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espíritu <strong>de</strong> Dios, tiene una cai idndcin límites y sin medida,<br />
so compa<strong>de</strong>ce <strong>de</strong> las flaquezas <strong>de</strong>l prójimo, lodo lo escusa<br />
en los <strong>de</strong>más, al paso (pie nada se perdona á sí mismo, y<br />
toma parte en todos sus males. Kl justo vive <strong>de</strong> la le, pero<br />
<strong>de</strong> una fé humil<strong>de</strong>, simple, activa. El gozo y la paz interior,<br />
frutos ordinarios <strong>de</strong> la buena conciencia, no se hallan<br />
sino en un corazón puro. Una dulzura superior á todos los<br />
acontecimientos <strong>de</strong> la vida, un fondo <strong>de</strong> bondad inagotable,<br />
una paciencia á toda prueba, una pureza <strong>de</strong> corazón<br />
y <strong>de</strong> cuerpo, sin tacha, caracterizan á todas las gentes <strong>de</strong><br />
bien. «Con respecto á los que tienen estas cualida<strong>de</strong>s,»<br />
dice el Apóstol, «no hay ley ; » como si dijera, que la ley<br />
antigua se acabó para los que viven según las nmimas<br />
<strong>de</strong>l Evangelio. No habiéndose promulgado la ley antigua<br />
sino á cansa <strong>de</strong> las prevaricaciones, ni habiendo sido establecida<br />
sino conlra los que no guardaban los mandamienlos<br />
<strong>de</strong> Dios, es inútil para los que cumplen con fi<strong>de</strong>lidad<br />
todos los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> la justicia, y caminan sin cesar<br />
por los sen<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la santidad. «<strong>Los</strong> que pertenecen á<br />
Jesucristo, » concluye san Pablo, «han crucificado su carne<br />
con sus vicios y concupiscencias; » los verda<strong>de</strong>ros discípulos<br />
<strong>de</strong> Jesucristo, léjos <strong>de</strong> seguir los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> la carne,<br />
ni hacer sus obras, la crucifican con una mortificación<br />
conlinua. Su estudio ordinario es el <strong>de</strong> reprimir<br />
todos los ímpetus <strong>de</strong> las pasiones, mortificar los sentidos,<br />
y sofocar lodos los <strong>de</strong>seos déla concupiscencia. ¡No hay<br />
virtud sin mortificación ; ella es el alimento <strong>de</strong> la inocencia,<br />
fel amor <strong>de</strong>l placeres el veneno <strong>de</strong>l alma. La vida<br />
blanda no fué jamás una vida cristiana. No hay cristiano<br />
que no <strong>de</strong>ba <strong>de</strong>cir: «Yo estoy clavado con Jesucristo en<br />
la cruz.»<br />
El Evangelio <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia está sacado <strong>de</strong>l<br />
sexto capítulo <strong>de</strong>l Evangelio según san Mateo. Es la continuación<br />
<strong>de</strong> aquella instrucción admirable qno hizo el<br />
Salvador á sus amados discípulos, en la que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
haberles ensenado como <strong>de</strong>be hacerse la limosna y la oración,<br />
les da un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> esta. Después cvliorlándolos á<br />
que no se consi<strong>de</strong>ren sobre la tierra sino como eslranjeros,<br />
les hace ver que tampoco se <strong>de</strong>be suspirar mas que por los<br />
l)icncs celestiales y eternos, y que solo en el cielo es, por<br />
<strong>de</strong>cirlo así, en don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>be hacer fortuna. Las riquezas<br />
son el ídolo á quien dirige cada uno sus votos;' la pasión<br />
<strong>de</strong> juntar tesoros sobre tesoros, es un tirano que hace muchos<br />
esclavos • es un señor durísimo que manda con imperio,<br />
y al que se'le sirve siempre perdiendo ; sin embargo,<br />
se le sirvo. Pero ¿pue<strong>de</strong> servirse á Dios al mismo<br />
tiempo que se sirve al mundo, que se sirve á ¡acodicia, quj<br />
se sirve al dios <strong>de</strong> las riquezas, ó para hablar con (oda<br />
precisión, al mismo tiempo que se entrega el corazón á la<br />
codicia, y que se sacrifica el reposo, la salud, la salvación<br />
misma á la avaricia ? Desengañémonos; Dios no sufre división;<br />
siel corazón pertenece á otro, ya no es <strong>de</strong>él. «Ninguno<br />
pue<strong>de</strong> servir ádos señores. Si sirve áuno, es menester<br />
que abandone al otro.» Son <strong>de</strong>masiado opuestos entre sí,<br />
son <strong>de</strong> un caráclcr muy diferente para que puedan tener<br />
siervos comunes. Amar al uno es aborrecer al otro, puesto<br />
que los servicios que exigen son enteramente opuestos.<br />
Dios pi<strong>de</strong> un corazón vacío <strong>de</strong> lodo afecto á los bienes<br />
terrenos; y el mundo pi<strong>de</strong> un corazón abandonado á los<br />
<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> los bienes criados. ¿Pue<strong>de</strong> Dios llenar un corazón<br />
