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DE CENJZA.<br />
PUS pecados, rcciUan lambien la salud <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong>l<br />
alma. Por nuestro Señor Jesucrislo.<br />
Ó Dios, que no queréis la muerlo, sino la conversión <strong>de</strong><br />
'os pecadores, apiadaos <strong>de</strong> la fragilidad humana, conlim'ia<br />
el sacerdote, y dignaos por vuestra misericordia ben<strong>de</strong>cir<br />
vos mismo estas cenizas, que queremos poner sobre nuestra<br />
cabeza, en seilal déla humildad cristiana <strong>de</strong> que hacemos<br />
profesión, y para obtener por este acto <strong>de</strong> penitencia<br />
^1 perdón quo esperamos; á fin <strong>de</strong> que, cuando por el reconocemos<br />
que no somos mas que polvo, y que en castigo<br />
do nuestra prevaricación nos convertiremos en polvo,<br />
obtengamos <strong>de</strong> vuestra misericordia el perdón <strong>de</strong> todos<br />
nuestros pecados, y la recompensa que habéis promeüdo<br />
á los que hacen una verda<strong>de</strong>ra penitencia. Por Jesueririto<br />
nuestro Sefior. Así sea.<br />
O Dios, que os <strong>de</strong>jais rendir por la humillación, y ganurporuna<br />
satisfacción sincera, prosigue, dignaos escuchar<br />
nuestros ruegos y nuestros votos, y mientras que la<br />
cabeza <strong>de</strong> vuestros siervos está cubierta con la ceniza,<br />
<strong>de</strong>rramad vuestra gracia en sus corazones ; á fin <strong>de</strong> que<br />
los llenéis <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> compunción, les concedáis el<br />
efecto <strong>de</strong> su justa petición, y que ya no pierdan las gracias<br />
que les hubiereis concedido. Os lo suplicamos por<br />
Jesucristo nuestro Señor.<br />
Dios omnipotente y eterno, quo os habéis dignado perdonará<br />
los ninivitas, cubiertos <strong>de</strong> ceniza, y revestidos con<br />
saco en señal <strong>de</strong> su penitencia ; concerlcdnos, por vzres-<br />
N misericordia, la gracia <strong>de</strong> que imitándoles hoy en las<br />
úñales <strong>de</strong> nuestra penitencia, obtengamos como ellos el<br />
Perdón <strong>de</strong> nuestros pecados. Por nuestro Sefior, etc. La<br />
iglesia termina esta bendición <strong>de</strong> la ceniza, exhortando á<br />
todos los fieles <strong>de</strong> una manera patética, y en el sentido <strong>de</strong>l<br />
Profela Joél, á que se haga útil y eficaz la ceremonia <strong>de</strong> la<br />
Cemza. No nos reformemos solo en lo csterior, por la mo<strong>de</strong>stia<br />
<strong>de</strong> los vestidos, en la ceniza y en el cilicio : ayunemos,<br />
y acompañemos nuestros ayunos con lágrimas do<br />
^nlricion, que <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>rramar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Señor; pornuestro<br />
Dios está lleno <strong>de</strong> bondad y <strong>de</strong> misericordia,<br />
^siempre pronto á perdonarnos nuestros pecados: corri-<br />
Jatnos las fallas que hemos cometido ó por flaqueza ó por<br />
'giorancia ó por malicia; y no difiramos el hacerlo, no sea<br />
<strong>de</strong>sprendidos por la muerte no tengamos tiempo para<br />
COllverlirnos.<br />
La Epístola <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia, está lomada <strong>de</strong>l<br />
0lela Joél al capitulo segundo. Nada podia convenir me-<br />
^ at espirilu y á la celebridad <strong>de</strong> este dia. í.os azotes con<br />
U 10 Dios castigaba los pecados <strong>de</strong> su pueblo le ofrecen<br />
"a buena ocasión al profeta, para estimularle á que pro<strong>de</strong>T<br />
aPnc'guar 'a có'era d^Dios, por medio <strong>de</strong>l ayuno y<br />
luV penilencia» prediciéndole que el Señor movido por<br />
(.'¡^"'"'"acion, por la maceracion <strong>de</strong>l cuerpo y la oral,./1'<br />
<strong>de</strong>rramará sus bendiciones sobre los corazonescon<strong>de</strong>J?<br />
^ humillados, y colmará <strong>de</strong> bienes las almas verda-<br />
Hf) nmente penitentes. El estilo <strong>de</strong> este profeta es pompoti^^NOco,<br />
vehemente, espresivo, figurado y al mismo<br />
8081^° V'V0, '"'eresante y patético. La alegoría délas lanso.sl(íIS'iCOmi)arac'as<br />
0n ejército, está perl'eelamenle bien<br />
que T Slls P'nturas son vivas. Pinta las cosas <strong>de</strong><br />
v,lesh'oseCe !'ne 86 Ven' ^•P*^ v,iL,s,l'0S corazones y nó<br />
que e. i Vest|dos) y convertios al Señor vuestro Dios, pordin-<br />
^Qeiíq y compasivo, paeielto y rico en misericorw<br />
nías misericordioso que nosolros [>ei v ersos<br />
Era entonces una costumbie muy ordinaria el <strong>de</strong>sgarrar<br />
los vestidos en el luto y en el trasporte <strong>de</strong>l dolor. Innumerables<br />
