Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

do asombro y de su sanio pavor t quo Ies obligaba íi csdamar
con profundes seuliniienlos de admiración y d«l
reconocimienlo mas vivo : En verdad tenemos entre nosotros
el mayor profeta quo se ha suscitado jamás. El
Señor se ba dignado visitar su pueblo, enviándonos el gran
Profeta que nos babia prometido, y bacer brillar á nuestra
vista su omnipotencia.
Estos son los pasos que Dios da para mover, para convertir
y para resucitar al pecador. Se acerca á él, aunque está
muerto, y se conmueve ; lebace oirsu voz, ya por ios
remordimientos de la conciencia, ya por otras inspiraciones
secretas ; pasos sin embargo inútiles, si el pecador no
responde á estas preparaciones, si Eos que le llevan, que
le lisonejan , lo seducen , no so detienen , esto os , si las
pasiones no callan, para dejarle oir la voz interior del
Salvador.
Los judíos enterraban sus muertos fuera de las ciudades,
y los sepultaban en cavernas abiertas en las rocas.
Miraban los sepulcros como lugares manchados y como
una tierra profana. Los cristianos por el contrario , seguros
de la resurrección , y presumiendo que muchos de
aquellos cuyos cuerpos están enterrados en los cementerios
gozan de la bienaventuranza en el cielo , miran estos
lugares con respeto y veneración. Por esto se ponian los
cemenlerios cerci de las iglesias, y se enterraban los muertos
en los templos, lo que procede al parecer de que en
oíros tiempos se ediücaban las iglesias sobre los sepulcros
de los mártires.
La oración de la misa de este dia es como sigue:
DE CUARESMA.
Vm-M, qumsumus, omni- Goncedednos, ó Dios ompoíens
Deus : ttí quos jejmia nipotente, quo morlilicaudo
votiva caslif/ant, ipsa quo- nuestros cuerpos con estos
quedevotiosancta iMificH: ut ayunos solemnes, esperitetrenis
affeclibus iniligatis, mentemos al mismo tiempo
facüius celestia capiamus. la alegría santa que inspi-
Per Dominum...
rala piedad, á fin deque
disminuyéndose el ardor de
los afectos de la tierra, seamos
mas capaces de gustar
las cosas celestiales; por
nuestro Señor, etc.
La Epístola está tomada del eapilulo i del cuarto libro de
In diebus iüis: Venk niulier
Sanamilis ad Eliseum
in montem Carmeli: cumque
vidisseí eam vir Dei e contra,
ait ad Giezi puemm sumí:
Ecce Smamiíis illa. Vade
ergo in oceursum ejus, el dic
ei: Rectene agitur circa te,
et ciña virum lmm) el circa
fdium luum ? Qaa; respondü:
Recle. Cwnquc venisset ad
virum üciiiimonlcm, apprelicndit
pedes ejus: el accessil
Giezi ut amoveret eam. Et
ait homo Od: Dimitte illam:
TOMO
IV.
los Reyes.
En aquellos días, vino una
mujer de Sonam á ver á
Eliseo á la montaña del
Carmelo, y habiéndola visto
oJ hombre de Dios, que venia
á él, dijo á Giezi, su
criado: Ves allí aquellaSunamitis,
sadla al encuentro,
y díte: ¿Va todo bien en tu
casa, tú, tu marido y tu hijo,
lo pasáis bien? A lo que
ella respondió: Todo va
bien. Habiendo liegadoadonde
estaba el hombre de Dios
en la montaña, se abrazó á
amma enm ejus tn armniudinc
est, et Dominus celavit
a me, ct non indicavil
mild. Quw dixü illi: ÍYHÍHquid
peliii fúhm a Domino
meo ? mmqidd non dixi libi:
Ne illudas me ? El Ule ail
ad Giezi: Accinge lumbos
tuos, el lolle baculum mema
in manu tua, el vade. Si occurrerit
libi bomo, non sálales
eam: el si salutaverit le
quispiam , non respondeas
illi: el pones baculum mcum
super faciem pueri. Porro
maler pueri ait: Yivit Dominus,
el vivit anima íua, non
dimillam te. Surrexil ergo,
et secutas esl eam. Giezi aulem
pmcesserat ante eos, el
posuerat baadmi super faciem
pueri, el non eral vox,
negué sensus: reversusque
eslia ocmrsum ejus, clnuntiavit
ei, dicens : Non surrexil
pucr. Ingressus esl ergo
EHseus domum , el ecce puer
morlms jacebal in leclulo
ejus: ingressusque davsil oslium
super se, el super puerum,
et oravit ad Dominum,
El ascendil, el incubuit super
puerum, posuilque os
smm super os ejus, el oculos
saos super oculos ejus, et
manus suas super mams
ejus: el tncwtm'ií se super
eum, et mlefacta esl caro
pueri. Al Ule reversus deambnktvil
in domo, semel huc
alque illut: el ascendit, et
incubuit stíper eum: el oscilaxitpuer
seplies, aperuitque
oculos. Al Ule vocavit Giezi,
el dixü ei: Voca Sunamilidem
hanc. Qum vocala ingressa
esl ad eum. Qui ait:
Tolle fUium luum. Yenitüh,
et corruil ad pedes ejus , et
adoruvil super imam ; íwlilque
fiUum suum, el egressa
cst, et Eliscus reversus esl
in Galgala.
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sus piés, y acercándose Giezi
quiso relírarla. Mas el
hombre de Dios le dijo: Déjala
: su alma está llena de
amargjifa, y .el Señor vme
la ha oculuuio y. ao me la
ha dado á cfftb'cer. Entonces
la mujer le dijo: ¿Os he
pedido yo un hijo, Señor?
¿no os dijo ántes bien, no
me engañéis? Eliseo dijo á
Giezi; Cíñete, toma mi báculo
en la mano y marcha.
Si encontrares alguno en
el camino, no le saludes, y
si alguno te saluda no l-p
respondas, y pon mi báculo
sobre el rostro del niño. Mas
la madre del niño dijo á
Eliseo: Por el Señor y por
tu vida, que no le dejaré
basla que vengas conmigo.
Púsose, pues, encamino, y
la siguió Giezi; sin embargo
babia ido delante de
ellos, y habia puesto el báculo
sobre el rostro del niño,
pero no le babia vuelto ni
el sentido , ni la palabra.
Habiendo , pues, salido al
encuentro de su maeslro, le
dijo: Ei niño no ha resucitado.
En seguida entró Eliseo
en la casa y halló el niño
muerto echado en su lecho;
cerró inmediatamente la.'
puorla, quedándose dentro
él y el niño, y oró al Señor.
Después subió al lecho y se
acostó sobre el niño; puso
su boca sobre la boca del
niño, sus ojos sobre sus ojos
y sus manos sobre sus manos,
se encorvó sobre él, y
se calentó la carnedo! niño.
Habiendo luego Eliseo bajado
del lecho, se paseó y
dió dos vueltas por el apo-
-sento, y volviendo á subir
sobre el lecho, se acostó de
nuevo sobre el niño. Entonces
el niño bostezó siete
veces y abrió los ojos. Eliseo
inmediatamente llamó á
Giezi, y le dijo: Haz venir
á esa Suuamiüs. Ella vino
luego y entró en el aposento,
y Eliseo la dijo: Llévate
á tu hijo. Aíjuella mujer
se acercó á él, se echó á
sus piés, posti ándose pro-
• fundamente hasta la tierra,
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