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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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m<br />

cosas oslrnordinarins para qno croáis, rio modo qno si no<br />

veis milagros, no creéis nada?» ¡Cosa eslía ña ! yo hallo<br />

docilidad y hasla fé en ei espíritu y on el corazón ile los<br />

eslranjcros, en Tiro, en Sidnn y en Samaria, sin que tenga<br />

necesidad <strong>de</strong> obrnr prodigios ; ¿y entre vosotros,;!<br />

menos que no se vean maravillas, nada se cree? AlgMuos<br />

inlérpreles traducen estas palabras diciendo: Si vosotros,<br />

gentes <strong>de</strong> calidad, gentes <strong>de</strong> córle, cnlre quienes la íé es<br />

lan remisa, no veis olios milagros, ó como si el Salvador<br />

dijera : Vosotros gentes ricas, gentes <strong>de</strong> calidad, gentes <strong>de</strong><br />

córle, tenéis ordinariamenle una fé tan lánguida, lan vacilante,<br />

que á ménos que no veáis milagros no creéis. Esla<br />

queja, o mas bien esta reconvención saludable, aunque<br />

justa, hizo poca impresión en e! ánimo <strong>de</strong> un padre afligido<br />

que no pensaba mas que en la curación <strong>de</strong> su hijo. Kn<br />

lugar <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r á lo que el Salvador le <strong>de</strong>cía: ¡Ah,<br />

Seíior! le dijo, con las lágrimas en los ojos, si no os dais<br />

priesa á venir, acaso no llegareis íiliempo; mi Lijo-se<br />

muere, y no le hallareis con vida. Esta perseverancia en<br />

pedir y en rogar agradó á Jesucristo: Vé, le dijo, vé; tu<br />

hijo está sano : consuélate, fu oración ha sido oida. Creyólo<br />

el padre, y sin replicar mas, habiendo hecho una<br />

profunda reverencia al Salvador, se volvió. Apenas habia<br />

llegado á la mitad <strong>de</strong>l camino encontró á algunos <strong>de</strong> sus<br />

criados que le sallan al enctienfro para hacerle saber que<br />

su hijo estaba curado, y ya sin la fiebre. Fácilmente pue<strong>de</strong><br />

compren<strong>de</strong>rse cuál seria su alegría. Ualiia notado bien<br />

la hora en que Jesús le habia dicho alirmativanienle, que<br />

su hijo calaba bueno y libre <strong>de</strong> la enfermedad. Por esto<br />

lo primero que les preguntó fué la hora en que el enfermo<br />

se habia encontrado sano: Ayer, le dijeron, le <strong>de</strong>jó la<br />

calentura íi la séptima hora <strong>de</strong>l dia, esto es, una hora <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> meció dia, y en el inslanle se hallo perfectamente<br />

sano, y como si no hubiese estado enfermo. Inmedialamenle<br />

se acordó el .señor que aquella era precisamente la<br />

hora en que el Salvador le habia dicho: Vé, tu hijo está<br />

bueno. Des<strong>de</strong> entonces creyó él y toda su casa que Jesns<br />

era el Mesías ¡ti omelido, y su fé no fué ya imperfecta. San<br />

Cirilo cree que la pregunta que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego hizo el señe r<br />

á sus domésticos sobre la hora en que su hijo se habia encontrado<br />

curado, no fué (auto una prueba <strong>de</strong> su poca fé,<br />

cuanto una señal <strong>de</strong> su zelo por instruirse y conlirmarse<br />

en su creencia.<br />

Jíl padre creyó, y con é! creyó toda su casa ; esto <strong>de</strong>be<br />

convencer á las cabezas <strong>de</strong> faniifia y á toda persona <strong>de</strong><br />

autoridad, dice un intérprete, <strong>de</strong> lo (¡ue pue<strong>de</strong>n sus ejemplos<br />

en aquellos que están sujetos á ellos, y cuánto <strong>de</strong>ben<br />

temer dárselos malos. Todrá uno ser poco dócil á las lecciones<br />

mas patéticas; pero con dificultad se resiste por<br />

mucho liempo a! ejemplo.<br />

La oración <strong>de</strong> la in'taa <strong>de</strong> esle dio es como sigue :<br />

Largire, quawnnus.<br />

Domine, fi<strong>de</strong>libus luis indaffjCiüiamplaralns<br />

e.í pacem<br />

: ut pariler (ib ómnibus<br />

mun<strong>de</strong>ntar oj¡i'nsis, el<br />

secura tibi menle dcscrviant.<br />

l'er Doiniiniin...<br />

Señor, os suplicamos que<br />

movido <strong>de</strong> los ruegos <strong>de</strong> vuestros<br />

Cíeles, les concedáis el<br />

perdón <strong>de</strong> sus ofensas y la<br />

verda<strong>de</strong>ra paz; á fin <strong>de</strong> que,<br />

puriocados por vuestra gracia<br />

di- lodos sus pecados, os sirvan<br />

con la tranquilidad <strong>de</strong> una<br />

santa confianza. Por nuestro<br />

Señor Jesucristo, etc.<br />

DOMINGO VIGESIMO<br />

• .•<br />

La Epístola esld tomada <strong>de</strong>l capilvlo 3 <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l apóstol san<br />

