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da y <strong>de</strong> sus milagros; poro la ignominia <strong>de</strong> su nincrle era<br />
para ellos un rnislerio (jue no compreiulian, y no daban fó<br />
á todo lo que so <strong>de</strong>cia <strong>de</strong> su resurrección, teniendo por<br />
suefios y vanas imaginaciones las apariciones publicadas.<br />
Mientras conversaban entre sí <strong>de</strong> un asunto tan triste,<br />
vieron venir <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ellos un hombre que luego se juntó<br />
con ellos: ora el mismo Jesucristo; pero ellos no le conocieron<br />
porque «lenian los ojos como vendados,» dice el<br />
Kvangelio; esto es, porque ei Salvador impedia que su<br />
cuerpo hiciese en los ojos <strong>de</strong> bs discípulos la impresión<br />
que hubiese <strong>de</strong>bido hacer naturalmente, ya que Jesucristo<br />
apaivcioso en efecto bajo do una figura oslrafia, ya que<br />
íiuhiese impreco alteración en la vista <strong>de</strong> los viajeros. i)espu.'S<br />
<strong>de</strong> haberse sahiJado según coslumbre, les preguntó<br />
Jesús cuál era el asunto <strong>de</strong> s^conversacion, y <strong>de</strong> qué provenia<br />
la tristeza que so <strong>de</strong>jaba ver en su semblante, ¿l'ues<br />
qué, le respondió Cleofas, serias tú el único eslranjero entre<br />
todos los que han concurrido á Jerusalen para la fiesta<br />
do la Pascua, que no supiese lo que ha pasado allí en estos<br />
dias? ¿Pues qué es lo quo ha sucedido <strong>de</strong> cstraordmario,<br />
repuso el Salvador? Estrañoes, replicó Cleofas, que ignores<br />
lo que ha sucedido á aquel gran<strong>de</strong> hombre, Jesús Nazareno,<br />
<strong>de</strong> quien jamás buho b&tbüjúate ; aquel Profeta tan<br />
po<strong>de</strong>roso cu obras y en palabras <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> lodo<br />
el pueblo. Nosolros hablábamos <strong>de</strong> la manera indigna<br />
y atrozmente injusta con que ha sido tratado por nueslros<br />
sacerdotes, por nuestros pontífices y por nuestros primeros<br />
magistrados, los cuales por una envidia sin ejemplar,<br />
habiéndole entregado á Pilato, le han hecho con<strong>de</strong>nar injustamente<br />
á morir en una cruz, habiendo el mismo Püato<br />
reconocido y publicado sn inocencia. Loque pone el colmo<br />
á nuestra aíliccion es que nosotros le mirábamos como el<br />
iít'dculor <strong>de</strong> nuestro puehlo, y esperábamos que nos restablecería<br />
á nuestra primera lihertad, y ahora nos encontramos<br />
frustrados en nuestras esperanzas; porque ha<br />
muerto, y no nos queda ya otra sino que <strong>de</strong>be resucilar.<br />
A la verdad, él nos había predicho su muerte y todo lo que<br />
ha sucedido; pero nos bahia también asegurado que tres<br />
dias <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerte saldría vivo <strong>de</strong>l sepulcro, y hoy<br />
es el tercer dia, cuasi pasado ya, sin que hayamos visto<br />
el cumplimiento <strong>de</strong> su promesa. Sin embargo <strong>de</strong> (pie, añadieron,<br />
ha habido a! gunas buenas mujeres <strong>de</strong>l número <strong>de</strong><br />
las (pie le soguían y creían en él como nosotros, que nos<br />
han nioioruli-aijo mucho, porque habiendo parlído muy <strong>de</strong><br />
mañana para ir á su sepulcro, no han encontrado en ftl el<br />
cuerpo, y ellas también nos han referido que se les hahian<br />
allí aparecido angeles \;xs aseguraban que bahía ivsu-<br />
Cltódo, y que lo veríamos vivo m (Jalíloa. También algunos<br />
<strong>de</strong> los nues!ros han ido al sepulcro y han hallado qne<br />
las mujeres habían dicho la verdad, y que el cuerpo no<br />
estaba allí. Pero ¿quién ha<strong>de</strong> creer ima raaravilla tan<br />
gran<strong>de</strong> sobre unos testimonios tan débiles?<br />
Cuando no hay mas que una fé (laca, uo pue<strong>de</strong> haber<br />
una esperanza viva; la esperanza vacila siempre con la íé.<br />
«Nosotros esperábamos,'.» dicen, como si dijeran que ya<br />
apenas esperan. Estas palabras <strong>de</strong>muestran bien cuál era<br />
'a i<strong>de</strong>a y la disposición <strong>de</strong>lespiiüu <strong>de</strong> aquellos discípulos;<br />
ellos no tomaban la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> Israel mas que como una<br />
'iherlad do la servidumbre corporal; esperaban que el<br />
•Mcsias <strong>de</strong>bía ¡ihcrlarles <strong>de</strong>l yugo <strong>de</strong> los romanos, y rosia-<br />
I<strong>de</strong>cer su antiguo gobierno. materia <strong>de</strong> religión las luces<br />
¿oías<strong>de</strong>l eníeudimioutü huinuno, sin las <strong>de</strong> la 1c, ostra vían.<br />
DE PASCUA. 357<br />
