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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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m<br />

brada con eS esplendor <strong>de</strong> un príncipe, que entonces bri- '<br />

Haba por todas partes con el oro y la pedrería, espantada<br />

pensando en la libertad que se había lomado <strong>de</strong> presentarse<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l rey sin haber sido llamada, no bien lo<br />

reflexionó , cuando asombrada por la majestad grave <strong>de</strong><br />

un príncipe, cuyo aire solo inspiraba espanto, cayó <strong>de</strong>smayada.<br />

Conmovido el rey <strong>de</strong> este acci<strong>de</strong>nte bajó <strong>de</strong> su<br />

trono, la sostuvo hasta que volvió á recobrar su espíritu, la<br />

aseguró, y haciéndola tocar el cabo <strong>de</strong> su cetro, la dijo:<br />

¿Qué tomes, mi querida Ester? yo soy lu hermano-, la ley<br />

que prohibe á todos presentarse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí, sin ser i!amados,<br />

no se ha becho para tí. Es bien sabido lo <strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> esta historia. Amán fué colgado eu la misma horca que<br />

había hecho levantar en el palio <strong>de</strong> su casa para Mardoqueo;<br />

el edicto que proscribía á lodos los judíos fué invalidado<br />

por un nuevo edicto, que á mas les concedía en todo<br />

el imperio gran<strong>de</strong>s privilegios; Mardoqueo fué nombrado<br />

gran-macslro <strong>de</strong>l palacio, y <strong>de</strong>spués fué instituido la<br />

segunda persona en el imperio.<br />

El Evangelio <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong>l dia contiene la predicción<br />

que el Salvador hizo á sus Apóstoles <strong>de</strong> su pasión y <strong>de</strong> su<br />

muerto, y <strong>de</strong> todas las humillantes circunstancias <strong>de</strong> que<br />

<strong>de</strong>bia estar acompañada.<br />

MIERCOLES SEGUNDO<br />

Habiéndoso puesto Jesucristo en camino para ir á Jcrusalen<br />

á celebrar su última pascua, ocho ó diez días ánles<br />

<strong>de</strong> la fiesta; viéndose ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> una multitud <strong>de</strong>! pueblo,<br />

tomó parte <strong>de</strong> sus apóstoles, y entabló con «líos una conversación<br />

parlicuíar do todo lo mas ignominioso que <strong>de</strong>bia<br />

sufrir en aquella capital <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos días. Vosotros<br />

veis, les <strong>de</strong>cía, que vamos á Jerusalen; allí es don<strong>de</strong> el<br />

Hijo <strong>de</strong>l hombre será vendido y entregado en manos <strong>de</strong><br />

los príncipes <strong>de</strong> los sacerdotes, <strong>de</strong> los doctores y <strong>de</strong> los<br />

magistrados, quienes con toda justicia le tratan <strong>de</strong>l modo<br />

mas infamo y le con<strong>de</strong>narán como culpable <strong>de</strong>l último<br />

suplicio; y porque el <strong>de</strong>recho do vida y muerto so les ha<br />

quitado por los romanos, le entregarán para que sea tratado<br />

por ellos con irrisión, para que sea azotado y cruciíido,<br />

y todo esto á la vista <strong>de</strong> todo el pueblo. Pero no temáis<br />

nada, este Hijo <strong>de</strong>l hombre tan maltratado resucitará<br />

al tercer dia con todo el esplendor do su gloria. Era esta<br />

la tercera vez que les pre<strong>de</strong>cía su muerte, pero nunca lo<br />

había hecho <strong>de</strong> un modo tan circunstanciado. Por mas<br />

aflictiva que fuese esa predicción, era necesaria para<br />

prevenirles contra el escándalo <strong>de</strong> su pasión; pero los<br />

apóstoles estaban tan llenos <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> gloria, <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />

y <strong>de</strong> felicidad, bajo las cuales se representabaa los<br />

judíos al Mesías, que lodo lo que les dijo el Salvador <strong>de</strong><br />

su pasión y <strong>de</strong> su muerto fué para ellos como un enigma,<br />

y nada comprendieron. Esto lo'dieron bien á enten<strong>de</strong>r Santiago<br />

y Juan, hijos <strong>de</strong>l Zebe<strong>de</strong>o, eu la petición que inmediatamente<br />

hicieron á Jesucristo por medio do su madre<br />

Salomé <strong>de</strong> las dos primeras sillas para ellos. Esta mujer<br />

sugerida por sus hijos que tenia al lado, se presentó dolante<br />

<strong>de</strong> el, lo adoró con respeto y le suplicó que no llevase<br />

á mal el quo le pidiese una gracia ; habiéndoselo<br />

permitido Jesucristo : Maestro, le dijo ella con mucha confianza,<br />

á lo que parece, muy pronto estaréis ya á punto <strong>de</strong><br />

entraren vuestra gloria ; cuando estuviereis,pues, en ella,<br />

yo os pido que concedáis á mis dos hijos las dos primeras<br />

pinjas <strong>de</strong> vuestro reino, haciendo que sean colocados á<br />

vuestros dos lados, dándoles la preferencia sobre lodos<br />

vuestros discípulos. E! Salvador escusó la ternura maternal<br />

y la pequefla ambición que era el efecto <strong>de</strong> ella, y dirigiéndose<br />

