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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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masque <strong>de</strong> quimera?, qnc no siguen mas qncá sus pasiones,<br />

y que solo se ocupan <strong>de</strong> cien, pasatiempos á cual<br />

mas frivolos; genios queporlo común no lienen otro morilo<br />

que el <strong>de</strong> saber engañar, entre las que los mas hábiles<br />

son los que mejor saben aprovecharse <strong>de</strong> las <strong>de</strong>sgracias do<br />

otro, y los mas diclio^os bis que mejor saben disimular las<br />

suyas. Es una especie <strong>de</strong> secta casi universal <strong>de</strong> gentes,<br />

que por la mayor parle no se conocen los unos á los oíros,<br />

y se <strong>de</strong>sprecian lodavía mas cuando se conocen; que convienen<br />

solameiile en que lodos hacen profesión <strong>de</strong> no ser<br />

<strong>de</strong>votos, y á favor <strong>de</strong> esta ignominiosa confesión creen tener<br />

<strong>de</strong>recho para zumbarse neciamente <strong>de</strong> ia virtud mas<br />

ejemplar, mofarse irreligiosamente <strong>de</strong> las práclicus mas<br />

respetables <strong>de</strong> piedad, honrarse <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>sarreglos, dudar<br />

cuasi <strong>de</strong> todo, <strong>de</strong>sacreditar y aun perseguir las personas<br />

mas arregladas, y para no lener religión sino por<br />

costumbre ó por bien parecer. Reina entre estas gentes el<br />

disimulo hereditario, baso sobre la cual giran todas sus<br />

cnsañadoras y artificiosas esleriorida<strong>de</strong>s. Prodigan mil<br />

alabanzas, en tanto que con una risa burlona y <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa<br />

se burlan <strong>de</strong> la sencillez y <strong>de</strong> la bobería <strong>de</strong> los que las<br />

creen. Hacen mil ofertas <strong>de</strong> servicio, y muchas veces<br />

aquel que las hace, es ci peor enemigo. Miran la reclilud<br />

y la buena té como la virtud <strong>de</strong> los imbéciles ; la mo<strong>de</strong>stia,<br />

la docilidad y la piedad cristiana como señales <strong>de</strong> un<br />

genio escogido, y todas las máximas que reinan entre ellas<br />

ludas son opuestas á la verda<strong>de</strong>ra sabiduría, todas perniciosas<br />

á la salud, lié aqu( el retrato mas parecido <strong>de</strong>l<br />

mundo, <strong>de</strong> esto mundo por el cual no ha rogado Jesucristo,<br />

<strong>de</strong> esle mundo al cual ha convencido el Espíritu<br />

Sanio <strong>de</strong> iniquidad y <strong>de</strong> injusticia, <strong>de</strong> este mundo,<br />

en fin, cuyos juicios tememos tanto, <strong>de</strong> este mundo á<br />

quien tnnlo contemplamos, y pue<strong>de</strong> ser sirvamos como<br />

esclavos.<br />

PINTO SUCUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra con qnó aprecio, ó por<br />

mejor <strong>de</strong>cir, con qué <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong>be mirarse un mundo<br />

enemigo <strong>de</strong>clarado <strong>de</strong> Jesucristo, perseguidor implacable1<br />

<strong>de</strong> su espíritu, un mundo tan opuesto á las<br />

máximas <strong>de</strong>l Evangelio. Sin embargo, esle es el ídolo á<br />

quien se apren<strong>de</strong> á ofrecerle votos casi <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cuna;<br />

este es el fantasma tan espantoso, cuya indignación tanto<br />

se procura evitar; este es el mundo, cuyos sufragios y<br />

a plausos se buscan con lanío afán; el mundo, cuyos juicios<br />

y censura tanto se teme. ¿Es posible, Dios mió, que<br />

unos hombres que aman tanto la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia reciban<br />

vahmlariamenle la ley <strong>de</strong> tantos géneros <strong>de</strong> gentes? Pero<br />

;,es posible (pie cristianos instruidos en la escuela <strong>de</strong> Jesucristo<br />

no arreglen cuasi toda su conduela sino conforme á<br />

las máximas <strong>de</strong> esle mundo estravaganle ? las personas<br />

virtuosas que 'viven en este pais enemigo son no po'ías<br />

veces tan cobar<strong>de</strong>s que llegan á avergonzarse <strong>de</strong>l Evangelio;<br />

como si en medio <strong>de</strong> una nmllilnd <strong>de</strong> enfermos ó<br />

<strong>de</strong> insensatos <strong>de</strong>biese avergonzarse un hombre sabio <strong>de</strong><br />

lener salud ó <strong>de</strong> lener juicio. No se atreven á aparecer <strong>de</strong>votos<br />

en la compañía <strong>de</strong> aquellos que hacen oslentacion<br />

<strong>de</strong> no serlo. Temense las fastidiosas burlas, las mordaces<br />

( buladas <strong>de</strong> e.-aos miserables censores. ¿Es posible que los<br />

cristianos teman los juicios inicuos ó las injurias do los<br />

liberlimos'? Éto se necesita mucho mas para conocer qué<br />

es lo que pone <strong>de</strong> tan mal humor contra los buenos á esos<br />

criiicos <strong>de</strong>spreciables. Una mujer que se reforma es una<br />

censura insoportable á otras ciento que saben bien que<br />

DOMINGO QUINTO<br />

lienen mas necesidad que ella <strong>de</strong> reformarse, y que no<br />

tienen ni bailante fortaleza <strong>de</strong> espírilu, ni bastante juiem<br />

para hacerlo. Un joven, un militar que arregla sus costumbres,<br />

da una lección picante <strong>de</strong> reforma á lodos sus<br />

compañeros <strong>de</strong> <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>n, á quienes su ejemplo hace sentir<br />

vivamenlela indispensable necesidad que lienen <strong>de</strong>coíiverlirse.<br />

