizar anadie; á lodos les <strong>de</strong>bemos el<br />
huen ejemplo, y este <strong>de</strong>ber no es la menor <strong>de</strong> nuestras<br />
oblig^cloues.<br />
El Evangelio déla misa <strong>de</strong> este diaostá tomado <strong>de</strong>l capítulo<br />
n <strong>de</strong> san Maleo, y contiene la historia <strong>de</strong> la Irasliguracion<br />
<strong>de</strong> a<strong>de</strong>stró Soflor Jesucristo sobre la montafia<br />
<strong>de</strong>l Tabor. Hacia algun tiempo que el Salvador, instruyendo<br />
á sus discípulos en los principales misterios déla religión,<br />
les habia hecho una pintura bastante viva <strong>de</strong> las humillaciones<br />
y <strong>de</strong> las ignominias <strong>de</strong> su pasión, y <strong>de</strong> loque<br />
ellos mismos lendrian que. sufrir, duro y humillante <strong>de</strong><br />
Parte <strong>de</strong> los hombres. Estas imágenes tristes eran muy á<br />
Propósito para llenar <strong>de</strong> susto á unos hombres todavía<br />
'«ateríales é imperfectos. Para sostener sin duda su fé<br />
todavía débil, y reanimar su valor <strong>de</strong>scaecido, les dijo el<br />
Sidvador que algunos <strong>de</strong> los que estaban allí presentes<br />
J10 moririan sin que hubiesen visto aparecer el Hijo <strong>de</strong>l<br />
hombre en su gloria. En efecto, cerca <strong>de</strong> seis dias <strong>de</strong>sl)Ues,<br />
Jesucristo eligió tres <strong>de</strong> sus apóstoles, Pedro, Sanüago<br />
y Juan y ios w^fr á solas sobre una alta montana,<br />
^"e se cree fué el Tabor. Como no quería que este miste-<br />
,lo fuese conocido, ni se hiciese público antes <strong>de</strong> su resurre^cion,<br />
no llovó consigo mas que un pequefio número <strong>de</strong><br />
Personas; tomó tres <strong>de</strong>sús apóstoles; era este el mi mero<br />
'^s completo que pedia la ley para hacer íirmo un testimonio.<br />
Escogió por testigos do su gloria, los que <strong>de</strong>bían<br />
Soi'lo hieu pronlo <strong>de</strong> su agonía; para enseñarnos, que<br />
Sl 'inoremos tener parte en su gloria, <strong>de</strong>bemos tener<br />
Parle en sus sufrimientos y en sus humillac iones. Hall'ndo<br />
subido á la cima <strong>de</strong> la montaría, se retiró un<br />
P^o aparit> y se puso en oración. Entonces se tras-<br />
Su,'o, esto es, apareció con todo el resplandor <strong>de</strong> su<br />
^HíSlad ; oó ya como un simple hombre, sino como un<br />
DE CUARESMA 125<br />
hombre Dios. El resplandor <strong>de</strong> su divinidad y la gloria <strong>de</strong><br />
su alma bienaventurada aparecieron visihlemenle en su<br />
cuerpo, por algunos rayos producidos por aquella luz admirable<br />
que hasta entonces habia tenido oculta en su fuente.<br />
Su rostro se puso luminoso como el sol, sus vestidos<br />
blancos como la nieve; no se mudaron esencialmente,<br />
dice san Gerónimo, solo recibieron un brillo <strong>de</strong>slumbrador,<br />
<strong>de</strong> la luz viva que resallaba <strong>de</strong> lodo su cuerpo.<br />
Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse en cierto sentido, que la vida común do<br />
nuestro Salvador, y su bajeza esterior, era propiamente<br />
una verda<strong>de</strong>ra Irasflguracion, puesto que en ella aparecía<br />
en un estado eslraño á su naturaleza; así que era necesario<br />
un milagro continuo para suspen<strong>de</strong>r el resplandor<br />
<strong>de</strong> sn gloria y <strong>de</strong> su majestad sobre su rostro, y bastaba<br />
solo suspen<strong>de</strong>r el milagro para mostrarse lal como apareció<br />