á los dos hermanos les hizo enten<strong>de</strong>r que las<br />

plazas en el cíelo no se conce<strong>de</strong>n al simple favor sino al<br />

mérito, aunque sea verdad que no haya ningún mérito sin<br />

la gracia: vosotros tendréis lo uno y lo otro, añadió el<br />

Salvador: vosotros combatiréis, conseguiréis la victoria y<br />

recibiréis la corona qne mi Padre y yo os leñemos preparada<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad. La petición que acababa <strong>de</strong> hacer<br />

la madre <strong>de</strong> los dos discípulos, causó unos pequeños<br />

aelos y aun alguna indignación en los otros diez que estaban<br />

presentes, loque obligó al Salvador á darles aquella<br />

preciosa lección <strong>de</strong> humildad lan opuesta al espíritu <strong>de</strong>l<br />

mundo, en la que les <strong>de</strong>clara que el medio <strong>de</strong> obtener el<br />

primer lugar en su reino es el <strong>de</strong> lomar el último en todas<br />

las <strong>de</strong>más partes; y que si uno quiere ser mayor que los<br />

otros, es preciso que se constituya su siervo y se haga<br />

mas pequeño que ellos. En esto <strong>de</strong>be estribar toda vuestra<br />

ansia: tomad ejemplo <strong>de</strong> mí, aña<strong>de</strong>, yo <strong>de</strong>bo ser vuestro<br />

mo<strong>de</strong>lo; yo no he venido aquí abajo para ser servido, sino<br />

para servir á los otros y para dar la vida á los mismos<br />

que me darán la muerte.<br />

La oración <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> este dia es como sigue:<br />

Popuhm<br />

tuum, qumumus,<br />

Domine, propilius réspice:<br />

et quos ab escis carnalibus<br />

pmcipis abstinere, á<br />

rwoñis qwque viliis cessarc<br />

conce<strong>de</strong>. Ver Dominum...<br />

Señor, mirad á vuestro<br />

pueblo con ojos favorables,<br />

y haced que aquellos á<br />

quienes mandáis que so<br />

abstengan <strong>de</strong> las carnes,<br />

cesen también en los vicios<br />

que dañan á sus almas. Por<br />

nuestro Señor Jesucristo,<br />

etc.<br />

La Epístola es sacada <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> Estér, cap. 43.<br />

In diebns illis: Oravit Mardochms<br />

ad Dominum, dicens:<br />

Domine, Domine Reúo<br />

omnipolens, in düione enim<br />

lúa cunda suntposita: el non<br />

est qui possít tuen resisten<br />

voluntaú, si<strong>de</strong>creverissalvare<br />

Israel. Tu fecisli coelum el<br />

terram, et quidquid cceliambitu<br />

continetur. Domiuus omnium<br />

es, neo est qvi resistal<br />

majeslati tuce. Et nunc,<br />

Domine Rex Deus Abraham,<br />

miserere'populi tui, quia voluntnos<br />

inimici nostri per<strong>de</strong>ré,<br />

et heredilatem tuam <strong>de</strong>lere.<br />

Ne <strong>de</strong>spidas parkm<br />

tuam, quam re<strong>de</strong>misti tibi <strong>de</strong><br />

JEgypto. Exaudí <strong>de</strong>precationem<br />

meam, et propilius esto<br />

sorli el [miculo tuo, et converte<br />

Imtum noslrum in gaudium,<br />

ni vivenles lau<strong>de</strong>mus<br />

nowen'tuwm, Domine; et ne<br />

claudas ora te canentium,<br />

Domine Deus nosler.<br />

En aquellos días hizo<br />

Mardoqueo oración al Señor,<br />

diciendo: Señor, Señor y<br />

Rey omnipotente, lodas las<br />

cosas están sujetas á vuestro<br />

po<strong>de</strong>r, y no hay quien<br />

pueda resistir á vuestra voluntad<br />

, si hubiereis resuelto<br />

salvar á Israel. Vos<br />

habéis hecho el cielo y la<br />

(Ierra, y todas las crialuras<br />

que están bajo el cielo. Vos<br />

sois el Señor <strong>de</strong> todas las<br />

cosas, y no hay quien resista<br />

á vuestra majestad.<br />

Ahora, pues, ó Señor y Rey,<br />

ó Dios do Abraham, compa<strong>de</strong>ceos<br />

<strong>de</strong> vuestro pueblo;<br />

porque nueslros enemigos<br />

han resuelto per<strong>de</strong>rnos, y<br />

eslerminar vuestra heredad.<br />

No <strong>de</strong>spreciéis esle pueblo<br />

que habi'is hecho propio,<br />

y que habéis rescalado<br />

<strong>de</strong> Egipto para que sea<br />

vuestro. Oíd mi oración;<br />

mostraos favorable á una<br />

nación que habéis heclio

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