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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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170 LUNKS TEllCERQ<br />

t a y la eÉpUcáekm <strong>de</strong> la sanfa Escrilurp. El que pobia leer<br />

si» ponía en pié, y por dtfraQ abría el libro leía algunos<br />

versículos <strong>de</strong>l le\to sagrado, los cuales parafraseaba en<br />

seguida. Levanlóse, pues, Jesucrislo para leer, sea que se<br />

hubiese presentado por si mismo , sea que hubiese sido<br />

invilado á ello por los ancianos. Al abrir, « ul rcvolvil.»<br />

El texto griego y laiino significan propianienle <strong>de</strong>senrollando<br />

y <strong>de</strong>senvolviendo, porque los libros <strong>de</strong> los judíos,<br />

como la mayor parle <strong>de</strong> los <strong>de</strong> los antiguos, se componían<br />

<strong>de</strong> muchas fojas escritas solo <strong>de</strong> un lado, y cosidas por<br />

las eslremida<strong>de</strong>s. Desenvueltas estas gran<strong>de</strong>s fojas formaban<br />

como una larga'banda que se arrollaba, y <strong>de</strong> aquí ha<br />

venido la palabra '"volúmcn. Así, en lugar <strong>de</strong> que nosotros<br />

abrimos un libro para leerle, los anliguos le <strong>de</strong>senrollaban.<br />

El or<strong>de</strong>n que se guardaba en aquella especie<br />

<strong>de</strong> asambleas era que tres personas <strong>de</strong> diverso rango<br />

leían <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> todos algunos capítulos <strong>de</strong> la Escritura.<br />

El primero que leía era un sacerdote, el segundo ün<br />

simple levita y el tercero un lego. En este último concepto<br />

fué en el que se levantó Jesucristo, y se ofreció á<br />

leer.<br />

El libro que se le presentó fué, según el uso <strong>de</strong>l tiempo,<br />

una especie <strong>de</strong> rollo en que estaba la profecía do Isaías,<br />

que se leia entonces. Como nada le sucedía fortuitamente<br />

al abrir el libro cayó sobre un pasaje <strong>de</strong>l profeta, que le<br />

miraba á él personalmente, y que <strong>de</strong>cia así: « El espíritu<br />

<strong>de</strong>l Sefior está sobre mí, por esto he recibido la unción<br />

<strong>de</strong> aquel que me ha enviado para evangelizará los pobres;<br />

para curar á los que tienen el corazón oprimido <strong>de</strong> la<br />

tristeza ; para anunciar la libertad á los cautivos y el recobro<br />

<strong>de</strong> la vista á los ciegos; para librar á losque están en<br />

la opresión; para publicar la llegada venturosa <strong>de</strong>l Señor,<br />

y el día que hará justicia.» Todos le miraban y escuchaban<br />

con admiración. Viendo que todos tenían puestos en él los<br />

ojos, tomóla palabra, y habiendo vuelloel libro leshizo ver<br />

claramente que había llegado el tiempo en que se cumpliese<br />

en su persona esta profecía. Les habló con tanta gracia;<br />

tanta dulzura y tanta fuerza, que estaban todos como estasiados;<br />

y confesando quo nadie jamás había hablado como<br />

él, preguntábanse los unos á los otros : ¿No es este el hijo<br />

<strong>de</strong> José? Quedaron aun mas sorprendidos cuando tomando<br />

ocasión <strong>de</strong> lo que acababa do <strong>de</strong>cirles, comenzó á <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r<br />

á un pormenor que le* <strong>de</strong>sagradaba, y á exhortarles<br />

á la práctica <strong>de</strong> ciertas virtu<strong>de</strong>s que les eran como<br />

<strong>de</strong>sconocidas. Vosotros sin duda, añadió, vais á argiiirmo<br />

con este proverbio: Médico, cúrale á tí mismo; tú que das<br />

á otro la salud, no te <strong>de</strong>jes morir. Nosotros hemos oido<br />

que has hecho gran<strong>de</strong>s maravillas en Cafarnaum, que<br />

no has obrado aquí: ¿le merecen acaso mas consi<strong>de</strong>ración<br />

los eslranjeros que los <strong>de</strong> tu pais; mas Cafarnaum que<br />

Nazarclh, que lo <strong>de</strong>bes mirar como tu patria? Nadie se<br />

había atrevido á hacer estas reconvenciones al Salvador;<br />

pero él que penetraba el fondo <strong>de</strong> los corazones, les previno,<br />

haciéndoles ver que conocía perfectamente sus mas<br />

ocultos sentimientos y sus pensamientos mas secretos. Él<br />

hubiera obrado en Nazarclh milagros tan gran<strong>de</strong>s como<br />

los que habia hecho en Cafarnaum, si hubiese hallado en<br />

los babilantes las mismas disposiciones y la misma docilidad<br />

que en aquel pueblo eslranjero. A causa <strong>de</strong> su incredulidad,<br />

dice san Maleo, no hizo allí milagros. Como los<br />

habilanles <strong>de</strong>Nazarelh le habían visto enlre ellos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />

infancia, no le miraban mas que como el hijo <strong>de</strong> un pobre<br />

artesano, y no daban mucha importancia á sus palabras ni<br />

á sus milagros. Así también suce<strong>de</strong> con frecuencia, que<br />

los sacerdotes, las personas religiosas, y <strong>de</strong>dicadas á la<br />

Iglesia son escuchadas con ménos interés, miradas con<br />

mónos veneración y respeto en los pueblos en don<strong>de</strong> las<br />

han visto nacer y educarse, que en otras parles en don<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego tas han víslo en el ejercicio <strong>de</strong> su ministerio ;<br />

así ígnalmente el Señor hace ménos milagros en favor do<br />

aquellos que carecen <strong>de</strong> disposiciones.<br />

Al proverbio: Módico, cúrate á tí mismo, en el cual pensaban<br />

lodos los <strong>de</strong> la asamblea, respondió Jesús por otro<br />

que era común entro el pueblo: En ninguna parte tiene<br />

ménos estimación un profeta, que en su pais y en su casa.<br />

Vuestras historias, aña<strong>de</strong> el Salvador, os ofrecen bastantes<br />

pruebas <strong>de</strong> ello; porque <strong>de</strong>cidme ¿cuántas viudas habia<br />

en Israel en tiempo <strong>de</strong> Elias}' y sin embargo, cuando<br />

el cielo estaba cerrado, como lo estuvo tres años y medio,<br />

sin que cayese sobre la tierra ni lluvia ni rocío, y el hambre<br />

mas horrible <strong>de</strong>solaba el pais, ¿á quién envió Dios á<br />

su profeta? ¿no fué á una viuda estranjera <strong>de</strong>l pais <strong>de</strong><br />

Sidon? ¿Cuántos leprosos había en Israél en tiempo <strong>de</strong><br />

Elíseo? y no obstante aquel hombre <strong>de</strong> Dios no curó <strong>de</strong><br />

una enfermedad tan incnrable á olro que á Naamán, gentil,<br />

favorito <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> Siria.<br />

Todo este discurso <strong>de</strong>l Salvador que <strong>de</strong>bía cscucliarso<br />

como una advertencia saludable, fué muy mal recibido en<br />

una sinagoga en don<strong>de</strong> habia muchos preocupados <strong>de</strong> la<br />

pasión; comprendía bien que Jesucristo quería <strong>de</strong>jarles,<br />

y hacer partícipes á otros <strong>de</strong> sus beneficios, <strong>de</strong> los cuales<br />

juzgaba indignos á ellos; y que por el ejemplo <strong>de</strong> Naamán<br />

les daba á enten<strong>de</strong>r que tenia <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> ir á predicar á<br />

los gentiles, en gran <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> la sinagoga. Esto les<br />

íri'iló tan fuertemente contra él, que habiéndose levantado<br />

bruscamente, le tomaron con violencia, le condujeron fuera<br />

<strong>de</strong> la ciudad, que estaba edificada sobre la pendiente<br />

<strong>de</strong> una montaña, y le llevaron hasta la altura <strong>de</strong> la roca,<br />

resuellos á <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> él, arrojándole en aquel precipicio<br />

; tan furibunda es la cólera y el odio <strong>de</strong> los allegados.<br />

Este género <strong>de</strong> ejecuciones populares estaban toleradas,<br />

y bajo preteslo <strong>de</strong> zelo por la ley se quitaba la vida<br />

á un hombre sinforma <strong>de</strong> justicia. Pet o Jesucristo que tuvo<br />

á bien <strong>de</strong>jarse conducir hasta lo alto <strong>de</strong> la montaña, no<br />

les permitió que ejecutasen su malvado <strong>de</strong>signio ; se <strong>de</strong>sprendió<br />

sin dilicullad <strong>de</strong> sus manos, y ya que los <strong>de</strong>jase<br />

como ciegos con respecto á él, ya que les quítase repentinamente<br />

y por milagro las fuerzas y el movimiento, pasó<br />

tranquilamente por medio <strong>de</strong> ellos, y se retiró sin obstáculo.<br />

Estos discípulos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, dice san Ambrosio,<br />

son mas perversos que su maestro; porque aquél se había<br />

contentado con persuadir al Salvador, que se precipitase,<br />

y estos tratan <strong>de</strong> precipitarle ellos mismos. Aquellos<br />

hombres que un momento ántes aphudiau los discursos<br />

<strong>de</strong>l Salvador, quieren darle la muerte inmediatamente<br />

que les <strong>de</strong>scúbrela corrupción <strong>de</strong> su corazón. Jesucristo ha<br />

recorrido muchos parajes en la Ju<strong>de</strong>a; ha predicado en<br />

muchas ciuda<strong>de</strong>s, jamás ha perdonado al vicio, enlodas<br />

partes ha reprendido la corrupción <strong>de</strong> costumbres, y en<br />

ninguna parte se litin atrevido á empren<strong>de</strong>r, durante el<br />

cur¿o<strong>de</strong>su predicación, el quitarle la vida, mas que en<br />

Nazaretb, que era como su patria. Jesucristo no es <strong>de</strong><br />

niiiguuo mas maltratado quo <strong>de</strong> aquellos á quienes mas<br />

ia favoiecído, cuando llegan á pervertirse. Un mal saccr-

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