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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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25 i<br />

ene dicens: Ikiniel serve Dei, biloni.n, y no só dondo eslá<br />

íolle prand'mm , quod misil ol Ingo. Enlonccs d htigé]<br />

iiln Iieus. El ait Daniel: Recordalus<br />

es mñ, Deus, tt<br />

non <strong>de</strong>reUquisli diligentes te.<br />

Surgensque Daniel, comedit.<br />

Porro angflus Domini restiluit<br />

[Jábame rmfesliin in loeo<br />

<strong>de</strong>l Señor le lomó por lo<br />

alio <strong>de</strong> la cabeza, y asiéndole<br />

<strong>de</strong> los cabellos, le llevó<br />

con la presteza <strong>de</strong> un espírilu<br />

celestialá Babilonia, en<br />

don<strong>de</strong> le puso sobro la aber-<br />

suo. Venit ergo rex die lui a <strong>de</strong>! higo. Dió voces Ila-<br />

séptimo, ut lugeret Danielem<br />

bacnc , diciendo : Daniel,<br />

: et venit ad lacum , et siervo <strong>de</strong> Dios, loma la cobacnc<br />

inlrospexit, et eece Daniel se<strong>de</strong>ns<br />

mida que Dios te envía.<br />

in medio leonum. Et exmida<br />

clamavit vece magna rex, dicens<br />

: Magnus es, Domine<br />

Deus Danielis. El exlraxit<br />

Entonces Daniel esclamó: ¡O<br />

Dios! vos os habéis acordado<br />

<strong>de</strong> mí, y no habéis abandonado<br />

á los que os aman.<br />

cum <strong>de</strong> lacu eorum. Porro Y levantándose, comió; y<br />

illos, qui perditionis ejm<br />

causa fuerant, inlromisil tn<br />

lañan, el <strong>de</strong>vorali sunl in<br />

momento coram eo. Tune rex<br />

el ángel <strong>de</strong>l Señor volvió inmediatamente<br />

á llabacnc al<br />

pimío <strong>de</strong> don<strong>de</strong> le habia tomado.<br />

El séplimo día fué el<br />

ait: Paveanl omnes habitantes<br />

in universa térra Deum<br />

rey á llorar á Daniel, y habiéndose<br />

acercado al lago,<br />

Danielis : quia ipse est Palvator,<br />

faciens signa, et mi-<br />

miró á lo interior <strong>de</strong> él, y<br />

vió á Daniel que estaba sentado<br />

en medio <strong>de</strong> los leorahilia<br />

in térra, qui liberavil<br />

Vanichn <strong>de</strong> laca leomm.<br />

nes. Al momento dió el rey<br />

un gran grito diciendo: ¡Qué<br />

gran<strong>de</strong> sois, Señor Dios <strong>de</strong><br />

Daniel! É hizo sac^r á éste<br />

<strong>de</strong>l lago <strong>de</strong> los leones. Al<br />

mismo tiempo hizo arrojar<br />

en él á los que habían tratado<br />

<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r á Daniel, y<br />

á su vista los <strong>de</strong>voraron los<br />

leones en el momento. Entonces<br />

dijo el rey : Reverencien<br />

con temor lodos los<br />

habitadores <strong>de</strong> toda la lierra<br />

al Dios <strong>de</strong> Daniel, porque él<br />

es el Salvador que obra prodigios<br />

y maravillas en la<br />

lierra, y ha libradoá Daniel<br />

<strong>de</strong>l lago <strong>de</strong> los leones.<br />

Daniel, <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> la raza <strong>de</strong> los reyes <strong>de</strong> Judca,<br />

fué llevado caulivo á B ibilonia en la edad <strong>de</strong> diez años:<br />

fué escogido con tres do sus compatriotas, para que sir-<br />

\iesen <strong>de</strong> pajes <strong>de</strong>l rey Nabucodonosor. A los doce años<br />

libró á Susana <strong>de</strong> la ealumnia <strong>de</strong> los viejos. Habiendo <strong>de</strong>spués<br />

esplicado á Nabucodonosor el sueño que habia tenido,<br />

fué hecho prefecto déla provincia <strong>de</strong> Babilonia, y <strong>de</strong><br />

tal modo ganó por su sabiduría la gracia <strong>de</strong>l rey, que<br />

aquel príncipe le hizo su primer ministro.<br />

REFLEXIONES.<br />

« ¡ O Dios* vos os habéis acordado <strong>de</strong> mí, y no habéis<br />

nbnmlotiado á los que os aman.» Dios parece alguna vez<br />

que olvida á sus mas fieles siervos, y que abandona á la<br />

malicia, á la envidia y al odio <strong>de</strong>sús enemigos á los que<br />

le aüiMti. Pero, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo lo que ha dicho, y <strong>de</strong> lod.)<br />

lo (pie In hecho para convencernos <strong>de</strong> la solicitud pa-<br />

MARTES<br />

l^rnal, y <strong>de</strong> lae.slrcma ternura que lienepor todos los qno<br />

lesirven, ¿se pue<strong>de</strong>, sin impiedad, formar una i<strong>de</strong>a tan<br />

indigna <strong>de</strong> Dios? Pensad <strong>de</strong>l Señor con sentimientos dignos<br />

