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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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damavil: Lazare, vemforas.<br />

Etsiaiim prodiil qui fuerat<br />

morluus, ligalus pe<strong>de</strong>s, e£<br />

ma)iM.s institis, elfiiciesillius<br />

sudario erat ügata. Dixit eis<br />

Jesús: Sulfíiteeuin, el sinile<br />

abire. Mullí ergo ex Juáwis,<br />

qui veneranl ad Mariam et<br />

Marlham, et vi<strong>de</strong>ranl quw<br />

fecit Jesús, credi<strong>de</strong>rmit iu<br />

cum.<br />

nuu ieso? Jesús, pues, es-<br />

IrLíiiu'ííiéndosei dtí nuevo<br />

<strong>de</strong>nlro <strong>de</strong> sí mismo, fué al<br />

lugar <strong>de</strong> la sepultura. Era,<br />

pues, una cueva abierta en<br />

la peña, y la hablan cerrado<br />

con una piedra. Quitad<br />

la piedra, dijo Jesús. Señor,<br />

le dijo Marta, hermana <strong>de</strong>l<br />

muerto, comienza ya á arrojar<br />

lelor, porque hace cuatro<br />

días que está enterrado.<br />

Jesús la repuso: ¿No le he<br />

dicho, que si creyeres venas<br />

á Dios glorificado? Quitaron,<br />

pues, la piedra, y<br />

levantando Jesús los ojos,<br />

dijo: Padre mió, yo os doy<br />

gracias porque me habéis<br />

oido. Bien sabia yo que<br />

siempre me oís; pero lo<br />

que he dicho, ha sido en<br />

consi<strong>de</strong>ración á la mullilud<br />

que eslán en re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> mí,<br />

á íin <strong>de</strong> que crean que vos<br />

me habéis enviado. Después<br />

<strong>de</strong> haber proferido estas<br />

palabras, clamó con un tono<br />

<strong>de</strong> voz muy alto: Lázaro,<br />

sal fuera. El que estaba<br />

muerto, salió inmediatamente<br />

con las vendas que le<br />

ligaban los piós y las manos,<br />

y con el lienzo que le<br />

cubria el rostro. Desaladle,<br />

Jes dijo Jesús, y <strong>de</strong>jadle andar.<br />

Gran mimero <strong>de</strong> los<br />

judíos que habian venido á<br />

ver á María y á María, y<br />

que eran lesligos <strong>de</strong> lo que<br />

Jesús habia hecho, creyeron<br />

en él. •<br />

MEDITACION.<br />

tinelos sentimientos <strong>de</strong> un pecador moribundo.<br />

PtNTO PRIMERO.—Consi<strong>de</strong>ra que por mas crueles que<br />

sean los sobresaltos que acometen en la muerte, y los dolores<br />

que se sienten en aquella última hora, nada hay<br />

mas duro, nada alormenla tanto á un pecador moribundo,<br />

que los vivos y amargos sentimientos que esperimenla<br />

poco antes <strong>de</strong> espirar.<br />

Durante la vida, la fé <strong>de</strong> la mayor parte <strong>de</strong> los crislia-<br />

»os, y sobre lodo <strong>de</strong> los libertinos, está medio eslinguida.<br />

Creen, es <strong>de</strong>cir, no caen en los errores hasla el punto <strong>de</strong><br />

ser infieles; pero creen tan débilmcnle, que apenas pue<strong>de</strong>n<br />

llamarse cristianos.<br />

En la muerte <strong>de</strong>saparecen todas las<br />

preocupaciones;<br />

las pasiones mas fuerles se eslinguon; la fé se <strong>de</strong>spierta,<br />

y hace ver las verda<strong>de</strong>s mas terribles, con tal claridad,<br />

que no es posible dudar ya <strong>de</strong> ellas. Poro ¡oh Dios!<br />

m CUARESMA. 233<br />

¡ qué seníimionios y qué temoros nacen <strong>de</strong> estas luces!<br />

Se conoce entonces sensiblemente para qué íin vivíamos<br />

sobro la (ierra. Dios solo, sí, Dios solo <strong>de</strong>bia ser el<br />

objelo<strong>de</strong> mi cullo. ¡ Qué sentimienlo haber servido á otro<br />

señor, haber amado á otro objeto, haber seguido á otra<br />

guia que á él 1<br />

Me sobraban motivos para no haberme engañado; mi<br />

razón me hacia ver bastante lo que <strong>de</strong>bia haier; mi reposo<br />

estribaba en mi regularidad, y mi interés en el cumplimiento<br />

<strong>de</strong> mis <strong>de</strong>beres. ¡Qué consolatorio seria para mi<br />