' Pablo á los Efesinos.<br />

Fratres: Vidcte qmmodo<br />

cante ambulelis : non<br />

qnasi insipienles, sed ul<br />

sapientes : redimen tes tempus<br />

, qmn'um dies mali<br />

suul. I'roplerea nolite fieri<br />

impru<strong>de</strong>ntes, sedinlelligenles<br />

, qucu sil voluntas<br />

Dei. El nolite inebriari riño<br />

, ÍÍI quo eU Ivxuria :<br />

sed iinplemini Spirilu<br />

Sánelo , loquenles vobismetipsis<br />

in psalmis, et<br />

hymnis, el canticis spiritualibus,<br />

canlimtes elpsnllenles<br />

in cordibus vestribus<br />

Domino, gratias agentes<br />

semper pro ómnibus,<br />

in nomine Domini noslri<br />

Jesu Cltrisli, Deo el l'alri.<br />

Suhjecti inricem in limore<br />

Chrisli.<br />

Hermanos mios: 5! ¡ra d rom o<br />

camináis con precaticicn. nó<br />

como gente sin razón, sino como<br />

persomis racionales, rescatando<br />

el liempo, porque los<br />

dias son malos. Por esto no<br />

obréis impru<strong>de</strong>nlemenle , y<br />

procurad compren<strong>de</strong>r bien<br />

cuál es la voluntad <strong>de</strong> Dios.<br />

Guardaos <strong>de</strong> los escesos <strong>de</strong>l<br />

vino, que conducen á la impudicicia<br />

; ántes bien obrad <strong>de</strong><br />

modo que seáis llenos <strong>de</strong>l Espíritu<br />

Santo, enlreteniéndoos<br />

vosotros mismos con salmos,<br />

himnos y cánticos espirituales,<br />

dirigiendo estos salmos al<br />

Señor <strong>de</strong> lo ínfimo <strong>de</strong> vuestro<br />

corazón; dando gracias continuamente<br />

á Dios Padreen nombre<br />

<strong>de</strong> Jesntrislo nuestro Señor,<br />

por todas las cosas. Manteneos<br />

a<strong>de</strong>más en una sumisión<br />

mutua por el lemor <strong>de</strong> Jesucristo.<br />

Entre muchas instrucciones importantes que san Pablo<br />

da á los crislianos <strong>de</strong>Efeso, les exhorta siempre á que rediman<br />

el liempo perdido, empleando los pocos dias que les<br />

quedan en los ejercicios <strong>de</strong> piedad que él les enseña ea<br />

esla Epístola.<br />

REFLEXIONES.<br />

«Rescatando el liempo, porque los dias son malos.» Es<br />

muy precioso el tiempo para quo no sean los dias muy apreciables;<br />

ni son tampoco malos los dias, sino por el mal uso<br />

que hacemos <strong>de</strong> este liempo. Seria necesario conocer el<br />

precio inestimable <strong>de</strong>l liempo para compren<strong>de</strong>r la pérdida<br />

(¡ue se hace empleándole mal. Es el tiempo una cosa<br />

tan preciosa, que todos los honores, todos los bienes <strong>de</strong>l<br />

mundo no valen lo que vale un momento; y aun cuando<br />

no se hubiera empleado nías que un momento para adquirir<br />

lodos los bienes <strong>de</strong>l mundo; aun cuando no ha ja<br />

mas que esto, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios, (pío<br />

juzga sanamente <strong>de</strong> todas las cosas, es haber perdido el<br />

tiempo. No hay reprobo en el infierno que no estnviesu<br />

prontoá dar todos los reinos y lodos los bienes <strong>de</strong>l mundo,<br />

si fuese dueflo <strong>de</strong> ellos, por tener un momento <strong>de</strong> aquel<br />

liempo que ha perdidoen bagatelas, y que nosotros per<strong>de</strong>mos<br />

también <strong>de</strong>l mismo modo. Concibamos, si es posible,<br />

loque es la gracia, el premio <strong>de</strong> la sangre y <strong>de</strong> la muerto<br />

<strong>de</strong> un Dios; concibamos lo que vale la posesión <strong>de</strong> un Dios<br />

en la mansión <strong>de</strong> los bienaventurados; el liempo no se nos<br />

ha concedido sino para que cada momento procuremos un<br />

aumento <strong>de</strong> gracia; para merecer con el auxilio <strong>de</strong> esta<br />

misma gracia el reino délos cielos, la estancia <strong>de</strong> los bienavenlmados,<br />

la posesión <strong>de</strong>l mismo Dios. Es, pues, innegable<br />

que cada momento que no hemos empleado para<br />

Dios, hemos hecho mayor pérdida que si hubiésemos perdido<br />

todos los tesoros <strong>de</strong> la tierra, lo que los santos no

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