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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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546 DOMINGO DFXIMOSEPTIMO<br />

mas rico qm el otro. Vivían como hermanos en una entera<br />

igualdad <strong>de</strong> bienes y íle condición;-no vendian ni compraban<br />

nada entre sí; lodo su comercio se reducía á cambiar<br />

las cosas, dando cada uno lo que lo era superfluo;<br />

recibían en su casa á los <strong>de</strong> su secta, y les daban parle<br />

en todo lo que tenían, como <strong>de</strong> bienes comunes. Afectaban<br />

llevar los vestidos muy blancos; estaban vestidos pobrcmenle<br />

; pero cuidaban <strong>de</strong> estar siempre muy aseados.<br />

Eran tan vanos como los fariseos; no se casaban, pero no<br />

por oslo eran mas castos. En fin, lo acbacaban todo al<br />

<strong>de</strong>slino y á la iutluenoia <strong>de</strong> los astros.<br />

tos saduceos eran los mas disolulos <strong>de</strong> lodos estos sectarios;<br />

negaban lenazmenle la existencia <strong>de</strong> todas las sustancias<br />

cspiiiltiales criadas. Negaban la inmortalidad <strong>de</strong>l<br />

alma, y por consecuencia la resurrección do los cuerpos;<br />

por lo <strong>de</strong>más concordaban bastante con los samarilanos,<br />

cuyos errores adoptaban, á escepcion <strong>de</strong> que ellos venían<br />

á adorar á Dios en Jerusalen, y tomaban parle en los sacrificios<br />

<strong>de</strong> los judíos, lo cual <strong>de</strong>testaban los otros. Observábanla<br />

ley para gozar <strong>de</strong> las ventajas temporales que<br />

prometía, y para evitar los suplicios con que se castigaban<br />

las trasgresiones durante esta vida. Recbazaban lodo<br />

género <strong>de</strong> tradiciones, en lo cual eran diametraimente<br />

opuestos á los fariseos, que las preferían á la ley misma.<br />

Parece que los fariseos han querido imitar á los esíoícos,<br />

y los saduceosá los epicúreos. Entre estas dos sectas bahía<br />

una enemistad y una guerra irreconciliable; y si los<br />

saduceos eran mas impíos en sus dogmas, al ménos tenían<br />

ménos vanidad é hipocresía en sus costumbres. San<br />

Gerónimo dice que Ilillel fué e! gefe <strong>de</strong>l fariseísmo. San<br />

Epifanío cree que los esenos ó jesenos, como é! los Mama,<br />

era una secta <strong>de</strong> samarilanos, y que su nombre lo <strong>de</strong>rivaban<br />

<strong>de</strong> Jessó hermano <strong>de</strong> Üavid, cuyo nombre, según<br />

el santo, significa médico ; cualidad que conviene á los<br />

esenos, que preíendian pasar por los médicos <strong>de</strong> las almas.<br />

Se ha dado por gefe <strong>de</strong> los saduceos á Sadok, discípulo<br />

<strong>de</strong> un doctor llamado Antígono. Sea lo que quiera<br />

<strong>de</strong> los autores y <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong> estas sectas, lo que es<br />

cierto que por diferentes y opuestos que fuesen entre sí<br />

en dogmas, en costumbres y en supersticiones, todos ios<br />

sectarios preíendian tener á su favor las santas Escrituras.<br />

Tanta verdad es que jamás ha habido herejes que no hayan<br />

prefendído autorizar los mas groseros errores por el<br />

abuso que hacían <strong>de</strong> la Escritura. Estos son los enemigos<br />

que Jesucristo ha tenido que combatir durante el tiempo<br />

<strong>de</strong> su vida pública, y los enemigos también á quienes contempló<br />

ménos.<br />

Acababa el Salvador <strong>de</strong> confundir y <strong>de</strong> hacer callar á<br />

los saduceos que habian creído cortarle, preguntándole <strong>de</strong><br />

cuál délos siete maridos con quienes se había casado una<br />

viuda, seria mujer en la otra vida : cuando uno <strong>de</strong> los mas<br />

célebres entre los fariseos, que pasaba por el mas hábil<br />

enlro los doctores do la ley, llegó á preguntarle con <strong>de</strong>signio<br />

<strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>rle; «Maestro,» le dijo, (i¿ cuál es el<br />

mayor mandamiento <strong>de</strong> la ley?» La pregunta que aquí<br />

hace este doctor era, al parecer, <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> las cuestiones<br />

que entonces dividían los ánimos en todas las sectas.<br />

<strong>Los</strong> unos daban la preferencia en la ley al que mandaba<br />

observar el sábado; los otros sostenían que era la<br />

ley <strong>de</strong> la eircuncisiou; y oíros querían que fuese la ley<br />

que or<strong>de</strong>naba ofrecer los sacriCeios. El Salvador, que penetraba<br />

lo mas seci elo <strong>de</strong>l corazón, les respondió por el<br />

texto mismo do la ley, que dice que no hay mas que \m<br />

solo üios, y que se le <strong>de</strong>bo amar con todo el corazón ^ con<br />

