Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DE PENTECOSTES. 427 stupverunl ex ch'i'umdsione fidcks, qui veneran l rnm retro : quia el in naliunes yralitiSpiritusSancti
428 DIA SEGUNDO \) >v lo ; Vncíicios, La oivncion es uno dft los mns scfialiidos, p(;ro IÜ rodoricion es mucho mas insigne. C)iic un Dios nos haya dado su propio Hijo para rescatarnos, y que este Hijo, Dios como su Padre, sea nueslro rescate y el precio de nnc-lra redención : comprendamos el sentido de lodos estos lénninos; comprendamos el mérito de este incomprensible misterio. Confesemos por lo ménos que el amor (|ue Dios nos lia tenido es superior á todo lo que se puede pensar, á lodo loque puede decirse mas justo, esto es, quii Dios nos ha amado como Dios, l'ero el íin de este iiicoin|n-eiisible bcneücio es tan adodrablo como el benelicio mismo. Dios nos ha dado á su propio Dijo, para q'ie sb Rft! pordicsein^s y para hacernos elernamenle dichosos, i Dios mió 1 ¡cuáles serian nuestros senlimicnlos de admiración, de amor y de reconocimiento si noí penetrásemos como se debe de loque meditamos! Consideremos la vida y la muerte del Uedentor: recorramo-i todos los misterios de nuestra religión, la Eucaristía, los demás sacramentos, y el Iin detodos estos medios (pie es la eternidad bienaventurada; hé aquí lo que Dios ha hecho para probamos el esceso de su amor. ¿Qué nos parece? ¿ha hecho bastante? ¿pedia hacer mas? ¿creemos, Señor, lodas estas maravillas? ¿y na tiene nuestra (e deque reconveiiirnos sobre esto? diríase que todo esto no es aun bastante para nueslro Dios. El Hijo , después de ha- Dernos dado lodo lo que lieneôdo lo que es, su cuerpo, su sangre, su vida, quiere todavía subir él mismo al cielo para enviarnos del seno de, su Padre el Espíritu Santo, como si el amor que nos tiene no hubiese quedado satisfecho, si la tercera Persona de la adorable Trinidad no nos hubiera dado en particular una nueva prueba. El Padre da á su único Hijo ; ol Hijo habiéndose encarnado da su sangre y su vida; y el Espíritu Sanio desciende visíbiemenlcsobre los hombres para colmarlos de sus dones. Hé aquí á Dios lodo ocupado, por decirlo así, para probarnos hasta qué esceso nos ama. Hombres insensibles á unos beneliciüs tan insignes, á un amor tan incomprensible, ¿qué os parece? ¿Nos ha amado Dios bastante? Quejémonos si ha podido hacer mas de lo (pie ha hecho. ¡Ah! Dios ba hecho mas de lo que nosotros mismos nos hubiéramo.s atrevido á desear, mas de lo que podiamos creer. V este Dios que es ¡nrmitamenle amable., y que nos ama inünilamenle, ¿es amado de nosotros? PINTO SEGIÍMIO. — Considera que no es un motivo poqueño para amar á Dios el ver enán poco es amado. Parece increible: un Dios inílnilamente amable nos permite que le amemos: ¡qué honor para una vil ei iaínra! ¿Debe nueslro corazón, puede no estar conlinuamente abrasado de este divino amor? ¿qué otro objeto puedo moverle11 orHfiarlc un momenlo?De este modo piensa lodo espíritu racional. ¡Ah! Dios nos permite amarle; ¿y quien es el (pie se apresura á darle su corazón? Dios nos manda que le amemos, ¿ y es obedecido exactamente? El amor so produce de mil maneras; el cnlendimiento no se ocupa mas (pie del objeto anwdo; jamás se cansa de hablar de él; no encuentra gusto mas que en lo que, á él le adrada; todo lo que es conlrano á sus sentimientos noschoca; ¿¡Jg lodo esto puede concluirse (pie amamos á Dios? ¿Con (pié cuidado, con qué solicilud nos aplicamos á lodo lo que le cumplace? ¿con