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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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párale, pues, para darme cuenla <strong>de</strong> lu adminislracion;<br />

porque no puedo conlumarle ya la confianza <strong>de</strong> cuidar<br />

mis bienes. Fácil es compren<strong>de</strong>r el sentido moral <strong>de</strong> esla<br />

parábola. ¿Quién no sabe que lodos somos responsables<br />

al Señor; lodos somos sus arrendadores y sus ecónomos?<br />

Todos los bienes que poseemos son <strong>de</strong> él, nosolros mismos<br />

somos suyos, y <strong>de</strong>bemos un dia darle cuenla, no solo<br />

<strong>de</strong> los bienes esteriores que leñemos á nuestra disposición,<br />

ricas berencias, lerrenos dilatados, cuantiosas rentas,<br />

sino también <strong>de</strong> ruieslro liempo, <strong>de</strong> nuestra salud,<br />

<strong>de</strong> nuestros tálenlos, <strong>de</strong> las íaculíadcs <strong>de</strong> nuestro cuerpo<br />

y do nuestra alma; en íin <strong>de</strong> lodo lo que tenemoSj y <strong>de</strong> todo<br />

lo que somos; lodo esto son bienes, son fondos que <strong>de</strong>bemos<br />

beneíiciar, y <strong>de</strong> que hemos <strong>de</strong> darle cuenía. Administradores<br />

inüelcs, apenas hay uno <strong>de</strong> nosolros que no<br />

sea acusado <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él <strong>de</strong> haber disipado lo,s bienes<br />

I¡UÜ nos habia confiado, y <strong>de</strong> haber hecho mal uso <strong>de</strong> olios,<br />

y nueslro acusador es nuestra propia conciencia. «Dáme<br />

cuenta <strong>de</strong> lu administración.» En la hora <strong>de</strong> la muerte, cu<br />

el momento <strong>de</strong> nueslro juicio particular es cuando cada<br />

uno <strong>de</strong> nosolros recibirá esla ór<strong>de</strong>n. ¡Gentes mundanas,<br />

dad cuenta <strong>de</strong>l uso que habéis hecho <strong>de</strong> vuestra salud, <strong>de</strong><br />

vuestro liempo, <strong>de</strong> vuestros lalen'.cs! ¡Gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mundo,<br />

dad cuenla <strong>de</strong> esos gran<strong>de</strong>s bienes, <strong>de</strong> esos empleos<br />

biillanles, <strong>de</strong>esa auloridad, <strong>de</strong> esa magmíicencia! ¡Minisnislros<br />

<strong>de</strong> la Iglesia, dad cuenla <strong>de</strong>esas pingües rentas,<br />

palrimonio <strong>de</strong> los pobres, <strong>de</strong> que no erais mas que uíios<br />

administradores, <strong>de</strong> esos tálenlos que <strong>de</strong>bisteis hacer frucliticar!<br />

¡Personas religiosas, dad cuenla <strong>de</strong> todas las venlajas<br />

temporales y espirituales que habéis recibido <strong>de</strong> mi<br />

bondad en vuestro oslado! Todos hemos recibido; todos,<br />

pues, <strong>de</strong>bemos uu dia dar cuenla <strong>de</strong> nuestra administración.<br />

¡Duen Dios, y cuántos <strong>de</strong>sgraciados!<br />

Viéndose perdido y sin recurso el recaudador <strong>de</strong> nuestra<br />

parábola, ¿qué haré yo ahora, dice, porque mi señor<br />

me va á quitar el manejo <strong>de</strong> su hacienda? ¿qué partido<br />

tomaré? ¿Ponerme á cavador? no lengo fuerzas para azadonar<br />

la tierra; ¿pedir limosna?<strong>de</strong>be serme muy vergonzoso;<br />

mi edad no me permiie tampoco apren<strong>de</strong>r unoücio;<br />

en tal eshemo le ocurre un espediente, i/igenioso á la<br />

verdad, aunque injusto. Resuelve ganarse amigos á espensas<br />

<strong>de</strong>l mismo caudal <strong>de</strong> su amo, á íin <strong>de</strong> encontrar<br />

por lo menos una acogida en su casa cuando hubiere perdido<br />

su empleo. Habiendo, pues, hecho venir uno á uno<br />

á los <strong>de</strong>udores <strong>de</strong> su señor, les preguntó en particular á<br />

cada uno cuánto era lo que <strong>de</strong>bían: uno respoiidióque<strong>de</strong>bia<br />

cien barriles <strong>de</strong> aceite; y el olro cien medidas <strong>de</strong> trigo.<br />

Volvióles al uno y al otro sus obligaciones, haciéndoles formar<br />

otras nuevas en las cuales redujo los cien barriles <strong>de</strong><br />

aceite <strong>de</strong>l primer <strong>de</strong>udor á cincuenta, y las cien medidas<br />

<strong>de</strong> trigo <strong>de</strong>l segundo á ochenta. Por esle medio, aunque<br />

iiijusto, se aseguró un recurso en caso <strong>de</strong> necesidad en casa<br />

<strong>de</strong> aquellos á quienes acababa <strong>de</strong> agraciar; lo cual sabido<br />

por el señor, no pudo ménos <strong>de</strong> admirar la agu<strong>de</strong>za<br />

