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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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402 DOMINGO SEPTIMO<br />

espíritu <strong>de</strong> Jesucrisío, mira con horror el espírilu <strong>de</strong>l<br />

iiiuntlo; liaccí imn giitfrra ¡tTeconciliable al amor propio, y<br />

gu cjcrcii^o ordiiiiuio es la moi'lilicacion <strong>de</strong> los sentidos y<br />

<strong>de</strong> las pnsionos. La voluntad <strong>de</strong> Iiios es el gran móvil que<br />

la hace ojear; Jesucristo en la cruz el gran mo<strong>de</strong>lo que se<br />

propone; el Evangelio su ley ; la vida <strong>de</strong> los sanios su<br />

escuela; y su aplicación y estudio consisto en la práctica<br />

<strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s cristianas. lil pensamiento <strong>de</strong> la muerte la<br />

consuela, el <strong>de</strong> la otornidad la ocupa, y el único objeto <strong>de</strong><br />

sus votos os el cielo. Una piedad estudiada y artificial<br />

apenas va mas que poreaminosostraviados y eslravaganles.<br />

La verda<strong>de</strong>ra piedad no sale nunca <strong>de</strong> su estado. La<br />

humildad, la mo<strong>de</strong>stia, la mansedumbre, una mortificación<br />

continua, una caridad sin límites, un <strong>de</strong>seo puro do<br />

agradará Dios, una puntualidad en cumplir con sus obligaciones,<br />

una fégenerosa y universal, una confianza en<br />

Dios sin r^erva, una perseverancia inalterable y superior<br />

áloJos los acontecimientos, tales son los rasgos mas señalados<br />

<strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>voción; consi<strong>de</strong>remos si os osle ol<br />

carácter <strong>de</strong> la nuestra.<br />

PUNTO SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra que para agradar á Diosos<br />

necesario querer las cosas en el mismo or<strong>de</strong>n que Dios las<br />

quiere, porque su voluntad <strong>de</strong>be ser regla <strong>de</strong> la nueslra,<br />

como que ella os el principio <strong>de</strong> todo bien. Do aquí es,<br />

que el hombre justo no medirá Jamás su condición por su<br />

<strong>de</strong>voción , sino que siempre reglará su <strong>de</strong>voción por la<br />

condición á que Dios le llama, y la hará consistir sobre<br />

todo en cumplir perfectamente todas las obligaciones <strong>de</strong><br />

su estado. No tanta ostentación <strong>de</strong> piedad, no tanta reforma<br />

esterior, no tantos lamentos por la relajación do loa<br />

<strong>de</strong>más, sino mas caridad, mas <strong>de</strong>sinterés, mas buena fé,<br />

mas mortificación , mas sentimientos bajos <strong>de</strong> sí misaio,<br />

rnénos vivacidad sohre o! punto <strong>de</strong> honor, ménos dureza<br />

sohre las miserias do otro, mónos <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za para su persom,<br />

estos son los puntos capitales y como el fundamento<br />

<strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>voción. ¡ Qué ot ror el buscar uno su<br />

perfección fuera <strong>de</strong> su estado ¡ Las condiciones son diferentes;<br />

pero la obligación <strong>de</strong> cumplir en ellas todas sus<br />

obligaciones es la misma ; no toda <strong>de</strong>voción es á propósito<br />

para lodo género <strong>de</strong> condiciones. Lo que serviria para la<br />

santidad do losónos, seria un obstáculo para la salud <strong>de</strong><br />

los otros. Son las diferentes condiciones, según el Kvangolio,<br />

como otros tantos árboles que <strong>de</strong>ben lodos llevar fruto,<br />

pero cada uno elfrulo<strong>de</strong>su especie; y esto es puntualmente<br />

lo que hace nuestra cobardía y nuestras infi<strong>de</strong>lida<strong>de</strong>s<br />

mas inescusables. Si fuese necesario adquirir la perfección<br />

propia <strong>de</strong> un estado diferente <strong>de</strong> aquel á que Dios<br />

nos ha llamado, costaría esto mucho y la virtud seria penosa;<br />

pero ¿qué escusa le queda á ninguno sabiendo quo<br />

la verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>voción consiste en el cumplimiento délas<br />

obligaciones <strong>de</strong> su estado ? Una persona religiosa no está<br />

obligada para santificarse, mas que á observar exaclamenlo<br />

sus votos; <strong>de</strong>sempeñar con puntualidad todos sus<br />

<strong>de</strong>beres, y guardar sus reglas; su perfección, por <strong>de</strong>cirlo<br />

con precisión, consiste en la perfecta observancia <strong>de</strong> todas<br />

sus reglas. Un padre, una madre <strong>de</strong> familia halla, por <strong>de</strong>cirlo<br />

así, reducida su perfección á la práctica <strong>de</strong> las obligaciones<br />