entonces. Su cuerpo era propiamente como una nube<br />
al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l sol. Naluralmenlc <strong>de</strong>bia estar todo brillante<br />
por la luz que tenia como envuelta. En este estado <strong>de</strong> majestad,<br />
Jesús no quiso aparecer solo. Moisés y Elias aparecieron<br />
á sus lados conrersando con él. Jesucristo quiso<br />
que el mismo legislador y uno <strong>de</strong> los mas ilustres profetas,<br />
diesen testimonio á los apóstoles <strong>de</strong> que él era á quien<br />
convenia lodo lo que la ley y los profetas habían indicado<br />
ó predicho <strong>de</strong>l Mesías. Hé aquí una sefial <strong>de</strong>l cielo, dice<br />
san Gerónimo, tal como la habían pedido los fariseos algunos<br />
dias antes, pero <strong>de</strong> la que no merecian ellos ser<br />
testigos. Elias, dicen los Padres, estaba todavía vivo, y<br />
apareció con su cuerpo natural; Moisés resucitó para esta<br />
ceremonia, y en seguida volvió á dormir en el Señor. El<br />
asunto <strong>de</strong> la conversación <strong>de</strong> Jesucristo con Moisés y Elias<br />
era acerca <strong>de</strong> los suplicios y <strong>de</strong> la muerte que <strong>de</strong>bia sufrir<br />
en Jerusalen. <strong>Los</strong> apóstoles quedaron poseídos <strong>de</strong> un dulce<br />
asombro, causado por la admiración y la alegría que<br />
les inspiraba la vista <strong>de</strong> esta maravilla. Entonces san Pedro<br />
trasportado todo <strong>de</strong> amor, abandonándose al regocijo que<br />
lo absorvia en una especie <strong>de</strong> éxtasis: Ah, Señor, esclama,<br />
que bien se está aquí; ¿queréis que establezcamos<br />
aquí nuestra morada? en ninguna parte po<strong>de</strong>mos estar<br />
mejor; permitid que no salgamos <strong>de</strong> aquí, nosotros formaremos<br />
aquí tres tiendas; una para vos, otra para Moisés,<br />
y otra para'Elías. San Pedro no consulla aquí mas que<br />
su buen corazón, y se <strong>de</strong>ja trasportar <strong>de</strong> su vivacidad<br />
ordinaria y <strong>de</strong>l ardor do su <strong>de</strong>voción. Todavía estaba hablando,<br />
cuando una nube luminosa les envolvió, y al mismo<br />
tiempo salió <strong>de</strong> la nube una voz que <strong>de</strong>cía: Este es mi<br />
Hijo muy amado, en quien yo he encontrado lodas mis<br />
<strong>de</strong>licias; escuchadle como á vuestro maestro ; obe<strong>de</strong>cedlo<br />
como á vuestro rey. Esta voz no se oyó hasta que Moisés y<br />
Elias hubieron <strong>de</strong>saparecido, á fin <strong>de</strong> que estando solo<br />
Jesús, dicesan Gerónimo, no quedase duda <strong>de</strong> queso dirigía<br />
á él. El esplendor <strong>de</strong> esta nube, y el sonido <strong>de</strong> esta<br />
voz, trastornaron <strong>de</strong> tal modo á los apóstoles, que poseídos<br />
<strong>de</strong>l miedo, cayeron pegado el rostro contra el suelo,<br />
y en el mismo instante toda aquella gloria <strong>de</strong>sapareció.<br />
Acercándose entonces Jesús á ellos les dijo t Levantaos y<br />
no tengáis miedo. Inmediatamente levantaron los ojos, y<br />
viendo á él solo, se serenaron. Ya se les hacia lar<strong>de</strong> para<br />
ir á contar á los <strong>de</strong>más apóstoles lo que acababa <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r;<br />
poro Jesús cuando bajaban <strong>de</strong> la montaña les mandó<br />
que no hablasen <strong>de</strong> ello con nadie hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su resurrección.