Concíbese, un secreto disgusto <strong>de</strong> ver (pie los qno<br />

no eran mejores que nosotros, se hayan hecho mas sabios.<br />

Crece el <strong>de</strong>specho con los remordimientos, y esle es el<br />

verda<strong>de</strong>ro origen <strong>de</strong> las censuras y <strong>de</strong> las zumbas que so<br />

hacen <strong>de</strong> la virtud en el mundo; y esto es lo que <strong>de</strong>be esperarse<br />

mientras haya libertinos en el mundo. Pero ¿<strong>de</strong>be<br />

temerse, <strong>de</strong>be <strong>de</strong>ferirse mucho á este fantasma? ¿Qué vergüenza<br />

no <strong>de</strong>be lener una persona cristiana <strong>de</strong> su cobardía<br />

en el servicio do Dios? Respetemos enhorabuena á<br />

todas las personas que obtienen un rango, que ocupan un<br />

lugar distinguido en el mundo ; pero miremos como un<br />

soberano <strong>de</strong>sprecio el espíritu y las máximas <strong>de</strong>l mundo,<br />

!an contrarias al espíritu y á las máximas <strong>de</strong> Jesucristo.<br />

Tal es. Señor, la resolución que hago, y la gracia<br />

que os pido y espero obtener <strong>de</strong> vuestra iníinila bondad.<br />

JACL'I.ATÜIUAS.—Apartad mis ojos <strong>de</strong> la vanidad que<br />

reina en el mundo, y haced que camine con valor por el<br />

camino que conduce á vos. (Psalm. 118.)<br />

En el mundo no hay otra cosa que vanidad y nada.<br />

(EccI. 1.)<br />

PROPÓSITOS.<br />

1 Míranse los buenos en el mundo como genios simples,<br />

groseras, inútiles, porque nose hallan en todas las<br />

diversiones; <strong>de</strong>sterrados en el mundo <strong>de</strong>l comercio <strong>de</strong> aquellos<br />

que en él se llaman genios <strong>de</strong> suposición, como indignos<br />

<strong>de</strong> presentarse en sus brillantes reuniones, son, según<br />

ellos,gentes que no saben vivir y á quienes miran con lástima.Pero<br />

esperad un poco; esos diasplacenleros so oscurecerán;<br />

ese brillo (pie encanta y ese tumulto que alur<strong>de</strong>,<br />

caerá. Llantos y amargos arrepentimientos suce<strong>de</strong>rán ¡i<br />

lodos esos falsos placeres, á lodos esos festines tan poco<br />

cristianos; la muerte pondrá en claro quién ha sido el sabio,<br />

y quién es el que se ha engañado. Si queréis ser verda<strong>de</strong>ros<br />

discípulos <strong>de</strong> Jesucristo, <strong>de</strong>claraos altamente contra<br />

el espíritu y las máximas <strong>de</strong>l mundo; guardaos <strong>de</strong><br />

avergonzaros jamás <strong>de</strong>l Evangelio ; no hagáis ostentación,<br />

pero sí profesión <strong>de</strong> piedad.<br />

2 Tened horror á ese respelo humano, tan indigno <strong>de</strong><br />

un cristiano, que impi<strong>de</strong> muchr.s veces que se haga lodo<br />

lo bueno que pue<strong>de</strong> hacerse para dar buen ejemplo. Decid<br />

con frecuencia tá vuestros hijos, á vuestros amigos y en<br />

ciertas ocasiones: ¿qué viene á ser esto mundo? ¿por qué<br />

hemos <strong>de</strong> seguir los eslilos y las máximas <strong>de</strong>l mundo? ¿por<br />

qué nos hemos do sujetará sus indignas leyes? Sea pues<br />

el Evangelio vuestra regla <strong>de</strong> coslumbres. Prohibios cuanlo<br />

pudiereis todas esas fiestas pnramcnle mundanas; emplead<br />

ese tiempo en hacer la córte á Jesucristo.<br />

DOMINGO QUINTO DESPUES DE PASCUA.<br />

Parece que la Iglesia ha querido aprovecharse <strong>de</strong> la reprensión<br />

que Jesucristo daba á sus apóstoles, cuando habiéndoles<br />

<strong>de</strong>clarado que habia llegado el liempo en que<br />

era necesario que les <strong>de</strong>jase para volver á su Padre, en<br />

lugar <strong>de</strong> regocijarse <strong>de</strong> su triunfo y <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> que<br />

iba ú lomar posesión en el cielo, se habian abandonado á la

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