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MEDITACION.<br />
venturados los tftté oyen la<br />
palabra <strong>de</strong> Dios y la ponen<br />
en práctica.<br />
Délas gran<strong>de</strong>zas y prerngalivas <strong>de</strong> la Santísima Virgen.<br />
PUMO PRIMERO.—Consi<strong>de</strong>ra que, como dice san Hnenavenlura,<br />
Dios [jue<strong>de</strong> bacer una iníinidad <strong>de</strong> mundos mas<br />
hermosos, mas amplios, mas admirables que el que ba<br />
criado, y en que vivimos; pue<strong>de</strong> hacer asiros mas brillantes,<br />
cielos mas resplan<strong>de</strong>cientes, una tierra mas rica<br />
en producciones y en maravillas, pue<strong>de</strong> hacer <strong>de</strong> ellas sin<br />
número; pero por mas que sea omnipotente, no pue<strong>de</strong><br />
hacer una madre mas noble, mas escelenle, mas digna <strong>de</strong><br />
nuestra veneración, <strong>de</strong> nuestra <strong>de</strong>voción, <strong>de</strong> nuestrosrespelos,<br />
<strong>de</strong> nuestro culto, que la Madre <strong>de</strong> Dios. Así es que<br />
el Evangelio para formar lodo su elogio, se contenta con<br />
<strong>de</strong>cir, que María es la madre, <strong>de</strong> Jesucristo. ¿,C>ué puedo<br />
yo <strong>de</strong>cir, ó bienaventurada Virgen, <strong>de</strong> vuestra persona y<br />
<strong>de</strong> vuestras gran<strong>de</strong>zas, esclama san Agustín, en vista <strong>de</strong><br />
que lodo lo que podría <strong>de</strong>cir, es inferior á las alabanzas<br />
qu;1 merece vuestra dignidad? ¿Queréis saber cuál es la<br />
escelencia, el niérilo, la sublime dignidad <strong>de</strong> la Madre?<br />
dice San Euquerío; concebid, sí es posible, el mérito y la<br />
escelencia <strong>de</strong>! Hijo. Concebid lo que es el Hijo <strong>de</strong> Dios,<br />
dice san Gregorio, y concebiréis lo que es su Madre. Con<br />
solo <strong>de</strong>cir que la bienaventurada Virgen es Madre <strong>de</strong> Dios,<br />
^'ce san Anselmo, hasta para elevarla sobre todas las gran<strong>de</strong>/.iis<br />
que pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>cirse o imaginarse <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Dios,<br />
^'i 'in, solo el artífice es superior á su obra, dice el sabio<br />
^edro Damiano; lodo cuanto podéis imaginar <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>,<br />
<strong>de</strong> sublime, <strong>de</strong> escelenle, es inferior á l;i Santísima Virgen.<br />
De aquí lodos los títulos pomposos que la da la Fglesiíi,<br />
<strong>de</strong> Reina <strong>de</strong> los hombres y délos ángeles; <strong>de</strong> medianera<br />
cerca <strong>de</strong> su Hijo; <strong>de</strong> abogada omnipotente <strong>de</strong> los pecadores<br />
para con el Eterno Padre; <strong>de</strong> estrella <strong>de</strong> la mañana,<br />
puerta <strong>de</strong>l cielo, arca <strong>de</strong> la alianza. Juzguemos <strong>de</strong> su<br />
gloria por su dignidad; juzguemos do su mérito por la escelencia<br />
y la sublimidad <strong>de</strong> su gloria. Cuando Dios escogió<br />
•> María para elevarla á la divina malernidad, noconsi<strong>de</strong>ró<br />
en ella ni la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su nacimiento, ni los talentos<br />
<strong>de</strong> su espíritu, ni las perfecciones <strong>de</strong> su persona. Es<br />
vei'dad que María, aun según el mundo, era la mas cumplida<br />
<strong>de</strong> todas las criaturas; <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> David, y <strong>de</strong><br />
•anlos otros reyes que contaba entre sus antepasados, ella<br />
había heredado toda su gloria ; dotada <strong>de</strong> las cualida<strong>de</strong>s<br />
Plurales qne habia recibido <strong>de</strong> Dios, era ella, en el len-<br />
^'je <strong>de</strong> san Bernardo, la obra maestra <strong>de</strong> todos los siglos;<br />
P^ro nada <strong>de</strong> lodo esto obligó á Dios á la elección que hizo<br />
fl« ella puraque fuese madre <strong>de</strong>l Mesías, y para que diese<br />
"I mundo el Re<strong>de</strong>ntor. Lo que <strong>de</strong>cidió, pues, en favor <strong>de</strong><br />
M'iría fué su santidad, y las eminentes virtu<strong>de</strong>s que poseía<br />
s«l)rc todas las <strong>de</strong>más. Aquella pureza sin ejemplo, aquella<br />
bondad sin taclia, aquella humildad sin limites, aquella<br />
caridad, aquel amor puro <strong>de</strong> Dios, que sobrepujaba al<br />
délos serafines. ¿No tiene razón para esclamar la mn-<br />
J^r<strong>de</strong> mu-stro Evangelio: Dichosas las entrafias (píete<br />
llevado, y felices los pechos que te han dado <strong>de</strong><br />
niamai ? Después do Dios ¿hay un objeto mas digno <strong>de</strong><br />
mieslra admiración, <strong>de</strong> nuestros profundos respetos,<br />
DE CUARESMA. 167<br />
