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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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c282<br />

rante csíos dias <strong>de</strong> las misericordias divinas, y ccnfoimando,<br />

por <strong>de</strong>cirlo así, su policía con la do la Iglesia<br />

fiuccn estos dias reconciliaba los penilenles en el aliar,<br />

ellos perdonaban a los criminales y los absolvían. San<br />

Crisóslomo nos refiere que el emperador Teodosio enviaba<br />

<strong>de</strong>spacbos <strong>de</strong> remisión á todas las ciiuladcs para cpie<br />

se pusiese en libertad á los presos, y se concediese la<br />

vida á los reos, en los dias que prece<strong>de</strong>n á la gran fiesta<br />

<strong>de</strong> Pascua. También era costumbre en Francia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

siglo vii conce<strong>de</strong>r semejantes .gracias á los criminales en<br />

la Semana Santa. Habiendo resuelto el rey Carlos Vi<br />

castigar algunos rebel<strong>de</strong>s, que se custodiaban estrecliamentc<br />

en las prisiones, zuamló sin embargo que se les<br />

diese libertad porque ocurrió la Semana Santa. Esta costumbre<br />

no está <strong>de</strong>l todoabolida. El Martes santo, que es el<br />

último día <strong>de</strong> audiencia, se Irasliere el parlamcnlo á las<br />

prisiones <strong>de</strong>l palacio; allí se hace un interrogatorio á los<br />

presos y se da libertad á una gran parle <strong>de</strong> aquellos cuyas<br />

causas son mas favorables. Lo mismo se hace todavía<br />

en Francia el día que prece<strong>de</strong> á la vigilia <strong>de</strong> Natividad y<br />

á la <strong>de</strong> Pentecostés (1). De lodo lo que acaba <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse,<br />

se pue<strong>de</strong> venir en conociinicnio <strong>de</strong> la veneración singular<br />

que ¡os fieles han profesado siempre á esta semana privilegiada,<br />

en la cual se lian obrado los mas gran<strong>de</strong>s misterios<br />

<strong>de</strong> nuestra religión, y en la que también el Señor<br />

<strong>de</strong>rrama tan abundantemente los tesoros <strong>de</strong> sus gran<strong>de</strong>s<br />

misericordias sobre todos los fieles. Todo nos inclina á<br />

posarla coa aquel espíritu <strong>de</strong> religión que <strong>de</strong>be animar<br />

lodos los actos <strong>de</strong> ella. La elección y la celebridad <strong>de</strong> los<br />

oficios; la majestad misteriosa <strong>de</strong> las ceremonias; el luto<br />

universa! <strong>de</strong> lá Iglesia; todo nos predica la compunción,<br />

la contrición, la penitencia, lodo nos instruye. Son estos<br />

dias santos por los gran<strong>de</strong>s misterios que cu ellos se celebran;<br />

poro cada uno <strong>de</strong>be santificarlos por medio do<br />

ejercicios santos. Son dias <strong>de</strong> indulgencia, dice san<br />

Crisóslomo;<br />

¿y se negará un cristiano á perdonar? <strong>Los</strong> emperadores<br />

romanos, por un efecto <strong>de</strong> su piedad y por una<br />

observancia ya antigua, dice el gran<strong>de</strong> san León, abaten<br />

y suspen<strong>de</strong>n todo su po<strong>de</strong>r en honor <strong>de</strong> la pasión y <strong>de</strong> la<br />

resurrección <strong>de</strong> Jesucristo; endulzan la severidad <strong>de</strong> sus<br />

leyes, y hacen gracia á aquellos que son reos <strong>de</strong> diversos<br />

crimines. Justo es, continúa el mismo Padre, que los<br />

pueblos cristianos imiten también á sus príncipes, y que<br />

estos gran<strong>de</strong>s ejemplos <strong>de</strong> clemencia les estimulen á usar<br />

entre sí <strong>de</strong> indulgencia en la coyuntura favorable <strong>de</strong> un<br />

tiempo tan santo, pucsio que las leyes domésticas no <strong>de</strong>ben<br />

ser mas inhumanas que las leyes públicas. Preciso<br />

es, pues, perdonarse recíprocamente, remitirse las ofensas<br />

y las <strong>de</strong>udas, reconciliarse y renunciará todo resenlimiento,<br />

si se quiere tener parte en las gracias que Jesucristo<br />

nos ha merecido con su pasión; y si queremos que<br />

nos perdone nuestras <strong>de</strong>udas, perdonemos nosotros á<br />

nuestros <strong>de</strong>udores, y perdonemos <strong>de</strong> lo íntimo <strong>de</strong> nuestro<br />

corazón ledas las injurias.<br />

DOMINGO<br />

DOMINGO DE RAMOS.<br />

Pocos domingos hay en lodo el año mas solemnes en la<br />

Iglesia que el domingo <strong>de</strong> llamos, y ninguno tal vez en<br />

que la religión se presente con mas brillo, y en que la fó<br />

y la piedad <strong>de</strong> los fieles se haga mas sensible. La Iglesia<br />

ha creido que <strong>de</strong>bia honrar con un culto particular la entrada<br />

tpiunfante que Jesucristo hizo en la ciudad <strong>de</strong> Jerusalen<br />

cinco dias antes <strong>de</strong> su muerte, poi que eslá persuadida<br />

que no carece <strong>de</strong> misterio. Así es que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que la<br />

iglesia se vió en libertad por la conversicn <strong>de</strong> los emperadores<br />

