Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

y lo pifien ¡ habiendo respondido el catecúmeno, ó el padrino
ó la madrina en nombre de! nifio, « quiero, » el sacerdolo
!e bautiza en la forma ordinaria, diciendo : « Yo lo
bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Sanio. » Después haciendo la unción del santo crisma en
forma de cruz con el dedo pulgar sobre la cabeza del que
acaba de ser bautizado, hace esta oración : « Dígnese vi
Dios omnipotente, padre de nuestro Señor Jesucristo, que
le ha reengendrado por el agua y el Kspírilu Sanio, y que
le ha perdonado y remitido lodos tus pecados, concederle
la unción del sanio crisma y del óleo de salud para que
consigas la vida eterna. Amen. » llácese esta unción en la
cabeza del nuevo bautizado, para significar que el bau-
Usmo le hace en alguna manera, según la espresion del
Apóstol, miembro de una nación escogida, de un pueblo
santo, y de! real sacerdocio; como si le dijese : Tienes
derecho para ofrecerá Dios hostias puras y santas; tus
vo'os, tus oraciones, tus obras de misericordia y de penilencia
son otros tantos sacrificios de alahanra y de acciones
de gracias que ofreces al Señor, segnn la espresion
del profeta. Tii eres de una estirpe real, puesto que, en
calidad de cristiano, participas del reinado de Jesucristo,
y debes reinar con él en su reino en la mansión de la
gloria. San Carlos alega también otra razón de esta unción
que so hace en la cabeza del nuevo bautizado, á íin, dice,
que sepa que desde aquel dia ha sido unido por el bautismo
ii Jesucrislo su cabeza, en cualidad de miembro de su
cuerpo místico; y que asi como la palabra Cristo significa
el ungido del Señor, quo.procede también de la palabra
crisma, del mismo modo la palabra cristiano se deriva de
la do Cristo.
La antigüedad do estas unciones aparece por toda la
tradición. Todo lo que la Iglesia consagra á Dios de un
modo particular, lo consagra por ta unción de los santos
óleos y del santo crisma. Los cristianos, pues, están enteramente
consagrados á Dios, dicen los padres, por estas
unciones. Son templos de Dios, y por consiguienle deben
corresponder por la santidad de su vida á la santidad de
osla consagración. Púnese un lienzo blanco sobre la cabeza
del nuevo bautizado, diciendo: « Rccihe este vestido
blanco, esla ropa santa y sin mancha, para que la lleves
delante de nuestro Señor Jesucristo, á fin de que, conservando
basta el fin la inocencia de quo ella es el símbolo,
obtengas la vida eterna. Amen.»
Dábanse en otro tiempo vestiduras blancas á los nuevos
bautizados, lo cual se Ince todavía hoy cuando so bautizan
adultos, para denotar la inocencia que se habia recibido
en el bautismo; y los llevaban por espacio de siele
dias, para significar que un cristiano debe conservar esla
inocencia loda su vida y no perderla jamás por el pec ado,
líl lienzo blanco que en él dia se pone sohre la cabeza del
niño que se ha bautizado, dice san Ambrosio, equivale á
aquellas vestiduras. Kn fin, dásele un cirio encendido al
nuevo bautizado, para enseñarle que habiendo recibido la
luz de la fé, debe cuidar mucho que no se eslinga, y que
él mismo debe ser, por decirlo así, una luz que arda y quo
luzca por c! resplandor de sus virtudes y por el ardor de
W caridad. « En otro tiempo erais las tinieblas mismas,»
«tecia san Pablo á los fieles de Fieso; «ahora sois ta luz en
""estro Señor. Caminad como hijos de la luz.»
''"ede venirse en conocimiento de la antigüedad de las
wremonias que preceden, que acompañan y que siguen
DESPUES DE PENTECOSTES. 485
al bautismo, por la autoridad de Tertuliano, de san Basilio,
de san Ambrosio, de san Agnslin y de todos los Padres
de la primera ociad de la Iglesia, que las refieren todas
como un ejemplo de las cosas que hemos recibido por
tradición de los mismos apóstoles. ¿Será, pues, escusable
la ignorancia de los fieles sobre unos puntos tan interesantes,
que pueden llamarse los rudimentos de nuestra
religiun? Las personas verdaderamenle cristianas no dejan
de celebrar lodos los años el aniversario del dia de su
bautismo, y de renovar con nueva devoción los votos y las
promesas que hicieron en él.
Como el Evangelio de la misa de este dia refiere el segundo
milagro de la multiplicación de siete panes y unos
pocos peces, semejante poco mas ó menos al primero do
¡a miiltiplicacion de cinco panes de cebada, referido en el
cuarlo domingo de cuaresma, nos remitimos á la esplicacion
del Evangelio de aquel dia, para no hacer demasiado
larga la historia do este.
La oración de la misa de este dia es como siyue:
Deus virlutum , cujus
esl lolum quod est optimmi
: insere pecloribus
noslris amorem tui nomi-
IU'.S, et prcesla in nobis reli-
(¡ionis avgmentum : ut
qucp. snnl bona, JIUirías;
«c pictalis sludio , qmv
sunt mUrita, custodias.
Per Dominum...
Dios de las virtudes , de
quien únicamente depende lodo
verdadero bien; imprimid
en nuestras almas el amor de
vuestro santo nauibre, y haced
quo crezca en nosotros el
amor y el zelo de la religión,
para que cultivando vos mismo
las semillas de la virtud
que habéis plantado en nosotros,
las conservéis después
de haberlas cultivado, inspirándonos
el estudio y el amolde
la piedad. Por nuestro Señor
Jesucristo, ele.
El Evangelio de la misaestá tomado de la del ajióslol
san Pablo á los Romanos, cap. 6.
Frolres : Quicnmque
baptizali sumus in Christo
Jesu, in marte ipsius
baptizati sumus. Consepulli
enim sumus cum
illoperbaplismum innwr-
(em : ut quomodo Clirisíus
surrexil a morluls per
gtoriam Palris, ita el nos
in novilale vVce amhulemvs.
Si cnim comptantali
faeli sumus simíliludini
mnrlis ejus : simul el resurrextionis
erimus. floc
scienles, quia vetus homo
noslcr simul cruó^xus est,
ni dcstrualur corpus peecali,
el ultra non serviamws
peecalo. Qui enim
morluus esl, justificatus
est a peccato. Si antem
morlui sumus cum Christo
, credimus quia simnl
eliam i'tremuj cum Chris-
Ilermanns mios: Todos y
cualquiera do los que hemos
sido bautizados en Cristo Jesús
, hemos sido bautizados en
su muerte. En efecto, por el
bautismo hemos sido sepultados
con él para morir, á fin de
que como Cristo ha resucitado
por la gloria del Padre, del
mismo modo también caminemos
lodos en una vida nueva.
Porque si hemos sido ingeridos
en la semejanza de su muelle,
lo seremos igualmente eii
la de su resurrección: sabien-»
do que nuestro hombre viejo
ha sido crucificado con él, ii
fin de que sea destruido el
cuerpo del pecado , y que nosotros
de hoy mas no seamos
ya esclavos del pecado; puesto
que el que ha muerto, está
lihre del pecado. Y si nosotros
oslamos muertos con Jetuci i*-