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DEL SS. SACRAMENTO.<br />
cuasi cslinguida en la mayor parle <strong>de</strong> los ücles. Pero<br />
¿coinprénilonsc las consecuencias <strong>de</strong> esla verdad? No<br />
creer la presencia real <strong>de</strong> Jesucristo en el Sanlísimo Sacrametilo<br />
es ser hereje; creerla, y mirar á Jesucristo en<br />
este divino Sacramento con indiferencia, con tedio, con<br />
poco respeto, y alejarse <strong>de</strong> el es impiedad, es irreligión.<br />
No hay temperamento, no hay medio entre estas dos verda<strong>de</strong>s.<br />
Creer que Jesucristo está realmente presente en<br />
nuestros aliares, y no pensar en él ni dignarse visitarle,<br />
no tener ningún conato, ninguna hambre <strong>de</strong> un alimento<br />
tan esquisilo, <strong>de</strong> este pan vivo que es la fuente <strong>de</strong> la vida<br />
eterna, ¿no es irreligión? No choca lanío esto <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n<br />
porque se ha hecho común, pero nó por eso es menos criminal;<br />
y esla irreligión <strong>de</strong> que apenas hay ya quien se<br />
avergüence ¿no es la causa <strong>de</strong> lodos los azotes que la cólera<br />
<strong>de</strong> un Dios juslameulc irritado <strong>de</strong>scarga sobre lodosu<br />
pueblo? Que los paganos hayan profanado nuestros templos<br />
y <strong>de</strong>spreciado los mas sagrados misterios, <strong>de</strong>ben sí<br />
hacernos gemir los ultrajes que en esto se han hecho al<br />
Seflor; pero aquí no es tan eslraua la abominación <strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong>solación : que los herejes, estos discípulos traidores y<br />
apóstalas, osla raza <strong>de</strong> víboras vomiten las mas horribles<br />
blasfemias contra Jesucristo, y que no cesen <strong>de</strong> gritar:<br />
«quítalo, quítalo, crucifícalo,» su rahia y su furor diabólico<br />
<strong>de</strong>ben si escitar nuestras lágrimas y nuestra indignación<br />
; pero ¿qué pue<strong>de</strong> esperarse <strong>de</strong> unos enemigos los mas<br />
furiosos <strong>de</strong>l Salvador, y <strong>de</strong> quienes se sirve el inlicrno para<br />
ultrajar á Jesucristo en la Eucaristía? Mas lo que es tan<br />
eslraiio como impío, es la manera indigna con que es tratado<br />
Jesucristo on nuestros altares por sus propios hijos,<br />
por los que se llaman üeles. Yo no sé si tenemos algo en la<br />
Iglesia mas admirable ni mas chocante.<br />
El Evangelio <strong>de</strong> la misa es lomado <strong>de</strong>l cap. 6 <strong>de</strong>l que escribió<br />
san Juan.<br />
Jn illo tempore : Dixit<br />
Jesús lurbis Juda'.orum:<br />
Caro mea vereest cihus: el<br />
sanguis meusvere elpolus.<br />
Cfui maniiucaí meam cartiem,<br />
et bibil meumsanguinem,<br />
in me mauel, el<br />
eyoinillo. Sicat misil me<br />
vivens Ihilcr, el ego vivo<br />
propler I'atrem : et qui<br />
manducat me, el ipsevivel<br />
propler me. Uk esl pañis,<br />
qui <strong>de</strong> coelo <strong>de</strong>scendil. Aron<br />
sicut manducaverunt paires<br />
veslri manna, el<br />
mortuisunl. Qui manducat<br />
hnncpancm, vivet HUNvrmm.<br />
En aquel tiempo dijo Jesús<br />
á las turbas <strong>de</strong> los judíos: Mi<br />
carne es verda<strong>de</strong>ramente comida,<br />
y mi sangre es verda<strong>de</strong>ramente<br />
bebida. El que come<br />
mi carne y bebe mi sangre<br />
permanece en mí, y yo<br />
en él. Como el Padre que vive<br />
me ha enviado, y como yo<br />
vivo por el Padre, <strong>de</strong>l mismo<br />
modo el que me come vive<br />
también por mí. Eslees el pan<br />
que ha venido <strong>de</strong>l cielo. N6<br />
como el maná que han comido<br />
vuestros padres , y lian<br />
muerto. BU que come <strong>de</strong> este<br />
pan vivirá elernameule.<br />
MEDITACION.<br />
De nncslra ingralitud con Jesucristo en el Sanlisimo Sacramento.<br />
PUMO PUIMERO.—Consi<strong>de</strong>ra cuán imposible es al enlen-<br />
«limieiilo humano el compren<strong>de</strong>r el esceso <strong>de</strong>) amor in-<br />
«Hitiso, iuiitiilo, incomprensible que Jesucristo nos testifica<br />
ea li (jiviua Eucaristía. Es esle un misterio, j un misterio<br />
en que un Dios se agola, per <strong>de</strong>cirlo así, para probarnos su<br />
amor por sus liberalida<strong>de</strong>s. Yo lo confieso, ó Dios mió, yo<br />
me pasmo, me sobrecojo cuando pienso en esta maravilla;<br />
yo no puedo volver en mí <strong>de</strong> mi asombro cuando consi<strong>de</strong>ro<br />