qué calor tomamos sobre nosotros sus in- U'ivses? ¿qué iiupiielud sentimos á la niepior sospecha de hubede desagradado? ¿(pié aprehensión nos causa el incurrir en su desgracia? ¿Se reconocerá por estos indicantes que amamos á Dios? Sin hablar de ese gran número de inüeles que no aman á Dios, ¿cuántos hay entre los mismos fieles que le amen? Esos libertinos que apenas tienen religión, y que viven en la licencia mas desenfrenada, ¿aman á Dios? Esas personas mundanas ó esclavas de sus pasiones, ó idólatras de sí mismas, ¿aman á Dios? ¿Es amado Dios de tantas gentes que diariamente le sacrilican á un vil interés,á un placer; que viven en un desprecio habitual de su ley y de sus máximas; que hacen tan poco caso de su amistad, y que temen aun ménos su desgracia? Esas personas que Dios como que se ha reservado por una predilección particular, que ha llamado al estado eclesiástico y religioso y que le están singularmente consagradas; esas personas coimadas de beneficios, obligadas por profesión á amarle, á alabarle, á servirle, ¿le aman mucho? Si la morliticacion, si la exacta observancia de las reglas, si la devoción, si el desprendimiento de lodas las cosas, si el olvido del mundo, si el fervor, son las señales y la medida del amorá Dios, ¿es Dios amado ardientemente do todas las personas religiosas? ¡Qué ingratos somosl ¿No ha hecho Dios bastante para merecer nuestro corazón, decia Moisés á todo el pueblo? ¿Son menester nuevos beneficios, nuevos milagros? ¡NTó, Dios mió, no se necesita mas; habéis hecho bastante para probarnos vueslio amor; pero necesito nuevas gracias para que yo dé pruebas del mió. JACÜI.VTORIAS. — Yo os amaré, Señor, á vos que sois mi fortaleza; esto es hecho; yo os amaré porque cuento con vuestra gracia y con vuestro auxilio. (Psalm. 17.) Abrasadme con el divino fuego, do que el Espiiitu Sanio es la fuente: haced que mi corazón sea todo inflamado con él. (Psalm. 23.) TROPOSITOS. 1 Amarás al Señor tu Dios con lodo lu corazón, con toda tu alma, con todo tu ospírilu, con todas tus fuerzas; esto es el primer mandamiento y la base de lodos los demás; no cumplirlo es violar toda la ley; no hay salvación para quien no guarda este precepló: sin que nos detengamos ahora en averiguar si hay muchos aun cnlro los mismos que hacen profesión de llevar una vida mas regular que le guarden, ¿podemos decir como el jóven del Evangelio: "Yo he guardado todo eslo desde mi juventud,» ó como san Pedro: Vos sabéis, Señor, (pieos amo? Pregunlémonos á nosotros mismos, examinémonos , y si no podemos darnos con verdad una respuesta semejante, veamos de-lanto de Dios si debemos estar tranquilos sobre el negocio de la salvación. 2 Dios nos demuestra su amor por sus beneficios; probémosle el nuestro con nuestras buenas obras, y por decirlo así, con nuestro" servicio. Si hemos recibido el Espíritu Sanio estaremos abrasados con el fuego del divino amor, y nueslro amor se manifestará por nuestras obras; tengamos el consuelo de ver que amamos á Dios, amando á los pobres. Visitemos durante estas fiestas á los pobres en los hospitales y en las cárceles: Dios nos ha colmado do sus dones, dándonos su Espíriln Santo ; seamos pues nosotros generosos con los pobres, (riiardémonos IIIIK lio de pasar estas tiestas en partidas de placer ó en el campo El espíritu del mundo, el demonio es el (pie ba inlrodin ido los abusos incligiosos y chocanles de irá.pQsar en el cam-
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