El Salvador se compa<strong>de</strong>ció <strong>de</strong> la fé moribunda <strong>de</strong> aquellos<br />
dos discípulos vacilantes, i Qué ciegos sois! hombres<br />
poco sensatos en materia do religión, les dijo ; i qué poco<br />
comprendéis lo que los profetas han dicho <strong>de</strong>l Mesías! ¿No<br />
era necesario, anadió, que el Cristo, esto es, el Mesías,<br />
pa<strong>de</strong>ciese <strong>de</strong> este modo, y que por este camino <strong>de</strong> los sufrimientos<br />
y <strong>de</strong> las humillaciones entrase en su gloria?<br />
Costábales mucho trabajo á los discípulos conciliar el<br />
oprobio y la infamia <strong>de</strong> la cruz en don<strong>de</strong> hablan visto espirar<br />
á Jesucristo, con la resurrección y el reinado glorioso<br />
<strong>de</strong>l Mesías. El Salvador les hace ver que puesto que su<br />
muer te no había sido predicha por los profetas con menos<br />
claridad que su resurrección gloriosa, habiendo visto el<br />
cumpümienlo <strong>de</strong> las profecías <strong>de</strong> su muerte, no <strong>de</strong>bían<br />
dudar que lo que so habia predicho <strong>de</strong> su resurrección<br />
<strong>de</strong>jase también <strong>de</strong> cumplirse; y para convencerles, lino<br />
el Salvador la bondad <strong>de</strong> referirles por sí mismo todo lo<br />
que hablan predicho <strong>de</strong>l Mesías los patriarcas <strong>de</strong> la antigua<br />
ley, todo lo que habían dicho Moisés y los profetas;<br />
esplicándolcs y haciéndoles ver que lodo esto se habia<br />
cumplido en la vida, en la pasión, en la muerte y en la<br />
resurrección <strong>de</strong> aquel Jesús Nazareno que era el asnnío<br />
<strong>de</strong> su conversación.<br />
Enlivíanto se hallaron cerca <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a adon<strong>de</strong> iban.<br />
Enlonces el Salvador hizo a<strong>de</strong>man <strong>de</strong> querer pasar mas<br />
a<strong>de</strong>lante; pero los dos discípulos le <strong>de</strong>tuvieron como por<br />
fuerza, rogándole que tuviese á bien quedarse con ellos<br />
en la al<strong>de</strong>a, porque se hacía tar<strong>de</strong>. Punhiatmonte era esto<br />
lo que el Salvador <strong>de</strong>spaba; porque aunque Dios tenga algunas<br />
voces el <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> hacernos las mayores gracias,<br />
quiere, sin embargo, que se le niegue: la oración entra<br />
ordinariamente como condición para sus beneficios. No se<br />
hizo mucho <strong>de</strong> rogar el Salvador; entró con ellos en la<br />
casa, que so cree haber sido la <strong>de</strong> Cleofas, y habiéndose<br />
puesto á la mesa con ellos, tomó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego uno <strong>de</strong> sus<br />
panes sin levadura, pues que no era permitido á los judíos<br />
el comer otros en los siete dias quo duraha la fiesta dn<br />
Pascua, y habiéndole ben<strong>de</strong>cido, esto es, dicen los Padres<br />
y los intérpretes, habiéndole consagrado en su cuerpo,<br />
<strong>de</strong>l mismo modo qne lo había hecho en la institución <strong>de</strong><br />
la Eucaristía en la última cena, lo partió y so lo presentó.<br />
Abriéronse en aquel momento sus ojos, oslo es, conocieron<br />
enlonces en el aire, en las formas <strong>de</strong>l rostro y en<br />
311 voz, que el que les hablaba era verda<strong>de</strong>rameiiíe el mismo<br />
Jesucristo; pero <strong>de</strong>sapareció inmedialamente <strong>de</strong> su<br />
vista, hncióndose repentinamente invisible. Si su alegría<br />
fue >ciisil)le, no fue méuos vivo su sentimiento. Echábanse<br />
en cara su ceguera: ¿Es posible, se <strong>de</strong>cían entre sí, que<br />
hayamos conversado tanto tiempo con él, sin conocerle?<br />
bas luces con que ilumi iaba uueslio enlenilimienio, esplicándonos<br />
el verda<strong>de</strong>ro sentido <strong>de</strong> la Escritura, y aquel<br />
fuego estraordinario que abrasaba nuestro corazón mientras<br />
que nos hablaba, ¿no nos <strong>de</strong>cían (pie era él? La ansia<br />
y el conato <strong>de</strong> dar parte á los hermanos <strong>de</strong> lo que les<br />
acababa <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r, les hizo partir al instante para volverse<br />
á Jerusalen. Allí encontraron á los apóstoles y á los<br />
discípulos reunidos, los cuales, apenas les vieron, les dijeron<br />
(pie el Sefior habia resucitado verda<strong>de</strong>ramente, y<br />
(pie habia aparecido á I'edro. Ellos por su [¡arte Ies contaron<br />
lo que les habia pasado en su viaje, y como habían<br />
reconocido á su divino Maestro en la fracción <strong>de</strong>l pan, esto<br />
os, al darles la Eucarislía. Este divino Sacrameuío es siom-