son los ejemplos que presenta la Escritura. Pero<br />
Dios no se contenía con estas señales equívocas <strong>de</strong> conversión,<strong>de</strong><br />
dolor y do arrepentimiento; quiere una conversión<br />
sincera, un dolor interior, un corazón contrito y <strong>de</strong>spedazado<br />
<strong>de</strong> dolor; quiere la conversión <strong>de</strong>l corazón, la<br />
reforma <strong>de</strong> las costumbres; pi<strong>de</strong> frutos dignos <strong>de</strong> penitencia.<br />
¿Quién sabe si se aplacará con nuestras lágrimas,<br />
y se ablandará viéndonos humillados? El profeta <strong>de</strong>signa<br />
á la vez tres disposiciones con que <strong>de</strong>bemos hacer la penilancia<br />
: la confianza en la bondad <strong>de</strong> Dios, la contrición<br />
<strong>de</strong> nuestros pecados y la <strong>de</strong>sconfianza <strong>de</strong> nuestros propios<br />
méritos. Se anunciaban las tiestas y las reuniones á<br />
son <strong>de</strong> trompeta, según está or<strong>de</strong>nado en el décimo capítulo<br />
<strong>de</strong> los Números; y el profeta exborla á losgefes déla<br />
nación á que reúnan el pueblo, y en esla reunión general<br />
or<strong>de</strong>nen un ayuno solemne, y estimulen á lodos, y en<br />
particular á los ministros <strong>de</strong>l Señor, á apaciguar la cólera<br />
<strong>de</strong> Dios con sus lágrimas y su penitencia. Derramen lágrimas,<br />
dice, los sacerdotes postrados entra el vestíbulo y el<br />
altar, y esclamen: Perdonad, Señor, perdonad á vuestro<br />
pueblo, y no permitáis que vuestra heredad caiga en el<br />
oprobio, y que sea dominado por las naciónos. ¿Snfriieis<br />
que los estranjeros digan <strong>de</strong> nosolros : dón<strong>de</strong> está su Dics?<br />
En el estado en que entonces se hallaba el pais, nada hubiera<br />
sido mas fácil á los enemigos <strong>de</strong> los judíos que el<br />
apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> ellos. El pueblo consternado, abatido per el<br />
espanto, <strong>de</strong>bilitado por una hambre bonibíe, apenas estaba<br />
en estado <strong>de</strong> resistir á un ejército <strong>de</strong> asirlos ó <strong>de</strong> cal<strong>de</strong>os.<br />
El profeta exhorta, pues, á los ministros <strong>de</strong>l Señor,<br />
á que le pidan que no permita que su pueblo caiga bajo<br />
<strong>de</strong> la dominación <strong>de</strong> los eslranjeros, y que las IUICÍI nes<br />
infelices no tengan que acusar a! Dios <strong>de</strong> Israel, ó <strong>de</strong> flaqueza<br />
ó <strong>de</strong> dureza, por haber así abandonado á ?ii pueblo<br />
á la merced <strong>de</strong> sus enemigos.No bien el profeta ha exhortado<br />
á todos sus hermanos á la penitencia, cuando tp predice<br />
que el Señor se <strong>de</strong>jará ablandar <strong>de</strong> sus clamores. El<br />
Señor se ha conmovido, dice, á vista <strong>de</strong> sus lágrimas, y<br />
Ies ha perdonado; y á es'c perdón ha seguido todo género<br />
<strong>de</strong> prosperida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> una bendición abundante. Tanta<br />
verdad es, que la penitencia <strong>de</strong>sarma á Dios por mas<br />
irritado que oslé, y trac la prosperidad y la calma.<br />
El Evangelio déla misa <strong>de</strong> este día, está tomado <strong>de</strong>l<br />
sexlo capítulo <strong>de</strong>l Evangelio, según san Mateo, en don<strong>de</strong><br />
Jesucristo nos enseña la pureza <strong>de</strong> intención que <strong>de</strong>be haber<br />
en el ayuno. Acababa el Salvador <strong>de</strong> enseñar á sus<br />
apóstoles como <strong>de</strong>bían orar, prescribiéndoles el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />
la oración mas escelonfe; y como <strong>de</strong>bían perdonar las injurias,<br />
reservándose á sí mismo el ser el mo<strong>de</strong>lo mas perfecto<br />
<strong>de</strong> uaa caridad tan relevante. Después <strong>de</strong> haberle<br />
dado los precepTos sobre la oración, y sobre el perdón <strong>de</strong><br />
las injurias, les da también sobre el ayuno que <strong>de</strong>be<br />
acompañar y sostener la oración, ¿Queréis saber, les dice,<br />
cuáles ayunos son santos y agradablesá Dios? Son aquellos<br />
que so practican en secreto. No estrañeis quo yo os<br />
prohiba el imilar á los hipócritas que ayunan, haciendo<br />
ostentación do su austeridad; su virtud no está en el corazón,<br />
sino en ef rostro, y por una cara penitente, por un<br />
aire triste y austero, por ayunos largos y rigorosos, h a<br />
lan <strong>de</strong> adquirir repulacion <strong>de</strong> gentes mortificadas, y<br />
con estas esleriorida<strong>de</strong>* afectadas é hipócritas embaucar<br />
7o