al que posee el amor délas riquezas? Luego que el<br />
<strong>de</strong>monio da las riquezas es el dueño <strong>de</strong> un corazón, es ar-<br />
DRSPÜKS DE PENTECOSTES. 529<br />
rejado <strong>de</strong> él el amor do Dios. Mammón es una palabra siríaca,<br />
que significa dinero, tesoro, ganancia. Tomase aquí<br />
como una divinidad, porque en efecto los hombres lodo lo<br />
sacrifican á las riquezas.<br />
Como la necesidad <strong>de</strong>l dinero para todas las urgencias<br />
<strong>de</strong> la vida sirve ordinariamente <strong>de</strong> prelesto para juslilicar<br />
la pasión <strong>de</strong> tenerlo, el Salvador <strong>de</strong>clara aquí que si<br />
nosotros sirviésemos á Dios con fi<strong>de</strong>lidad, con fervor y con<br />
conflanza, nos veríamos libres <strong>de</strong> muchas iffquielu<strong>de</strong>s ; y<br />
el Dios omnipotente que vela tan eficazmenle sobre las necesida<strong>de</strong>s<br />
do las criaturas mas viles, proveería abundantetneute<br />
á todas las nuestras. Reposad seguramente en<br />
todo sobre aquel <strong>de</strong> quien tenéis la vida que es preferible<br />
alalinicnlo, y el cuerpo que vale mas que el vestido: no<br />
temáis que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> babores dado la vida, os niegue lo<br />
que es necesario par conservarla. De cuántos cuidados y<br />
fatigas, muchas veces inútiles, nos ahorraríamos si fiásemos<br />
en nuestras necesida<strong>de</strong>s sobre la Provi<strong>de</strong>ncia. ¿El<br />
que provee á las <strong>de</strong> los pájaros, olvidará las <strong>de</strong> los hombres?<br />
El Padre celestial que mantiene á aquellos sin que<br />
se tomen cuidado alguno para hacer sus provisiones,<br />
¿proveerá manos á la subsistencia <strong>de</strong> los que le conocen,<br />
leam:iu y le sirven, dice san Juan Crisóslomo? No con<strong>de</strong>na<br />
aquí el Salvador los cuidados justos y racionales<br />
que <strong>de</strong>ben ponerse para la propia conservación, seria tenlar<br />
á Dios el no valemos <strong>de</strong> los medios que la Provi<strong>de</strong>ncia<br />
nos proporciona para procurarnos las cosas necesarias<br />
para la vida: con<strong>de</strong>na solamente la inquietud, la <strong>de</strong>sconfianza,<br />
la solieilud escesiva. Es menester obrar como si<br />
lodo el éxito <strong>de</strong>pendiese <strong>de</strong> nuestras diligencias, dice un<br />
gran santo, y es menester contar con la divina Provi<strong>de</strong>ncia<br />
como si toda nuestra diligencia no sirviese para na -<br />
da. Cuando hemos hecho pru<strong>de</strong>nlemenle <strong>de</strong> nuestra parle<br />
lo que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> nosotros para proveer á nuestras necesida<strong>de</strong>s,<br />
nuestras inquietu<strong>de</strong>s en ór<strong>de</strong>n á esto son lan<br />
vanas como las <strong>de</strong>l que quisiese añadir un codo á suestalura<br />
natural. La ansiedad y la estraordinaria inquietud<br />
son lan reprensibles como la indolencia y la inacción.<br />
Guando no se cuenta con el auxilio <strong>de</strong>l cielo y do la Provi<strong>de</strong>nciare<br />
íraliaja perdiendo mucho; y si nuestras diligencias<br />
y nuestras fatigas son muchas veces eslériles, no<br />
echemos la culpa mas que á nuestra poca confianza y religión.<br />
¿Pensamos acaso que con nuestra actividad podamos<br />
tener todo lo que nccesilamos sin el concurso y el auxilio<br />
<strong>de</strong> la divina Provi<strong>de</strong>ncia? Dios se complace en confundir<br />
nuestro orgullo y nuestra presuntuosa industria.<br />
¡ Qué <strong>de</strong> resortes no se hacen jugar; qué <strong>de</strong> máquinas no<br />
se ponen en movimiento para llegar á ser po<strong>de</strong>roso , para<br />
hacer una fortuna brillante! vigilias, aplicaciones,inli igas,<br />
industrias <strong>de</strong> nueva invención, sistemas, compañías, tramas;<br />
lodoso lienta, <strong>de</strong> lodoso echa mano; no hay cosa<br />
que parezca mas seguro, ni que se presente mas plausible<br />
(pie el plan que se ha hecho, que las medidas que se han<br />
tomado, cuando lodo el edificio viene abajo , lodos los<br />
gran<strong>de</strong>s preparativos se <strong>de</strong>sconciertan; no es menesler<br />
mas que una pequeña piedra para trastornar el gran coloso,<br />
y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tantos cuidados, tantos proyectos, tanlas<br />
penas, nos encontramos inmediatamente sin nada. Dios<br />
se burla asi <strong>de</strong> nuestras orgullosas empresas: queremos<br />
subir hasta las nubes por nuestras propias fuerzas ; llamamos<br />
á gritos la opulencia <strong>de</strong> las cuatro partes <strong>de</strong>l mundo;<br />
la abundancia se raucslra y la miseria sigue.<br />
TüMO IV.<br />
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