si hubiese pasado mis dias en el servicio <strong>de</strong> un Señor tan<br />

bueno! ¡ Ah! ¡ qué <strong>de</strong> po<strong>de</strong>rosas solicitaciones ! i (pié <strong>de</strong><br />

gracias! y no me he <strong>de</strong>cidido á servirle; he mirado á<br />

sangre fria á mi Dios, espirando por mí en la cruz; lodos<br />

sus beneficios no han podido vencer mi indiferencia; no<br />

he querido amarle, y yo muero.<br />

¿llabia alguna cosa capaz <strong>de</strong> enlrar en concurrencia con<br />

un Dios ? ¿ Tenia yo dos señores á quien servir ? Y 'aun<br />

cuando hubiera tenido dos, ¿ á quién <strong>de</strong>bia la preferencia?<br />

Muy <strong>de</strong>sgraciado es aquel á quien no le basta un Dios. Yo<br />

soy este <strong>de</strong>sgraciado, porque me ha dado gana <strong>de</strong> serlo, y<br />

yo muero.<br />

Pero ¿en servicio <strong>de</strong> quién he pasado yo mis dias ? ¿ y<br />

qué ventaja he sacado <strong>de</strong> haber servido al mundo? Disgustos<br />

infinilos, penas continuas, sudores infiucluosos,<br />

servidumbre cruel, yugo abrumador, vida consumida y<br />

perdida en la amargura; y <strong>de</strong> todo eslo, ¿cuál ha sido la<br />

recompensa? Sentimientos <strong>de</strong>sespcranlesT una muerte espantosa,<br />

una <strong>de</strong>sgraciada elernidad. ¡Ah, Dios mió! ¿es<br />

lodo eslo verdad, y hay pecadores en el mundo?<br />

PUNTO SIÍGUNDO,—Consi<strong>de</strong>ra qué pesar será para no>otros<br />

el percibir que lodo lo que nos ha espanlado, lo que<br />

nos ha disgustado <strong>de</strong>l servicio <strong>de</strong> bios no era mas que una<br />

pura fantasma. Era el respelo humano, y entonces se verá<br />

cuan vano era, y cuán ridículo era el Irabajo: i Ah ! ¿podía<br />

yo ignorar que Jesucristo asegura que su yugo es suave<br />

y su carga lijera ? Yo veo ahora, dirá el moribundo,<br />

que he tenido mas que sufrir viviendo licenciosamente,<br />

que cuanto hubiera sufrido llevando una vida cristiana; yo<br />

veo ahora mi tontería; me carcome el pesar, pero ya no<br />

hay tiempo <strong>de</strong> reparar mi falla, y yo muero.<br />

He <strong>de</strong>scuidado enleramenlc mi salvación: I09 negoci is<br />

temporales, las partidas <strong>de</strong> placer, el juego, los espectáculos<br />

han absorvido todo mi tiempo. Yo he juntado gran<strong>de</strong>s<br />

bienes: ¿y para quién? Yo me he divertido, yo he<br />

pecado; y jo muero sin haber hecho penilentia: IUUTO,<br />

y voy á ser con<strong>de</strong>nado al fuego cierno, condciiado á sufrir<br />

por toda la elernidad el rigor leunido <strong>de</strong> lodos los suplicios.<br />

¡Oh qué <strong>de</strong>sesperación! ¡quésentimiento !<br />

Movido por la lectura <strong>de</strong> aquel libro <strong>de</strong> piedad, sobresallado<br />

por aquel acci<strong>de</strong>nte, convencido, <strong>de</strong>sengañado por<br />

aquellas reflexiones tan concluyenles, tan verda<strong>de</strong>ras,<br />

ejecutado todavía mas por la gracia, y o habia formado d<br />

<strong>de</strong>signio <strong>de</strong> mi conversión, habia hecho el plan <strong>de</strong> ella:<br />

¿quién me ha impedido su ejecución? Aquel amigo, aipie -<br />

líos compañeros libertinos, el temor <strong>de</strong> pasar por (levólo,<br />

el mal ejemplo: ¿y por amor <strong>de</strong> un amigo, <strong>de</strong> un libertino,<br />

<strong>de</strong> un atolondrado, me he con<strong>de</strong>nado? ¡Quién pue<strong>de</strong><br />

compren<strong>de</strong>r el rigor <strong>de</strong> este <strong>de</strong>specho, <strong>de</strong> esta rabia!<br />

llonores que me habéis <strong>de</strong>slumhrado, adornos que me<br />

habéis costado tanto; placeres que me habéis hecho gemir<br />

lanías veces; alegrías mundanas seguidas <strong>de</strong> tañías lágri-<br />

TOMO IV.<br />

30

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