á la fé <strong>de</strong> Jesucristo, instituyó esla festividad. La<br />

ceremonia <strong>de</strong> las palmas, ó <strong>de</strong> los ramos benditos, <strong>de</strong><br />

que la acompañó, no fué mas que el símbolo <strong>de</strong> las disposiciones<br />

interiores con que los fieles <strong>de</strong>ben celebrarla,<br />

y una jusla representación <strong>de</strong> la entrada triunfante que<br />

hizo el Salvador en Jerusalen, y que los santos Padres miran<br />

como una figura <strong>de</strong> su entrada Iriuufanle en la Jerusalen<br />

celestial.<br />

La bendición <strong>de</strong> las palmas y <strong>de</strong> los ramos, la procesión<br />

pública en que se llevan las palmas, han sido siempre<br />

tan solemnes en la Iglesia, que los solitarios y los<br />

mongos que se retiraban á lo interior <strong>de</strong> los <strong>de</strong>siertos <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la Epifanía, para prepararse á la gran fiesta <strong>de</strong><br />

Pascua lejos <strong>de</strong> todo comercio humano, no <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong><br />

volver á su monasterio, para celebrar la <strong>de</strong> llamos con<br />

sus hermanos; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haher asistido á la procesión<br />

con su palma, se volvían á su soledad, para pasar allí<br />

toda la Semana Santa, entregados á la penitencia y á la<br />

contemplación <strong>de</strong> los misterios <strong>de</strong> la pasión.<br />

Pué<strong>de</strong>se íacilmenle concebir cuál ha sido el motivo quo<br />

ha tenido la Iglesia en la institución <strong>de</strong> esla fiesta, y lo<br />

que se ha propuesto en la ceremonia <strong>de</strong> los ramos. Quiere<br />

en primer lugar honrar la brillante entrada <strong>de</strong> Jesucristo<br />

en Jerusalen entre los gritos <strong>de</strong> alegría, los aplausos y<br />

las aclamaciones <strong>de</strong>l pueblo; quiere por un culto verda<strong>de</strong>ramente<br />

religioso, y por un homenaje sincero <strong>de</strong> todos<br />

los corazones cristianos, suplir, por <strong>de</strong>cirlo así, lo quo<br />

fallaba á un triunfo puramente esterior, seguido pocos<br />

(lias <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la mas negra y <strong>de</strong> la mas infame perfidia.<br />

Con este, espíritu <strong>de</strong> religión <strong>de</strong>ben recibirse y llevarse<br />

los ramos, y asisíirse á todas las ceremonias <strong>de</strong> estos<br />

dias, conformándose así con las intenciones <strong>de</strong> la<br />

Iglesia. Las mismas bocas que en este dia*clamaban:<br />

Salud, gloria y bendición al Hijo <strong>de</strong> David, que viene en<br />

el nombre <strong>de</strong>l Señor, al Rey <strong>de</strong> Israel, al Mesías, gritaban<br />

cinco dias <strong>de</strong>spués: {(Quítalo , quítalo <strong>de</strong> <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

nosotros; sea crucificado cual lo merece un malvado; sea<br />

clavado en una cruz, como si hubiese sido el mas perverso<br />

<strong>de</strong> lodos los hombres.)) Para reparar esta cruel impiedad<br />

quiere la Iglesia que todos sus hijos reciban en<br />

triunfo á su divino Salvador,<br />

y resarzan en alguna<br />

manera la superficial y falsa recepción <strong>de</strong> los pérfidos<br />

judíos.<br />

(r, Eslo miámo se practica on España cu todas las audk'uchis,<br />

Pero ninguna cosa ofrece una i<strong>de</strong>a mas justa <strong>de</strong> esta<br />

y a mas so conserva la piadosa costumbre do<br />

prosoi VlU-al rey ol V ionios sanio tres causas <strong>de</strong> reos <strong>de</strong><br />

fiesta, y déla santidad <strong>de</strong> esla religiosa ceremonia <strong>de</strong> los<br />

ramos, que las oraciones <strong>de</strong> que se sirve la Iglesia para<br />

pena capital, y solire lu que S. M. pone la mano'al liompo<br />

ben<strong>de</strong>cirlos. Comienza por aquel grito <strong>de</strong> alegría, y aquella<br />

aclamación <strong>de</strong>l pueblo que, llevando palmas en las<br />

do la adoración do !a croi, nucda el reo contenido en étl I<br />

alisuollo do esta pena.<br />

manos, y ramas <strong>de</strong> olivo, habia salido <strong>de</strong> Jerusalen al<br />

encuentro <strong>de</strong>l Salvador para honrar su enlrada en aquella

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