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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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188 VIERNES TERGEKO<br />

cion, buen DiosI ¡quó espanto! ¡qué doloii ¡qué rabial<br />

Qué: ¿presenlarso dclanle<strong>de</strong> Dios para darle cuenta sin<br />

estar preparadas estas cuentas? ¿Ser citados al tribunal<br />

do Dios sin tener nada para jnslitlcarnos do tantas faltas,<br />

<strong>de</strong> que nos acusa nuestra propia conciencia? ¿sin baber<br />

hecho nada para ganar á nuestro Juez? Nuestra fé, nuestra<br />

razón misma nos hacen el proceso; todo nos asegura<br />

y nosotros lo vemos , que <strong>de</strong>bemos per<strong>de</strong>rle; y se trata <strong>de</strong><br />

nuoslra suerte eterna.<br />

Comprendamos, si es posible, las alarmas, los sentimientos,<br />

la <strong>de</strong>solación, que <strong>de</strong>be causar en este momento<br />

tan fatal sorpresa. ¡Ah! ¡si á lo ménos no hubiésemos tenido<br />

tiempol pero lo hemos tenido. iSi hubiésemos ignorado<br />

el peligro do ser sorprendidos! pero lo hemos sabido.<br />

[Si no hubiésemos pensado nunca en las funestas consecuencias<br />

<strong>de</strong> la falla <strong>de</strong> atención y <strong>de</strong> previsión! pero las<br />

heñios previsto y todo sin fruto.<br />

Dios mió, qué sabios han sido los santos por haber tenido<br />

siempre las lámparas encendidas en la mano. Qué<br />

dichoso ha sido un san Abraham por babor pasado cincuenta<br />

afios Solo en el <strong>de</strong>sierto sin pensar mas que en esto<br />

momento <strong>de</strong>cisivo, á fin <strong>de</strong> no ser sorprendido por<br />

la llegada <strong>de</strong>l soberano Seííor. ¿Seria posible, Señor,<br />

que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todas las reflexiones que acabo <strong>de</strong> hacer,<br />

tuviese todavía la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> ser sorprendido? No<br />

permitáis, Sefíor, que la resolución q»e yo lome en este<br />

momento, sea ineficaz. Do aquí a<strong>de</strong>lante no habrá dia ni<br />

hora en toda mi vida en que no piense eu este último momento.<br />

JACULATOIUAS.—No mo llaméis. Señor, en medio <strong>de</strong><br />

mi carrera, no sea quo mo encuentre sorprendido.<br />

[Psalm. 101.)<br />

Seqúese mi mano <strong>de</strong>recha y qué<strong>de</strong>seme inúli!, si pierdo<br />

jamás do vista la celestialJerusalcn. (Psalra. 136.)<br />

estar pronto para prepararnos á comparecer <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

Dios en esto mismo dia.<br />

2 Consi<strong>de</strong>rad cada dia como si fuese el último <strong>de</strong> vuestra<br />

vida, y no comencéis ninguno sin pensar que pue<strong>de</strong><br />

ser que no le concluyáis. Es una práctica muy santa el terminar<br />

siempre la oración <strong>de</strong> la mañana y <strong>de</strong> la noche por<br />

un acto <strong>de</strong> contrición y por el «De profundis.» Es esta una<br />

oración que <strong>de</strong>béis hacer por vosotros, como por los <strong>de</strong>más.<br />

San Pablo se consi<strong>de</strong>raba como si á todas horas estuviese<br />

moribundo: «Quolidio morior.» (1. Cor. 13.) Santa<br />

Teresa no oia jamás sonar el reloj, sin que se dijese á sí<br />

misma: Ta estoy una hora mas cerca <strong>de</strong>l soberano Señor.<br />

En fin, procurad <strong>de</strong>s<strong>de</strong> osle momento poner en buen eslado<br />

los negocios <strong>de</strong> vuestra conciencia; cuidad <strong>de</strong> que estén<br />

bien ajustadas todas vuestras cuentas; que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />

Ave María, que <strong>de</strong>béis rezar todas las veces que oyereis<br />

tocar la hora, podáis añadir estas bellas palabras <strong>de</strong>l Profeta<br />

(Psalm. 3f!): Mi corazón está, Señor, preparado, yo<br />

os espero en toda hora. Dichoso el siervo al que cuando<br />

llegue su Señor le encontrase en el ejercicio <strong>de</strong> esta práctica<br />

<strong>de</strong> piedad. (Matt. 24.)<br />

Tomad hoy la resolución do ser este siervo vigilante y<br />

fiel. Por a<strong>de</strong>lantado que uno esté en los caminos <strong>de</strong>l Señor,<br />

siempre so necesitan estas pequeñas prácticas <strong>de</strong><br />

piedad para prevenir la flojedad, y para <strong>de</strong>spertar el fervor.<br />