<strong>de</strong> su mayordomo que tan bien habia sabido proveer á su<br />

seguridad á cosía <strong>de</strong> su amo, y hasta le alabo por haberse<br />

conducido con lanía habilidad y obrado con tanta advertencia<br />

en ór<strong>de</strong>n á su ialei és particu.ar. Todo oslo, concluye<br />

el Salvador hablando á sus discípulos, y en su persona<br />

á nosolros, lodo esto os <strong>de</strong>muestra que las gentes<br />

<strong>de</strong>l mundo, los hijos <strong>de</strong>l siglo corrompido son mas hábiles,<br />

mas iuduslriüsos, mas vigilanles, mas ardieuies, mas<br />

DESPUES DR PENTECOSTES. 495<br />

alenlos para llegar al cabo <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>signios, para enriquecerse,<br />

para elevarse, para prevenir una <strong>de</strong>sgracia, que<br />

los hijos <strong>de</strong> la luz para asegurar una felicidad cierna.<br />

¡Qué \eigüenza el vernos obligados á servimos <strong>de</strong> esla<br />

comparación, <strong>de</strong> esle contraste <strong>de</strong> conduela para escilar<br />

nuestrozelo, y precisados á <strong>de</strong>cirnos á nosotros mismos:<br />

hagamos por los bienes eternos, lo que hacen los mundanos<br />

por los bienes perece<strong>de</strong>ros; y lo que ellos hacen lodos<br />

losdias para per<strong>de</strong>rse, hagámosloal ménospara salvarnos!<br />

«Y yo os digo,» concluye el Salvador, «tratad <strong>de</strong> ganaros<br />

amigos en el cielo por el buen uso <strong>de</strong> vuestras riquezas,<br />

las cuales no son otra cosa que bienes falsos y muchas<br />

veces frutos <strong>de</strong> vuestras injusticias: emplead en<br />

buenas obras los bienes que Dios os ha conliado; y <strong>de</strong> qac<br />

<strong>de</strong>béis darle cuenta. El administrador no pudo sin fallar<br />

á |a justicia emplear, como aquel lo hizo, los bienes <strong>de</strong> su<br />

señor en procurarse amigos para el liempo <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sgracia;<br />

pt»ro Dios nos permite, nos manda aun que empleemos<br />

los bienes cuyo uso nos ha concedido on procurarnos<br />

amigos en ei cielo. Dios, dice san Aguílin, noauloriza<br />

aquí la injuslicia; no aconseja que se empleen en buenas<br />

obras los bienes mal adquiridos. Jamás fué permitido<br />

hacer limosnas con el caudal <strong>de</strong> olio. Lo qiift, se posee<br />

injustamente no <strong>de</strong>be darse á los pobres, sino que <strong>de</strong>bo<br />

volverse á aquel, á quien se le ha quilado : lo que el Salvador<br />

quiere darnos á enlen<strong>de</strong>r en este pasaje es, que ea<br />

lugar <strong>de</strong> emplear las riquezas en procurarnos la falsa<br />

amistad <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s, en leru r muebles preciosos, una<br />

mesa <strong>de</strong>ücada y espléndida y equipajes suntuosos; en<br />

lugar <strong>de</strong> emplear los bienes en gastos <strong>de</strong>salmados, en el<br />

juego, en el lujo y on diversiones que lar<strong>de</strong> ó temprano<br />

obligan al soberano Señor á arrojarnos <strong>de</strong> su servicio,<br />

y á reprobarnos como adminisíradores infieles; pongamos<br />

en manos <strong>de</strong> los pobres los bienes que no pasan en<br />

la otra vida sino por ci comercio <strong>de</strong> la caridad. Por medio<br />

<strong>de</strong> este cambio aseguramos su juslo valor en el cielo; sin<br />

él lodos los bienes terrenos perecen cutre nuestras manos.<br />

Son <strong>de</strong> ningún valor pér el cielo los bienes déla<br />

tierra, y solo por el comercio <strong>de</strong> la limosna logramos que<br />

nos sean útiles en la olra vida. Esle es lo que el Salvador<br />

ha querido enseñarnos en esla parábola. Es esta una lección<br />

importante para todos; pero lección, sin embargo,<br />

<strong>de</strong>que 'muy pocos quieren aprovecharse. «Mammón» es<br />

una palabra siríaca que significa riquezas, tesoros. La palabra<br />

«iniquidad» que se aña<strong>de</strong> aquí á la <strong>de</strong> riquezas, no<br />

solo signilica los bienes mal adquiridos, sino principalmente<br />

los bienes falsos, las riquezas engañosas, fuente ordinaria<br />

<strong>de</strong> iniquidad. El sabio Maldonado cree que para<br />

hacer una aplicación justa <strong>de</strong> osla parábola es menester<br />

que estas palabras, «cuando llegareis á faltar, cwm <strong>de</strong>fecertíis,<br />

«se entiendan nó <strong>de</strong> la muerle, sino <strong>de</strong>l oslado <strong>de</strong>l<br />

hombre pecador sobre la tierra, cuando <strong>de</strong>sprovisto <strong>de</strong> mérito<br />

y privado <strong>de</strong> la gracia, se halla como sin funciones<br />

y <strong>de</strong>gradado <strong>de</strong> sus antiguos privilegios. Entonces la limosna<br />

y las oraciones <strong>de</strong> ios pobres son el medio mas<br />

eficaz para que oblonga la gracia y vuelva á enlrar en el<br />

camino <strong>de</strong> la salvación.<br />

La oración <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia es como sigue :<br />

Largire nobis, qumn- Haced, Señor, por vucslra<br />

mus. Domine, semper spi- misericordia , que vuestro esí<br />

iíum coyilandi qiue recta píritu ¡ios inspire siempre sau-

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