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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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MEDITACION.<br />

venturados los tftté oyen la<br />

palabra <strong>de</strong> Dios y la ponen<br />

en práctica.<br />

Délas gran<strong>de</strong>zas y prerngalivas <strong>de</strong> la Santísima Virgen.<br />

PUMO PRIMERO.—Consi<strong>de</strong>ra que, como dice san Hnenavenlura,<br />

Dios [jue<strong>de</strong> bacer una iníinidad <strong>de</strong> mundos mas<br />

hermosos, mas amplios, mas admirables que el que ba<br />

criado, y en que vivimos; pue<strong>de</strong> hacer asiros mas brillantes,<br />

cielos mas resplan<strong>de</strong>cientes, una tierra mas rica<br />

en producciones y en maravillas, pue<strong>de</strong> hacer <strong>de</strong> ellas sin<br />

número; pero por mas que sea omnipotente, no pue<strong>de</strong><br />

hacer una madre mas noble, mas escelenle, mas digna <strong>de</strong><br />

nuestra veneración, <strong>de</strong> nuestra <strong>de</strong>voción, <strong>de</strong> nuestrosrespelos,<br />

<strong>de</strong> nuestro culto, que la Madre <strong>de</strong> Dios. Así es que<br />

el Evangelio para formar lodo su elogio, se contenta con<br />

<strong>de</strong>cir, que María es la madre, <strong>de</strong> Jesucristo. ¿,C>ué puedo<br />

yo <strong>de</strong>cir, ó bienaventurada Virgen, <strong>de</strong> vuestra persona y<br />

<strong>de</strong> vuestras gran<strong>de</strong>zas, esclama san Agustín, en vista <strong>de</strong><br />

que lodo lo que podría <strong>de</strong>cir, es inferior á las alabanzas<br />

qu;1 merece vuestra dignidad? ¿Queréis saber cuál es la<br />

escelencia, el niérilo, la sublime dignidad <strong>de</strong> la Madre?<br />

dice San Euquerío; concebid, sí es posible, el mérito y la<br />

escelencia <strong>de</strong>! Hijo. Concebid lo que es el Hijo <strong>de</strong> Dios,<br />

dice san Gregorio, y concebiréis lo que es su Madre. Con<br />

solo <strong>de</strong>cir que la bienaventurada Virgen es Madre <strong>de</strong> Dios,<br />

^'ce san Anselmo, hasta para elevarla sobre todas las gran<strong>de</strong>/.iis<br />

que pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>cirse o imaginarse <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Dios,<br />

^'i 'in, solo el artífice es superior á su obra, dice el sabio<br />

^edro Damiano; lodo cuanto podéis imaginar <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>,<br />

<strong>de</strong> sublime, <strong>de</strong> escelenle, es inferior á l;i Santísima Virgen.<br />

De aquí lodos los títulos pomposos que la da la Fglesiíi,<br />

<strong>de</strong> Reina <strong>de</strong> los hombres y délos ángeles; <strong>de</strong> medianera<br />

cerca <strong>de</strong> su Hijo; <strong>de</strong> abogada omnipotente <strong>de</strong> los pecadores<br />

para con el Eterno Padre; <strong>de</strong> estrella <strong>de</strong> la mañana,<br />

puerta <strong>de</strong>l cielo, arca <strong>de</strong> la alianza. Juzguemos <strong>de</strong> su<br />

gloria por su dignidad; juzguemos do su mérito por la escelencia<br />

y la sublimidad <strong>de</strong> su gloria. Cuando Dios escogió<br />

•> María para elevarla á la divina malernidad, noconsi<strong>de</strong>ró<br />

en ella ni la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su nacimiento, ni los talentos<br />

<strong>de</strong> su espíritu, ni las perfecciones <strong>de</strong> su persona. Es<br />

vei'dad que María, aun según el mundo, era la mas cumplida<br />

<strong>de</strong> todas las criaturas; <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> David, y <strong>de</strong><br />

•anlos otros reyes que contaba entre sus antepasados, ella<br />

había heredado toda su gloria ; dotada <strong>de</strong> las cualida<strong>de</strong>s<br />

Plurales qne habia recibido <strong>de</strong> Dios, era ella, en el len-<br />

^'je <strong>de</strong> san Bernardo, la obra maestra <strong>de</strong> todos los siglos;<br />

P^ro nada <strong>de</strong> lodo esto obligó á Dios á la elección que hizo<br />

fl« ella puraque fuese madre <strong>de</strong>l Mesías, y para que diese<br />

"I mundo el Re<strong>de</strong>ntor. Lo que <strong>de</strong>cidió, pues, en favor <strong>de</strong><br />

M'iría fué su santidad, y las eminentes virtu<strong>de</strong>s que poseía<br />

s«l)rc todas las <strong>de</strong>más. Aquella pureza sin ejemplo, aquella<br />

bondad sin taclia, aquella humildad sin limites, aquella<br />

caridad, aquel amor puro <strong>de</strong> Dios, que sobrepujaba al<br />

délos serafines. ¿No tiene razón para esclamar la mn-<br />

J^r<strong>de</strong> mu-stro Evangelio: Dichosas las entrafias (píete<br />

llevado, y felices los pechos que te han dado <strong>de</strong><br />

niamai ? Después do Dios ¿hay un objeto mas digno <strong>de</strong><br />

mieslra admiración, <strong>de</strong> nuestros profundos respetos,<br />

DE CUARESMA. 167<br />

<strong>de</strong> nuestra ternura? Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l culto <strong>de</strong>bido á Dios<br />