La inconstancia en servirse <strong>de</strong> estas piadosas indostrias<br />

6 el olvido do ellas <strong>de</strong>bilitan la mejor voluntad, y<br />

producen el disgusto. No os <strong>de</strong>saniméis; el enemigo <strong>de</strong> la<br />

salud se aprovecha muchas veces <strong>de</strong> nuestro enfado. Descuidamos<br />

ú olvidamos la mayor parte <strong>de</strong> estas pequeñas<br />

prácticas, no nos impacientemos; renovemos diariamente<br />

nuestra resolución; pidamos á Dios nuevos socorros; digamos<br />

cada dia, y en todas las horas <strong>de</strong>l dia: « <strong>de</strong>sdo esto<br />

momento empiezo.» Esta perseverancia eu querer no <strong>de</strong>ja<br />

nunca <strong>de</strong> producir fruto.<br />

PROPÓSITOS,<br />

1 ¿Quó se dh ia do una persona que teniendo un pleito<br />

do una consecuencia iníinila, pronto ya para fallarse,<br />

pensase en cosas diferentes, y que en lugar <strong>de</strong> instruir á<br />

sus jueces, <strong>de</strong> solicitarles, <strong>de</strong> prepararse á respon<strong>de</strong>r, pasase<br />

los dias en divertirse y no se emplease mas que en<br />

inutilida<strong>de</strong>s? ¿Nos portamos nosotros mas sabiamente? ¿la<br />

analogía nos conviene enteramente? i Quó horrible es el<br />

ser sorprendidos en la muerte <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido advertidos<br />

cien veces <strong>de</strong> que lo seríamos! No difiráis el tenerlo<br />

lodo pronto. Ciertamente no querríais comparecer<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios tal como estáis; y ¿serán mejores las disposiciones<br />

con que compareceréis? ¿Y viviendo como vivís,<br />

tenéis motivo para creer que moriréis tranquilamente?<br />

No escuchéis al espíritu que os inclina á trasladar para<br />

otro tiempo una conversión, una reforma que <strong>de</strong>berla estar<br />

hecha hace ya muchos años. Tenéis alguna reconciliación<br />

que concluir, ciertas cuentas que arreglar, algún salario<br />

que pagar, alguna reslilucion que hacer; ya se os<br />

ha advertido que no <strong>de</strong>jéis para otro tiempo lo que no se<br />

difiere jamás sin riesgo. Todo <strong>de</strong>bía estar resuelto, y aun<br />

está todo por hacer. Así es como uno se engaña á sí mismo<br />

toda su vida. No seáis por mas tiempo el juguete <strong>de</strong><br />

vuestras irresoluciones; el negocio es <strong>de</strong> la mayor consecuencia.<br />

Consultad hoy mismo con un sabio y celoso director,<br />

y <strong>de</strong>terminad con él lo que habéis <strong>de</strong> hacer para<br />

VIERNES TERCERO DE CUARESMA,<br />

QCE TAMBIEN SE LLAMA DE LA SAMAIUTANA.<br />

Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que la misa <strong>de</strong> este dia está llena <strong>de</strong> misterios,<br />

y que contiene en compendio toda la economía <strong>de</strong><br />

la salvación. El <strong>de</strong>seo sincero <strong>de</strong> un pecador que quiero<br />

convertirse, y que es como la primera disposición <strong>de</strong> su<br />

convíírsion, se ve cu la plegaria con que empieza la misa,<br />

la Epístola es una figura <strong>de</strong> lo que pasa en la conversión<br />

<strong>de</strong>l pecador, y el Evangelio es el cuadroque la representa.<br />

Dad, Señor, <strong>de</strong>cimos en el introito do la misa, una señal<br />

brillante <strong>de</strong> vuestra bondad conmigo; vean mis enemigos<br />

que me socorréis y me consoláis, y que<strong>de</strong>n por<br />

esto cubiertos ellos <strong>de</strong> confusión. Señor, aten<strong>de</strong>d á mi<br />

oración, y oidme, porque me hallo en el <strong>de</strong>samparo y la<br />

indigencia. Esta es la oración que hace á Dios en el salmo<br />

85 David perseguido, por Saúl, ó por Absalon, cuando andaba<br />

errante y espucsto á las mayores <strong>de</strong>sdichas durante<br />

su <strong>de</strong>sgracia. S¡ el estado lamentable en que se hallaba<br />

entonces el real Profeta es la figura <strong>de</strong>l pecador, la oración<br />

que hace á Dios puedo servir <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> la quo<br />

<strong>de</strong>be hacer al Señor el que está en <strong>de</strong>sgracia suya. San<br />

Agustín espone todo este salmo, aplicándolo á Jesucristo<br />

cargado con nuestras iniquida<strong>de</strong>s, el cual caminando á<br />

pa<strong>de</strong>cer, pi<strong>de</strong> á Dios su Padre que le asista, y predice su<br />

resurrección, y la vocación <strong>de</strong> los gentiles á la fé y á la<br />

Iglesia,

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