<strong>de</strong> su casa; omitirlas para ejercitarse en otras<br />

buenas obras, aunque sean <strong>de</strong> mayor perfección, es una<br />

ilusión. Correr á las iglesias y á los hospitales, mientras<br />

que el cuidado <strong>de</strong> la educación <strong>de</strong> los hijos queda abandonada<br />

á discreción <strong>de</strong> los domésticos, es una ilusión la-<br />

mentable. Omitir los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> su estado , no guardar<br />

las reglas en el estado religioso que se ha abrazado, para<br />

hacer olías buenas obras, es, sí, trabajar mucho, pero<br />

todo en bal<strong>de</strong>. I'or mas santo que sea el zelo, <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> sor<br />

meritorio luego que es incompatible con los <strong>de</strong>beres que<br />

prescribe nuestro estado. Dios quiere ser servido conforme<br />

á su voluntad, y nó conforme á nuestra inclinación y<br />

capricho; solamente ejecutando con puntualidad las ór<strong>de</strong>nes<br />

<strong>de</strong> su Señor, es como agrada el siervo.<br />

De este modo y con esta condición quiero yo (ambien,<br />

Señor, agradaros. Las obligaciones <strong>de</strong> mi estado serán<br />

<strong>de</strong> hoy mas las primeras que, medíanle vuestra santa<br />

gracia, me propongo cumplir, y mi mayor <strong>de</strong>voción consistirá<br />

en hacer vuestra voluntad.<br />

JACÜHTORIAS.—Enseñadme, Señor, á que en todo haga<br />

vuestra voluntad, puesto que vos sois mi Dios. (Psalm. 142),<br />

Renovad en mí, Señor, la pureza <strong>de</strong>l corazón y la rectitud<br />

<strong>de</strong>l espíritu, sin las que es imposible que yo os<br />

agrado. (Psalm. íiO.)<br />

PROPOSITOS.<br />

1 Una persona sólidamente virluosn, es una persona<br />

sin amor propio, sin doblez, sin ambición. Es una persona<br />

severa siempre consigo misma, y que no se perdona cosa<br />

alguna, al mismo tiempo que es indulgente con los <strong>de</strong>más,<br />

en cuyo favor todo lo escusa. Atenla sin afectación, complacienle<br />

sin bajeza, oficiosa sin interés, exacta observadora<br />

<strong>de</strong> la ley sin escrúpulo, unida á Dios sin violencia.<br />

Un hombre verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong>voto, es un hombre quo<br />

siente bajamente <strong>de</strong> sí mismo, que eslima á lodos los <strong>de</strong>más,<br />

porque no ve en ellos mas que las virtu<strong>de</strong>s que tienen,<br />

y no consi<strong>de</strong>ra en sí mas que los <strong>de</strong>fectos á que está<br />

sujeto. Como no se gobierna sino por las máximas sobrenaturales,<br />

nunca cree que los que le <strong>de</strong>sprecian le hacen<br />

agravio, porque no cree se le <strong>de</strong>ba el honor que le rehusan.<br />

Instruido en la escuela <strong>de</strong> los santos, prefiere las mas<br />

pequeñas obligaciones <strong>de</strong> su estado, á las acciones mas<br />

brillantes por su elección y por su gusto. En fin, es un<br />

hombre que nutre su inocencia con los ejercicios <strong>de</strong> la<br />

penitencia. Siempre contento, siempre afable, siempre en<br />

paz, siempre con una igualdad <strong>de</strong> humor inalterable, á<br />

quien no engríen los mas faustos sucesos, ni abálenlos<br />

acci<strong>de</strong>ntes mas funestos ; porque sabe que los bienes y los<br />

males <strong>de</strong> esta vida vienen siempre <strong>de</strong> una misma mano,<br />

y como la única regla <strong>de</strong> su conduela es la vohmlad <strong>de</strong><br />

Dios, hace siempre lodo lo que Dios quiere, y quiere siempre<br />

lodo lo que Dios hace. Tengamos continuamente esto<br />

relralo y este espejo á la vista, y consi<strong>de</strong>remos <strong>de</strong> tiempo<br />

en tiempo si nueslra <strong>de</strong>voción se parece á este mo<strong>de</strong>lo.<br />

2 Confrontemos frecuentemente nuestra <strong>de</strong>voción con<br />

osle retrato, y corrijamos los <strong>de</strong>fectos que notáremos en<br />

nuestra conducta. Apreciemos como se <strong>de</strong>be las obligaciones<br />

mas pequeñas <strong>de</strong> nuestro estado, y consi<strong>de</strong>remos<br />

qué reglas <strong>de</strong> nuestro instituto son los que guardamos<br />

con flojedad. No hay cosa pequeña en el servicio <strong>de</strong> Dios;<br />

sirvámosle con fervor; no sea nueslra <strong>de</strong>voción, ni enfadosa,<br />

ni floja, ni variable. Nada hay que así agravie á la<br />

verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>voción como el mal humor y los <strong>de</strong>fecíos<br />

groseros <strong>de</strong> los que pasan por <strong>de</strong>votos.

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