toda el alma y con todo el enlendimienlo. Este es el primero<br />

y el mayor <strong>de</strong> los preceptos <strong>de</strong> la ley; pero hay un<br />

segundo semejante al primero, el cual manda que se ame<br />

al prójimo como á sí mismo. Estos dos preceptos son<br />

inseparables; contienen ellos en compendio toda ia susíancia<br />

y toda la perfección <strong>de</strong> la ley. Cuando la ley dice que <strong>de</strong>bemos<br />

amar á Oíos con todo nuestro corazón, con loria nuestra<br />

alma y con todo nuestro entendimiento, dicesan Agustín,<br />

compren<strong>de</strong> todo lo que somos, y no nos <strong>de</strong>ja ni tiempo<br />

ni permiso para ocupar nuestro corazón con el amor <strong>de</strong><br />

ninguna otra cosa. Estas diversas palabras, con todo vuestro<br />

corazón, con toda vuestra alma, con todo vuestro enlendimienlo,<br />

sirven para dar á conocer mejor la obligación<br />

que lodo hombre tiene <strong>de</strong> amar á Dios sinceramente , ardientemente<br />

y con preferencia á todas las cosas. Amareis<br />

á vuestro prójimo, esto es, á lodo hombre, como os amáis<br />

á vosotros mismos, <strong>de</strong>l mismo modo que vosotros os amáis,<br />

teniendo con él las mismas consi<strong>de</strong>raciones que queréis<br />

que se tengan con vosotros, y tratándole en lodo como<br />

querríais que se os tratase á vosotros. Y así como el amor<br />

que os tenéis á vosotros mismos no es un amor superlícial<br />

ni <strong>de</strong> cumplimiento, sino un amor real y eficaz que os hace<br />

sensibles á vuestros males, que os inclina á tomar todos<br />

los medios para aliviarlos; así también el amor que <strong>de</strong>béis<br />

teñera vuestro prójimo <strong>de</strong>be haceros sensibles á lodos<br />

sus males, moveros á procurarle lodos los socorros<br />

que pudiereis, á asistirle, á consolarle y á lomar parle en<br />

todas sus penas. «Todo lo que los libros santos nos mandan<br />

ó nos prohiben,» dice san Agustín, «lodo se reduce<br />

á este doble mandamiento; esto es el compendio y el resumen<br />

<strong>de</strong> toda la ley.»<br />

El doctor confesó ingenuamente que no se podía <strong>de</strong>cir<br />

nada mejor; que no había efectivamente masque un solo<br />

Dios, y que era verdad que el amar á Dios y al prójimo<br />

<strong>de</strong>l modo que habia dicho, era una cosa mas perfecta que<br />

el ofrecer holocaustos y sacrificios al Señor; y que cuando<br />

se ama á Dios tan perfectamente, no puedo ménos <strong>de</strong> observarse<br />

con exactitud toda ia ley y todas las ceremonias<br />

legales. Mas como e! divino Maestro quería acabar <strong>de</strong> instruir<br />

á muchas otras gentes, que convencidos do lo que<br />

<strong>de</strong>cía no se atrevían á preguntarlo mas, les previno, y él<br />

mismo les preguntó, dirigiéndose á una tropa <strong>de</strong> fariseos<br />

que estaban allí reunidos: ¿Qué os parece, les dijo, <strong>de</strong>l<br />

Mesías; <strong>de</strong> quién pensáis que <strong>de</strong>be ser hijo? Respondiéronle<br />

que <strong>de</strong>bía ser <strong>de</strong> la estirpe <strong>de</strong> David. <strong>Los</strong> judíos no<br />

veian cosa mas gran<strong>de</strong> en el Mesías que la cualidad <strong>de</strong> hijo<br />

<strong>de</strong> David , la cual en efecto le conviene por razón <strong>de</strong> su<br />

humanidad. Esto es lo quo dicen vuestros doctores, repuso<br />

el Uijo <strong>de</strong> Dios, y dicen bien; pero no lo dicen todo:<br />

porque si el Mesías no es mas que simplemente hijo <strong>de</strong><br />

David , ¿cómo el mismo David le llama mi Seflor? ¿Poiqué<br />

hablando como profeta, dice en sus salmos: El Señor<br />

ha dicho á mí Señor, siéntale á mi <strong>de</strong>recha hasta que<br />

haga á tus enemigos el escabel do tus piés? esto es, siéntate<br />

á mí <strong>de</strong>recha, y allí verás postrados á tus píes lodos<br />

Uis enemigos. Si, pues, David,.continúa el Salvador, llama<br />

al Mesías su Seflor, ¿cómo es hijo <strong>de</strong> David? Claro es<br />

que Jesueríslo quería hacerles ver que llamándole David<br />

su Sefior, habia también indicado su naturaleza divina,<br />

según la cual es hijo <strong>de</strong> Dios y Dios mismo, y que siendo

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