Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

sum, ut mm morti trademit.
FA VÍHCIUM adduxerunl
eum, et iradidcrunt
PoníioHlatoprmsidi. Tune
videns Judas qui cum iradidit,
quoá damnatus esset,
p&niteníia ductus, retulü
b'iginta argenlcos
pritiripibus mcerdotum et
smioribus^dketis: S. Peecim
, tradens sanguimn
juslum. C. Atillidioceruní:
S. Quid ad nos? tu videris.
C. Etprojcciis argentéis ia
templo, recessil; et nhiens,
laqueo se suspendit. Pñndpes
autem sacerdotum,
acceptis argentéis , dixerunt:
S. Non lirel eos mil-
(erein rorbonam, quia pretimisangumisest.
C. Consilio
aulem inilo, emerunt
ex illis agrumfiguli, in sepulluram
peregrinonm.
Propler hoc vocaíus est
ager Ule, ¡laccldama, hoc
esl ager Sunguims, usque
in hodiemum diem. Tmc
impletum esl quod dktum
est per Jcremiam prophetam,
diMntcm: Et aeceperunt
Iriginta argénteos,
prelium ap^rretiali, quem
apprctiaverunl a filiis Israel:
el dcderunl eos in
agrum figuli, sicut constiíuit
milñ Üominus. Jesús
mtem stetil ante prxsidem,
et inlcrrogavit cum
prmes, dicens : S. Tu es
Rex Judtsorum? G. Dicit
üü Jesús : »$< Tu dicis. G.
Eteum ac.msareíura principibiis
sacerdolum el sénior
ibus, nihil respóndil.
Tune dkit illí Pilatus: S.
AtOÍI audis guanta adversum
te dkunt teslimonia?
C. Et non rcspondil ex ad
ullum verbum, ila ut miraretur
prenses vehementer.
Per diem autem solemnem
consueveral prceses
populo dimiUere unum
vinctum, quem voluissent:
habebal autem tune, vinclum
insignem, qui dicebalur
Barabbas. Congregalis
crgo UHs, dixit Pilatus:S.
Quem vultis dimittam
vobisy Barabbam, an
Jesum, qui dicilur Chris-
DE RAMOS.
digo tambion, quo voreis muy
pronto al Hijo del hombre, sentado
á ¡a diestra de Dios omnipotente
, venir sobre las
nubes del cielo. En aquel punto
desgarró el gran sacerdote
sus vestidos , diciendo í Ha
blasfemado; ¿qué necesidad
tenemos ya do testigos? Vosotros
acabáis de oir la blasfemia;
¿qué os parece? Merece
ia muerfts dijeron ellos. Escupiéronle
entonces en el rostro,
diéronle de puñadas, y
hubo quienes le abofetearon,
dicióndole: Cristo, muéstranos
que eres profeta; ¿quién es el
quele ha herido? En esie tiempo
estaba Pedro sentado en el
atrio, y llegándose á él una
criada, le dijo: Tú también estabas
con Jesús de Galilea, Mas
él lo negó delante de todos, diciendo:
No sé lo que me dices.
Al salir él de la puerta , le
apercibió otra criada, y dijo
á los que estaban presentes:
También este estaba con
Jesús de Nazarelh. Nególo
él segunda vez, diciendo con
juramento que no había conocido
á aquel hombre. Poco después
los que estaban se acercaron,
y dijeron á Pedro: Segiiramcnle
tú también eres de
ellos, porque tu mismo idioma
maniliesta quién eres: entonces
comenzó á hacer imprecaciones,
y á jurar que no conocía
aquel hombre. Inmediatamente
cantó el gallo, y Pedro
se acordó de lo que Jesús le
habia dicho : Antes que cante
el gallo me negarás tres veces;
y habiendo salido fuera,
lloró amargamente. Luego quo
amaneció, hicieron consejo los
príncipes de los sacerdotes y
los ancianos del pueblo para
entregarle á la muerte. En
seguida le trajeron atado, y le
remitieron al gobernador Poncio
Pilato. Viendo entonces
Judas, que le habia entregado,
que le hablan condenado, movido
de arrepentimiento, volvió
las treinta piezas de piala
á los príncipes de los sacerdotes
y á los ancianos. He pecado,
les dijo, entregando la sangre
del justo. Mas ellos le dijeron:
¿Qué nos importa á no-
tus? C. Sdebal enim quod
per invidiam tradidissenl
eum. Sedente autem illo
pro Iribunali, misií ad
eum uxor ejus, dicens: S.
Nihil libi, el justo illi:
multa enimpassa sum hodic
per visum propter eum.
G. Principes autem sacerdotum
et séniores persuaserunt
populis ut pelerent
Barahham, Jesum vero
perderent. Respondens autem
pmses, ait illi