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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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obligarnos l\ sufrir con paciencia y aun con alegría cuanto<br />

hay <strong>de</strong> mas crudo y ele mas sensible en osla vida, que el<br />

acordar <strong>de</strong> continuo á nuestro espíritu la memoria <strong>de</strong> la<br />

pasión <strong>de</strong>l Salvador, dice san Isidoro. Seguro es, <strong>de</strong>cia<br />

Orígenes, que no podrá reinar el pecado en un corazón<br />

que piensa frecuenlemente en la pasión <strong>de</strong>l Salvador.<br />

Todos los Padres <strong>de</strong> la Iglesia y los doctores convienen<br />

que los tormentos que el Salvador se ha dignado sufrir<br />

por nuestro amor, son incomprcnsihles al entendimiento<br />

humano; y que su pasión es un misterio <strong>de</strong> humillaciones<br />

y <strong>de</strong> dolores que sobrepuja á toda inteligencia criada.<br />

Seria necesario compren<strong>de</strong>r lo que es el Hijo <strong>de</strong> Dios,<br />

igual en todo á su Padre, y hecho semejante á nosotros<br />

por su encarnación, para tener una justa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lo que<br />

este Dios-hombre ha sufiido por rescatará los hombres.<br />

Seria preciso penetrar ta profundidad <strong>de</strong>sús humillaciones,<br />

la vivacidad y el número <strong>de</strong> sus dolores, la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za<br />

<strong>de</strong> su carne, la estension y la penetración <strong>de</strong> su espirilu,<br />

y al mismo tiempo la <strong>de</strong>sproporción infinita <strong>de</strong> la<br />

reunión <strong>de</strong> lodos sus tormentos, con la dignidad infinita<br />

<strong>de</strong> su adorable persona. Todo es csceso en la pasión <strong>de</strong><br />

Jesucristo, dice santo Tomás; esceso <strong>de</strong> malicia en los judíos,<br />

á quienes habia colmado <strong>de</strong> todo género <strong>de</strong> bienes;<br />

csceso <strong>de</strong> crueldad en sus verdugos, que le hacen sufrir<br />

tormentos inauditos, y que no <strong>de</strong>jan espacio alguno sin<br />

llaga ni sin suplicio en su <strong>de</strong>licado cuerpo; esceso <strong>de</strong><br />

ignominia en los ultrajes que se lo hacen, en las irrisiones<br />

y aprobios do que se le carga; esceso <strong>de</strong> tristeza y<br />

<strong>de</strong> amargura, á que él mismo se entrega, y que le causan<br />

un sudor <strong>de</strong>sangre; esceso, en fin, <strong>de</strong> dolores, los<br />

cuales no hubiera podido jamás sufrir sin milagro. Sabed,<br />

dice santo Tomás, que la gran<strong>de</strong>za do sus dolores<br />

fué proporcionada á la pena que merecian los pecados <strong>de</strong><br />

todos los hombres; y esto, porque no solamente quiso el<br />

Señor <strong>de</strong>struir el pecado por la fuerza <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r, sino<br />

también por las reglas <strong>de</strong> su justicia: así es que quiso<br />

que hubiese una igualdad perfecta entre la <strong>de</strong>uda y la<br />

paga, entre el pecado y su pena; esto es lo que ha hecho<br />

creerá muchos sabios intérpretes, que el Salvador lia sufrido<br />

él solo tantas penas temporales, cuantas merecian<br />

sufrir en esta vida lodos los hombres juntos por cada uno<br />

<strong>de</strong> sus pecados: <strong>de</strong> suerte que. sus dolores fueron tan<br />

gran<strong>de</strong>s que aun cuando no hubiera sido mas que simplemente<br />

hombre, igualarian y aun sobrepujarian todas<br />

las penas que la justicia divina hubiera tenido <strong>de</strong>recho<br />

para exigir <strong>de</strong> lodos los pecadores <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la remisión<br />

<strong>de</strong> sus pecados. Así es, que en la pasión <strong>de</strong>l Salvador<br />

<strong>de</strong>clara el Padre Eterno que ha gravado su brazo sobre su<br />

propio Hijo, á causa <strong>de</strong> los crímenes <strong>de</strong> su pueblo.<br />

Pero nada nos <strong>de</strong>scubre mejor los tesoros que están encerrados<br />

en la pasión <strong>de</strong>l Salvador, que la historia sencilla<br />

<strong>de</strong> la misma pasión. No hay mas que seguir el pormenor<br />

que hace <strong>de</strong> ella el Evangelio, y ver con ojos cristianos<br />

todo lo que Jesucristo ha sufrido en loslres principales<br />

Vatros <strong>de</strong> su pasión, esto es, el huerto <strong>de</strong> los Olivos, la<br />

ciudad <strong>de</strong> Jcrusalcn y el Calvario.<br />

Habiendo salido el Salvador do Jerusalen, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

habn- celebrado la última Pascua con sus apóstoles, so<br />

" etiró á la montaña <strong>de</strong> los Olivos, en don<strong>de</strong> tenia <strong>de</strong> costumbre<br />

orar durante la noche, y no permitió que le acom-<br />

P'tiiasen mas que san Pedro, san Juan y Santiago, iloj;m-<br />

•w ¿los <strong>de</strong>más en la ulJoa do (lelhscmaiii que oslaba ai<br />

SAMO. 209<br />

pié do la montaña. Eulróse en el huerto <strong>de</strong> la granja <strong>de</strong><br />