<strong>de</strong> nuestra ternura? Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l culto <strong>de</strong>bido á Dios<br />
¿qué veneración, qué culto no <strong>de</strong>bemos á la Madre <strong>de</strong><br />
Dios?<br />
PUNTO SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra qne. la respuesta que dió<br />
Jesus á estas palabras: «Dichosas las entrañas que te han<br />
llevado,» nos insinúan la eminente santidad <strong>de</strong> María,<br />
dándonos á enten<strong>de</strong>r qne es mas distinguida todavía por<br />
su fi<strong>de</strong>lidad á lodos los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> la religión, que por la<br />
preiogativa <strong>de</strong> madre <strong>de</strong> Dios: «Antes bien, repuso Jeius,<br />
bienaventurados aquellos que escuchan la palabra <strong>de</strong> Dios,<br />
y la ponen en práctica;« y esto nos enseña también que<br />
el verda<strong>de</strong>ro medio <strong>de</strong> honrar dignamente á la Santísima<br />
Virgen, es el imitar sus virtu<strong>de</strong>s; el cuko qne la tributaremos<br />
entonces será sincero, siendo tan religioso, y nuestra<br />
confianza le será muy agradable, y para nosotros no<br />
será ilusoria. A la verdad, la veneración, la confianza, la<br />
<strong>de</strong>voción á la Santísima Virgen, han nacido con la Iglesia.<br />
No hay ningún verda<strong>de</strong>ro fiel que no tenga un amor filial<br />
á esta Madre amorosa <strong>de</strong> los elegidos. Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse quo<br />
así como la <strong>de</strong>voción á la Santísima Virgen crece con la<br />
fó, así se ve que esta fé, <strong>de</strong> que el justo vive, no se <strong>de</strong>bilita<br />
jamás, sin que se <strong>de</strong>bilite la <strong>de</strong>voción á la Santísima<br />
Virgen. Ninguno pue<strong>de</strong> ser afecto á la Madre, cuando es<br />
enemigo <strong>de</strong>l Hijo. Las gran<strong>de</strong>zas y las prerogativas <strong>de</strong> la<br />
Santísima Virgen, su po<strong>de</strong>r, su crédito, <strong>de</strong>ben fundar<br />
nuestro consuelo y nuestra confianza. ¡ (Jné dulce es y qué<br />
consolatorio el tener por madre á la Madre, <strong>de</strong> Dios, y eslar<br />
seguros <strong>de</strong> qne la sirve, por <strong>de</strong>cirlo así, <strong>de</strong> placer el ser<br />
nuestra madre! Se sabe bien que Jesucristo solo ba rescatado<br />
al mundo con su sangre; pero no pue<strong>de</strong> ignorarse<br />
que la sangre que ha <strong>de</strong>rramado ha sido formada <strong>de</strong> la<br />
misma sustancia <strong>de</strong> María, y por consiguiente que María<br />
ba suministrado, ha ofrecido, ha entregado para nosotros<br />
la sangre que nos ha servido <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción; y esto es sobre<br />
lo que se funda la Iglesia para atribuirla la cualidad <strong>de</strong><br />
medianera, y lodos los <strong>de</strong>más títulos que la da. María toma<br />
mucha parte, tiene un gran interés en nuestra salvación<br />
para mirar con sangre fria nuestra perdición. Sabe a<strong>de</strong>más<br />
que si no hubiese habido pecadores que salvar, no<br />
hubiese tampoco habido madre <strong>de</strong>l Salvador; lodo esto<br />
maiiliene su ternura para con nosotros, y <strong>de</strong>be autorizar<br />
nuestra confianza en ella. ¡ Qué ventajas no se sacan <strong>de</strong><br />
esta tierna <strong>de</strong>voción! iQué gracias, qne socónos no esperiineiilan<br />
<strong>de</strong> ella durante la vida lodos los siervos<br />
<strong>de</strong> María! ¡Y (pié confianza, qué consuelo no sienten en<br />
la hora <strong>de</strong> la muerte! ¡ Qué dulce es vivir bajo <strong>de</strong>l<br />
amparo <strong>de</strong> una protectora scmejanlc! Pero ¡(jué dulzura<br />
al morir, cuando se ha merecido por la fi<strong>de</strong>lidad en<br />
su servicio su protección 1 Nada hay que pueda asegurarnos<br />
tanto contra el justísimo temor <strong>de</strong> los juicios <strong>de</strong><br />
Dios, y contra los espantos <strong>de</strong> la muerte, como la confianza<br />
en la Santísima Virgen, fundada en su bondad, y CQ<br />
una perseverante <strong>de</strong>voción á ella. ¿Qué tenemos que temer,<br />
si la Madre <strong>de</strong> Dios se interesa por nosotros? Ármese<br />
lodo el infierno contra mí; la protección <strong>de</strong> Ja Santísima<br />
Virgen es un fuerte inaccesible á lodos los enemigos <strong>de</strong> la<br />
salud; es aquella misteriosa torre <strong>de</strong> David, pertrechada<br />
con todo género <strong>de</strong> armas; María es la estrella <strong>de</strong>l mar,<br />
que arregla la navegación; no hay mas que mirarla á menudo<br />
para evitar los escollos y el naufragio. Desgraciado<br />
el que mira con indiferencia una Madre tan amable; ¡qué<br />
digno <strong>de</strong> lástima es el que no siente ni <strong>de</strong>voción ni zelo