¿qué veneración, qué culto no <strong>de</strong>bemos á la Madre <strong>de</strong><br />

Dios?<br />

PUNTO SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra qne. la respuesta que dió<br />

Jesus á estas palabras: «Dichosas las entrañas que te han<br />

llevado,» nos insinúan la eminente santidad <strong>de</strong> María,<br />

dándonos á enten<strong>de</strong>r qne es mas distinguida todavía por<br />

su fi<strong>de</strong>lidad á lodos los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> la religión, que por la<br />

preiogativa <strong>de</strong> madre <strong>de</strong> Dios: «Antes bien, repuso Jeius,<br />

bienaventurados aquellos que escuchan la palabra <strong>de</strong> Dios,<br />

y la ponen en práctica;« y esto nos enseña también que<br />

el verda<strong>de</strong>ro medio <strong>de</strong> honrar dignamente á la Santísima<br />

Virgen, es el imitar sus virtu<strong>de</strong>s; el cuko qne la tributaremos<br />

entonces será sincero, siendo tan religioso, y nuestra<br />

confianza le será muy agradable, y para nosotros no<br />

será ilusoria. A la verdad, la veneración, la confianza, la<br />

<strong>de</strong>voción á la Santísima Virgen, han nacido con la Iglesia.<br />

No hay ningún verda<strong>de</strong>ro fiel que no tenga un amor filial<br />

á esta Madre amorosa <strong>de</strong> los elegidos. Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse quo<br />

así como la <strong>de</strong>voción á la Santísima Virgen crece con la<br />

fó, así se ve que esta fé, <strong>de</strong> que el justo vive, no se <strong>de</strong>bilita<br />

jamás, sin que se <strong>de</strong>bilite la <strong>de</strong>voción á la Santísima<br />

Virgen. Ninguno pue<strong>de</strong> ser afecto á la Madre, cuando es<br />

enemigo <strong>de</strong>l Hijo. Las gran<strong>de</strong>zas y las prerogativas <strong>de</strong> la<br />

Santísima Virgen, su po<strong>de</strong>r, su crédito, <strong>de</strong>ben fundar<br />

nuestro consuelo y nuestra confianza. ¡ (Jné dulce es y qué<br />

consolatorio el tener por madre á la Madre, <strong>de</strong> Dios, y eslar<br />

seguros <strong>de</strong> qne la sirve, por <strong>de</strong>cirlo así, <strong>de</strong> placer el ser<br />

nuestra madre! Se sabe bien que Jesucristo solo ba rescatado<br />

al mundo con su sangre; pero no pue<strong>de</strong> ignorarse<br />

que la sangre que ha <strong>de</strong>rramado ha sido formada <strong>de</strong> la<br />

misma sustancia <strong>de</strong> María, y por consiguiente que María<br />

ba suministrado, ha ofrecido, ha entregado para nosotros<br />

la sangre que nos ha servido <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción; y esto es sobre<br />

lo que se funda la Iglesia para atribuirla la cualidad <strong>de</strong><br />

medianera, y lodos los <strong>de</strong>más títulos que la da. María toma<br />

mucha parte, tiene un gran interés en nuestra salvación<br />

para mirar con sangre fria nuestra perdición. Sabe a<strong>de</strong>más<br />

que si no hubiese habido pecadores que salvar, no<br />

hubiese tampoco habido madre <strong>de</strong>l Salvador; lodo esto<br />

maiiliene su ternura para con nosotros, y <strong>de</strong>be autorizar<br />

nuestra confianza en ella. ¡ Qué ventajas no se sacan <strong>de</strong><br />

esta tierna <strong>de</strong>voción! iQué gracias, qne socónos no esperiineiilan<br />

<strong>de</strong> ella durante la vida lodos los siervos<br />

<strong>de</strong> María! ¡Y (pié confianza, qué consuelo no sienten en<br />

la hora <strong>de</strong> la muerte! ¡ Qué dulce es vivir bajo <strong>de</strong>l<br />

amparo <strong>de</strong> una protectora scmejanlc! Pero ¡(jué dulzura<br />

al morir, cuando se ha merecido por la fi<strong>de</strong>lidad en<br />

su servicio su protección 1 Nada hay que pueda asegurarnos<br />

tanto contra el justísimo temor <strong>de</strong> los juicios <strong>de</strong><br />

Dios, y contra los espantos <strong>de</strong> la muerte, como la confianza<br />

en la Santísima Virgen, fundada en su bondad, y CQ<br />

una perseverante <strong>de</strong>voción á ella. ¿Qué tenemos que temer,<br />

si la Madre <strong>de</strong> Dios se interesa por nosotros? Ármese<br />

lodo el infierno contra mí; la protección <strong>de</strong> Ja Santísima<br />

Virgen es un fuerte inaccesible á lodos los enemigos <strong>de</strong> la<br />

salud; es aquella misteriosa torre <strong>de</strong> David, pertrechada<br />

con todo género <strong>de</strong> armas; María es la estrella <strong>de</strong>l mar,<br />

que arregla la navegación; no hay mas que mirarla á menudo<br />

para evitar los escollos y el naufragio. Desgraciado<br />

el que mira con indiferencia una Madre tan amable; ¡qué<br />

digno <strong>de</strong> lástima es el que no siente ni <strong>de</strong>voción ni zelo

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