todo lo que hacéis aquí por nuestro amor. Pero ¿no tengo<br />
motivo para asombrarme, y para sobrecogerme mas, cuando<br />
consi<strong>de</strong>ro que todo esto no es capaz do hacer ene amemos<br />
ardientemente á Jesucristo? ¿Qué amor tan singular<br />
no nos testifica en el momento <strong>de</strong> su encarnación? ¡qué<br />
ternura en el día <strong>de</strong> su nacimiento I i qué bondad en todo<br />
el curso <strong>de</strong> su vida mortal I ¡ y qué esceso <strong>de</strong> amor inmolándose<br />
por nosotros en la cruzl pero todas estas pruebas<br />
admirables <strong>de</strong> su amor, ¿no se encuentran renovadas y<br />
como reunidas en la Eucaristía? Jesucristo se disfraza en<br />
ella bajo délas apariencias <strong>de</strong> pan; allí renace, por <strong>de</strong>cirlo<br />
así, en la oscuridad; allí es inmolado y ofrecido muchas<br />
veces al dia en sacrificio. Todo esto no es ya para rescatar<br />
á los hombres; está ya plenamente cumplido el misterio<br />
<strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción; el Re<strong>de</strong>ntor posee una gloria llena é<br />
incapaz <strong>de</strong> acrecentamiento; no vive, pues en la Eucaristía<br />
<strong>de</strong> un modo tan inefable, sino para satisfacer el amor<br />
inmenso que nos tiene; ¿y qué otro fruto pue<strong>de</strong> sacar do<br />
esta muerte sacramonlal, que el placer <strong>de</strong> inmolarse él<br />
mismo sin cesará su Padre por nuestro amor? Si á lo menos<br />
hubiese comparecido en nuestros altares con aquel aire<br />
<strong>de</strong> majesíad y con aquel esplendor tan conveniente á su<br />
adorable persona, si se hubiese disfrazado ménos, seria<br />
mas respetado, es verdad, pero seria también mas temido,<br />
y su amor no se acomoda con un temor que espanta. Todo<br />
lo (pie pue<strong>de</strong> disminuir ó <strong>de</strong>bilitar la solicitud y la confianza<br />
es contrario á un amor gran<strong>de</strong>. El Salvador divino tiene<br />
sus <strong>de</strong>licias en estar con los hombres; oculta todo lo quo<br />
pue<strong>de</strong> servirles <strong>de</strong> razón ó <strong>de</strong> preleslo para alejarse <strong>de</strong> él.<br />
<strong>Los</strong> príncipes <strong>de</strong> la tierra no <strong>de</strong>rraman sus liberalida<strong>de</strong>s<br />
mas que en ciertos tiempos y sobre ciertas personas; Jesucristo<br />
en el Santísimo Sacramento lo da lodo, en lodo<br />
tiempo y á lodos. Venid todos á mí los que estáis trabajados<br />
y sobrecargados, y yo os aliviaré. ¿Podía presentarnos<br />
un motivo que mas nos interesase? basta ser pobre,<br />
estar afligido, para tener <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> beber en esla fuente<br />
<strong>de</strong> todo bien. La miseria y la adversidad son para nosotros<br />
un nuevo molivo <strong>de</strong> confianza, y con tai (pie no opongamos<br />
obstáculo á ella po<strong>de</strong>mos estar seguros <strong>de</strong> ser bien<br />
recibidos. En Un, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> habernos dado todos los bienes<br />
<strong>de</strong>que él es la fuente, este divino Salvador dándose á<br />
sí mismo en el Sacrametilo para miesira comida, nos da en<br />
ella el manantial <strong>de</strong> todos los bienes, lié aquí uno <strong>de</strong> hs<br />
principales artículos <strong>de</strong> uu esl ra fé; es!o es lo que creemos:<br />
¿quién no diría <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esto que nuestro respeto, nuestras<br />
ansias, nuestra hambre, nuestro amor á esle divino<br />
Salvador iban á ser sin medida, sin límites? ¡Ahí suce<strong>de</strong><br />
todo lo contrario: parece que hubiéramos amado mas á<br />
Jesucristo, si él nos hubiera amado ménos. lié aquí uu<br />
mislerio tan incomprensible como la misma Eucaristía.<br />
PUNTO siiüiNDO.—Consi<strong>de</strong>ra si es posible amar ménos<br />
á Jesucrislo y respetarle ménos que lo que hacen la mayor<br />
parle <strong>de</strong> los cristianos con esle augusto Sacramento.<br />
Sin traer aquíá la memoria todas las profanaciones, lodos<br />
los malos tralamienlos, todas las impieda<strong>de</strong>s, todos los<br />
<strong>de</strong>sacatos <strong>de</strong> un furor diabólico y sacrilego que ha sufrido<br />
délos herejes, cuya i<strong>de</strong>a solo causa honor; ¿<strong>de</strong> qué modo<br />
lan indigno no es tratado aun todos los dias por la ma-