Gclhsemaní, que era el lugar adon<strong>de</strong> iba IHUOIKIS veces<br />

con sus discípulos, el cual conocía Judas muy bien, <strong>de</strong><br />

suerte que no dudaba que ¡c oncoulraria en él. No lo ignoraba<br />

Jesús: le hubiera sido muy fácil retirarse á otra<br />

parte; pero habiendo llegado ya la hora marcada <strong>de</strong> su<br />

sacrificio, se <strong>de</strong>tuvo allí, para inmolarse él mismo á su<br />

Padre sobre el altar <strong>de</strong> su corazón, siendo á un tiempo el<br />

sacerdote, el ministro y la víctima <strong>de</strong> su sacrificio. En todas<br />

las <strong>de</strong>más partes pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que sus enemigos tuvieron<br />

parteen la inmolación; aquiescí Salvador solo el<br />

que voluntariamente reúne en su alma y sobre su cuerpo<br />

lodo lo que los lormeulostMmon <strong>de</strong> mas cruel, lodo lo que<br />

la muerte tiene <strong>de</strong> mas doloroso, lodo lo mas horroroso, lo<br />

mas opresivo, lo mas sensible que un hombre puedo sufrir.<br />

Entrégase á un sobrecogimiento <strong>de</strong> temor y dé es ­<br />

panto capaz <strong>de</strong> quitarle la vida; y reuniendo su imaginación<br />

á la vez lodos los objetos alliclivos, la traición <strong>de</strong> un<br />

apóstol péi fido, la fuga <strong>de</strong> los apóstoles fieles, las rechiflas,<br />

los ultrajes, las imprecaciones <strong>de</strong> un pueblo furioso,<br />

losinsultos ignominiosos <strong>de</strong>l mas injusto <strong>de</strong> los tribunales,<br />

<strong>de</strong>l mas indigno <strong>de</strong> los magistrados, las irrisiones insolentes,<br />

los oprobios, la barbarie, la impiedad <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> los<br />

soldados, las calumnias escandalosas, las injusticias<br />

horribles, una monstruosa preferencia, los azotes, las espinad,<br />

tos clavos, la cruz, lodo so présenla, todo se hace<br />

sentir, todo abruma al mejor <strong>de</strong> los corazones, y á la mas<br />

tierna <strong>de</strong> las almas. Jesús parece como que sucumbe bajo<br />

<strong>de</strong> un peso tan enorme; ni aun pue<strong>de</strong>, al parecer, disimular<br />

el esceso <strong>de</strong>sús penas: «Me cubre, dice, una tristeza<br />

mortal.» Esta tristeza mortal á que el Salvador so<br />

abandona, es mas el efecto <strong>de</strong> nuestra ingratitud y <strong>de</strong>l<br />

poco fruto que tantos malos cristianos reportarían <strong>de</strong> su<br />

muerte, que <strong>de</strong>l cáliz amargo que iba á beber. Si pi<strong>de</strong> á<br />

su Padre que le libre <strong>de</strong> lo que él mismo habia acopiado<br />

tan voluntariamente, es para que comprendamos que<br />

siente toda su amargura. Y á la verdad, lo que irrita su<br />

dolor, es ver el abuso sacrHego que harán tantos pecadores<br />

<strong>de</strong> las gracias que va á merecerles con su sangro. Él<br />

quiere salvar á lodos los hombres, y la mayor parle do<br />

los hombres se per<strong>de</strong>rán; acepta todos los tormentos, y<br />

hasta la'muerto mas ignominiosa, para la espiacion do<br />

nuestros pecados, y la tierra estará cubierta <strong>de</strong> pecadores<br />

; muere por su pueblo, y este <strong>de</strong>sdichado pueblo no so<br />

aprovechará do su muerte.<br />

El temor y la estreñía tristeza á que so ha entregado el<br />

Salvador, habia por un efecto natural recogido la sangre<br />

al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l corazón; pero habiéndola rechazado, y<br />

<strong>de</strong>rramado con violencia por todo el cuerpo, el amor y el<br />

<strong>de</strong>seo ardiente que tenia <strong>de</strong> nuestra salud, so dilató en<br />

un sudor tan abundante que quedó la tierra regada con<br />

ella. ¡Y qué!¿lanía sangro <strong>de</strong>rramada á consecuencia<br />

<strong>de</strong>l esecsivo amor que Jesucristo nos tiene, no arrancará<br />

jamás una lágrima <strong>de</strong> nuestros ojos?<br />

La llegada <strong>de</strong>l pérfido Judas á la cabeza <strong>de</strong> una compañía<br />

<strong>de</strong> soldados y <strong>de</strong> galopos, armados con espadas y con<br />

palos, oprimió el corazón <strong>de</strong>l buen Maestro, y el beso<br />

traidor que aquel infamo apóstata le dió en señ^il do wi<br />

traición, hizo una llaga en su corazón divino, que le lastimó<br />

hasta el último suspiro <strong>de</strong> su vida. Abrazando entonces<br />

por última vez él Salvador á aquel infeliz, y hablandolo<br />

todavia con uu tono <strong>de</strong> padre : Amigo mió, lo dice,

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