Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

202 DOMINGO CUARTO
se i ¡ii:!,¡ á ta dubofí crislinna, á la cual acompafia la saliiduria
([(io wíá anituada del espíritu de Dios.
DOMINGO CUARTO DE CUARESMA.
Siempre ha tenido la iglesia el cuarto domingo de
Cuaresma una solL'mmilad mas distinguida que ios tres
precedentes. Era «no de los cinco domingos del año que
Be llamaban principales, porque el oficio estaba inmulablemente
añojo á ellos, sin que cediese i.Uiica al de cualquiera
fiesta que fuese. La razón de esta solemnidad especial
es que en osle dia celebra la iglesia la fiesta del milagro
de la multiplicación de los cinco panes, el cual lia
sido siempre mirado como uno de los efectos mas brillan-
Ies del poder de Jesucristo, tanto que movió al pueblo á
que intentase hacerle rey, y ponerle sobro el (rooo. Antes
do lijarse á osle domingo la fiesta déoslo milagro, so
imia con la del primer milagro do Jesucristo, y se celebraba
su memoria el dia mismo de la Epifanía, porque se
creiu por una antigua tradición que la mulliplicacion milagrosa
délos cinco panes en el desierto, Labia sucedido
en e»to mismo dia.
Además del nombro do «domingo do los cinco panes,»
se le ¡lama Inmbien mas comunmente el domingo Lielare,
do la primera palabra delinlroilo do la misa. «Uegocíjale,
Jerusalon, y lodos los que la amáis. Reunios para juntar
vuestro regocijo con el suyo; dad salios de alegría losque
habeio gemido en el dolor, á ün de que seáis colmados de
las delicias, y sali>fechos con los consuelos que Huyen do
su seno.» Eslas espresioucs de alegría están sacadas del
capítulo (i6(lo Isaías. Después de liaber ¡uediclio eí profeta
de un modo claro y preciso la conversión do los genliles
á la fé do Jesucristo, bajo la figura de los judíos, libres
por Em do la cautividad, y reslituidos á su pais, convida
á todo el pueblo escogido á que haga brillar su alegría
en la placonlora nueva de la conversión de los
gentiles con los que debe formar una sola Iglesia. ¿Quién
ha oido jamás una cosa semejante? dice el profeta: ¿ y
quién ha visto nunca una cosa como esta'? ¿Quien hubiera
creído, aíiade, que Sion en tan poco tiempo liubiese
podido pioducir un tan gran pueblo? En efecto, ¿qué cosa
hay mas sorprendente, ni mas admirable, que la prodigiosa
conversión de los gentiles á la fé de Josucrislo?
¿Quién hubiera podido nunca creer que doce pobres pescadores,
gentes groseras, sin letras, sin fuerzas, sin crédito,
hayan emprendido el reformar toda la tierra, y persuadir
á hombres nacidos en la disolución, criados en la
licencia de las costumbres, entregados al libertinaje de
los sentidos, que creyesen los mislerios mas impenetrables
al enfendimienlo humano, y los mas inaccesibles á
las luces de la razon, y so sometiesen al yugo de una moral
la mas austera? ¡Qué maravilla, que una religión seiiicjímlo
en menos de un siglo se haya estendido á cnasi
todas las parles del mundo; y que á pesar de las oposiciones
conünuas de la carne y del espíi ilu, sin embargo
de las mas horribles persecuciones persevere esta religión,
sin la menor alteración en su moral, ni en su fé, no solo
después do mas do diez y ocho siglos sino hasta el fin de
los siglos! lié aquí lo que el profeta predocia á la hija de
Sion, y lo que le hacía decir: «Regocijaos con Jerusalon,
y alegraos on ella lodos los que le amáis; llenos de complacencia
gózaos con ella todos los que lloráis sobre ell;i.
Para que maméis, y os lleneis de ¡os consuelos que Huyen
de sus pechos; para que pariieipeis y abundéis de todo
el esplendor desu gloria.» Parece que lalglesiaen el resto
del olicio lia querido elegir los pasajes do la Escritura mas
á propósiio para oscilar en sus hijos una alegría es[)it i-
luaJ. La misa se compone toda de cánticos do alegría. Me
bollonado de gozo al saber que iremos á la casa del Seilor;
así comienza el salmo 121, el cual contiene los sentimientos
de alegría del pueblo judío, cerca ya de salir de la
cautividad do Rabilonia, ensenándonos el Espíritu Santo
por eslas figuras cuáles deben ser nuestros senlimienlos
por el cielo nuestra verdadera patria; preparándonos la
Iglesia por eslos afectos de alegría p;ira la tristeza de la
pasión del Salvador que se comienza á celebrar el domingo
siguiente, y al regocijo de la resurrección, figurada
por el fin do la cautividad de i'aliiloma, iguahuenlo que
por la salida do Egipto. La Iglesia con el objeto también
de inspirar en esto dia sentimientos de júbilo á sus hi jus
adorna con (lores sus altares, y se sirve del órgano para la
celebridad de. la tiesta. Es osla una especie do alivio, dicen
los autores mas críticos, que la Iglesia parece quiere
procurar á los que han pasado felizmente la mitad do la
carrera de los ayunos do Cuaresma. So ha elegido lambien
algunas veces esto domingo en Roma para hacer la ceremonia
do la coronación do los emperadores cristianos. El
papa Inocencio IY en su sermón sobro eslo cuarto domingo,
dice que el oficio de este dia está lodo lleno de efectos
de regocijo. Los cardenales dejan este dia el color morado
; pero la mas notable de las señales del domingo Litare
es la ceremonia déla rosa do oro, que se hace en
Roma en osle dia, y que la ha dado también el uombie
del domingo do la Uosa. Esta ceremonia consiste en la bendición
solemne que el papa hace de esta rosa do oro en la
iglesia de Santa Cruz de Jerusalen. Después do la misa el
papa, acompañado do los cardenales con hábitosencarnados,
vuelve procesionalmeRle llevándola rosa do oroeu
la mano, y la envía en seguida á algún príncipe.
La Epístola de la misa do este dia está tomada de las
instrucciones do san Pablo á los Oelesdo Galacia, en donde
opone la libertad déla ley nueva á la servidumbre de la
ley antigua, bajo de la (igura do los hijos de Abraham, Ismael
nacido de Agar é Isaac nacido de Sara. El primero
que era hijo de la sierva, nació según la carne, sin (pie
Dios le hubiese promelido; el otro que era hijo dé la mujer
libre, nació en virtud do la promesa de Dios. Todo eslo,
dice el Apóstol, no es mas que una alegoría, que en oslas
dos mujeres nos representa las dos alianzas, de las cmiles
la una es la de los esclavos, y la otra la de las personas
libres. A la mujer libre, figura de la Iglesia nuestra madre,
es á la que so ha dicho por el profeta Isaías; regocíjate,
esléril, que no pares; prorumpe on gritos de alegría,
tú que has estado lanío tiempo sin llegar á sor madre,
porque la que oslaba abandonada, tiene mas hijos que la
(pie tiene un marido. Por lo que hace á nosotros, hermanos
míos, continúa el Apóstol, somos los hijos de la i romesa
como Isaac ; no somos, pues, los hijos de la mujer
esclava, eslo es, de la sinagoga, sino de la mujer libre, es
decir, do la Iglesia, do la esposa de Jesucrislo, y este divino
Salvador es el que nos ha adquirido esta libertad
con su muerto.
Ismael nada tiene que le distingue. Es á la verdad un
hijo dé Abrabam, que ha nacido según el órden natural,
y de una mujer esclava; la cual fué en seguida anoj ui'1