<strong>de</strong> sn bondad. Yo sé, ó Dios mió, <strong>de</strong>cia el proiela, yo<br />

sé, á no po<strong>de</strong>rlo dudar, que no abandonareis jamás á los<br />

que os buscan; pero á los que os buscan, aña<strong>de</strong> el<br />

Sabio, con la sencillez <strong>de</strong> un corazón recto. Cosa esti aña,<br />

nuestro propio corazón nos burla , precisamente cuando<br />

creemos haberlo fijado en Dios. La inclinación natural<br />

que tiene á las criaturas lo arrastra ; el amor propio<br />

favorece siempre su retirada, y disfraza dieslramenie su<br />

rebelión bajo <strong>de</strong> los mas especiosos pretestos Motivos do<br />

zelo, <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción, <strong>de</strong>caridad, <strong>de</strong> todos estos gran<strong>de</strong>s nombres<br />

nos agarramos para entretener los remordimientos<br />

bajo <strong>de</strong> tan bellos tííulos. El entendimiento, ordinariamente<br />

juguete <strong>de</strong>l corazón, se sirve <strong>de</strong> su razón y <strong>de</strong>sús luces<br />

para tranquilizar la conciencia. Créese buscar á Dios,'<br />

amar á Dios, trabajar únicamente por Dioh, no tener otra<br />

mira que la gloria <strong>de</strong> Dios, y no se busca mas que la<br />

propia gloria, los intereses propios, por un rcfioamienla<br />

sutil <strong>de</strong>l amor propio. Una apariencia, un esterior <strong>de</strong> virtud<br />

tan bien contrahecho, lan parecido, haceque se engañen<br />

sus mismos autores, y <strong>de</strong> aquí viene aquella seguridad<br />

profunda en que se vive. Pero <strong>de</strong> aquí viene también<br />

que esos pretendidos siervos <strong>de</strong> Dios, esos <strong>de</strong>votos en su<br />

opinión, esas personas engañadas por su propio corazón,<br />

y por sn espíritu particular <strong>de</strong> materia, <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción y do<br />

celo; <strong>de</strong> aquí viene, digo, que esos pretendidos siervos<br />

<strong>de</strong> Dios, no esperimentan los cuidados particulares <strong>de</strong> la<br />

Provi<strong>de</strong>ncia, que esperimentan sin cesar los que buscan á<br />

Dios con rectilnd y con sencillez <strong>de</strong> corazón. Procedéis sin<br />

razón, almas santas,almas fervorosas, <strong>de</strong>cia el profeta, en<br />

pensar solamente que Dios os haya olvidado en vuestras<br />

aflicciones, en vuestras persecuciones. Sipermileque seáis<br />

con<strong>de</strong>nados á echaros en un horno ardiendo, ó en un lago<br />

<strong>de</strong> leones, él os proporcionará refrigerio en medio <strong>de</strong> los<br />

fuegos, y los leones se convertirán en cor<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> vuestra<br />

presencia. La casta Susana es calumniada, es juzgada, es<br />

con<strong>de</strong>nada,estáá punto <strong>de</strong>serapedrcada;parecehasta allí,<br />

quc.Diosmira con indiferencia la injusticia que se le hace:<br />

no hay que temer: un niño <strong>de</strong> doce años <strong>de</strong>senvuelve todo<br />

el misterio <strong>de</strong> iniquidad, y la libra. Daniel está en el 'ago<br />

en medio <strong>de</strong> leones hambrientos, y ni uno solo se alreve á<br />

dañarle. Un ángel, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy lejos, trasporta al profeta<br />

Habacuc, para dar al siervo <strong>de</strong> Dios una comida que aquel<br />

profeta habia preparado para sns segadores. ¿Porque<br />

tantos prodigiosa la vez, sino para enseñar á toda la posteridad<br />

la atención, el cuidado que Dios tiene <strong>de</strong> los que lo<br />

aman, y que solo pa<strong>de</strong>cen por su amor? «Siempre he tenido<br />

al Señor <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mis ojos, dice David, persuadido<br />

<strong>de</strong> que «staba <strong>de</strong> continuo á mi <strong>de</strong>recha para soslenermc.<br />

El Señor se digna tener cuidado <strong>de</strong> mí, yo no careceré<br />

jamás do nada. » Con esta dulce confianza habla un siervo<br />

<strong>de</strong> Dios, que le dice á Dios: Yos sabéis. Señor, quenada<br />

hay en el cielo ni en la tierra, que yo ame, que <strong>de</strong>see,<br />

queme agra<strong>de</strong>, sino vos, ó Dios mió. Vos sois el<br />

Dios <strong>de</strong> mi corazón, el único objeto <strong>de</strong> todos mis <strong>de</strong>seos y<br />

<strong>de</strong> todas mis esperanzas. Sirvamos á Dios con osla pureza<br />

<strong>de</strong> amor, amemos á Dios con esta sencillez <strong>de</strong> corazón,<br />

busquemos áDios con osla espiritualidad <strong>de</strong> motivo, y esperimenlaremos<br />

la bondad infinita <strong>de</strong> Dios con los (pie lo<br />

aman.

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