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cia <strong>de</strong>l venladnro Dios cnlrc l:is negras tinieblas <strong>de</strong> la<br />
idolatría: abrid, por fin, los ojos, y ved la luz.» El Salvador<br />
solo os la verda<strong>de</strong>ra luz, que ilumina á todo el que<br />
viene á este mundo, o Se apacentarán en los caminos, y<br />
todas las llanuras les servirán <strong>de</strong> pastos.» No hay cosa<br />
que mejor represente !a dichosa condición <strong>de</strong> la nueva<br />
alianza, <strong>de</strong> este pueblo nuevo, <strong>de</strong>l pueblo cristiano, <strong>de</strong> la<br />
iglesia, que el retrato que Dios hace aquí <strong>de</strong> él por su<br />
Profeta. Libres <strong>de</strong> la cautividad <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio por la muer-<br />
(e <strong>de</strong>l Salvador; ilustrados con las luces <strong>de</strong> la fé, no temamos<br />
morir <strong>de</strong> hambre en el <strong>de</strong>sierto y penoso camino<br />
<strong>de</strong> esta vida; en la llanura como entre las rocas, y sobre<br />
la montaña, en todas parles hallaremos un abundante<br />
pasto. La doctrina <strong>de</strong> Jesucristo, sus sacramentos, su<br />
Evangelio, su asistencia y su gracia, harán que <strong>de</strong> nada<br />
carezcamos. Esta vida es un viaje; la tierra es un <strong>de</strong>stierro<br />
; el cielo es nuestra amable patria: es indispensable<br />
caminar por tfledio <strong>de</strong> un <strong>de</strong>stierro espantoso, antes <strong>de</strong><br />
llegar á la tierra prometida; hay mucho camino que andar<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Babilonia hasta la celestial Jerusalen; sin embargo,<br />
no temamos nada, el Salvador ha provisto á todo,<br />
él conoce nuestras necesida<strong>de</strong>s, no ignora los peligros, y<br />
sabe lo que es necesario para conservar la vida. «No<br />
tendrán hambre ni sed, no les quemará el calor ni aun el<br />
<strong>de</strong>l sol, porque aquel que está lleno <strong>de</strong> misericordia hacia<br />
ellos les conducirá, y les llevará á beber á los manantiales<br />
<strong>de</strong> las aguas.» ¿Quién no ve en esta alegórica y pro-'<br />
fótica pintura la imágen <strong>de</strong>l cristianismo? ¿qué multiplicidad<br />
<strong>de</strong> auxilios espirituales ; qué abundancia mas<br />
consolante <strong>de</strong> bienes que los que hay en la Iglesia? Encuéntrese<br />
uno sediento por la fatiga <strong>de</strong>l camino, por el<br />
ardor <strong>de</strong> las pasiones, por los combates que es preciso<br />
dar,y los asaltos que es fuerza sostener; á todas horas<br />
encontraremos esta fílenle <strong>de</strong> agua viva que no se agola<br />
Jamás, y que so saca sin trabajo. «Vosotros,» dice en<br />
otra parte el niismo Profeta, «vosotros sacareis con alegría<br />
aguas <strong>de</strong> las fuentes <strong>de</strong>l Salvador.» En lugar <strong>de</strong> las<br />
aguas que vuestros padres han sacado en el <strong>de</strong>sierto,<br />
cuando Moisés hirió la roca y sacó <strong>de</strong> ella una fuente,<br />
vosotros beberéis <strong>de</strong> las fuentes <strong>de</strong>l Salvador. Este Salvador<br />
es Jesucristo; las fuentes que nos abre son su doctrina<br />
santa, dicen los Padres, sus sacramentos, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> <strong>de</strong>rivan<br />
las gracias sobre aquellos que se acercan dignamente<br />
á ellos, y alejan do sí las malas disposiciones que<br />
pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>tener su curso. El mismo Jesucristo nos dice:<br />
Si alguno tiene sed, venga á mí, y beba. Aquel que bebiere<br />
<strong>de</strong>l agua que yo lo daré, nunca tendrá sed. «Mis<br />
montanas se convertirán en caminos llanos, y yo rellenaré<br />
los valles para hacerlo todo un camino. No os espanten<br />
esas máximas <strong>de</strong> la mas alta perfección, esos consejos<br />
tan puros <strong>de</strong>l Evangelio, y tan contrarios á los sentidos<br />
y alamor propio; todo- lo veréis allanado, <strong>de</strong>sdo luego<br />
que os pongáis en camino; lodo lo hallareis dulce, lodo<br />
fácil, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el momento en que lo pusiereis en práctica.<br />
No temáis esliaviaros; yo, yo mismo seré vuestra guia,<br />
yo en<strong>de</strong>rezaré todos los caminos; solo fuera <strong>de</strong> la Iglesia<br />
osen don<strong>de</strong> se eslravia; las sendas que se siguen entonces<br />
son las que llevan á la perdición. «Veránsc venir á<br />
la Iglesia <strong>de</strong>l Salvador los pueblos mas lejanos, unos <strong>de</strong>l<br />
Septentrión, otros <strong>de</strong>l Poniente, y otros <strong>de</strong>l Mediodía.<br />
¿Quién no ve en todas estas espresiones bien signilicadas<br />
la conversión <strong>de</strong> los genrtles á la fé <strong>de</strong> Jesucristo? «Ciom<br />
CUARESMA. róo<br />
los, alabad al Seftor,» esclama aquí el Profeta, «salte<br />
<strong>de</strong> alegría toda la tierra, y resuenen entre las montañas<br />
sus alabanzas; porque el Señor, prosigue, se ha compa<strong>de</strong>cido<br />
en fin, <strong>de</strong> tantos pueblos miserables que se perdían.»<br />
Él mismo quiere ser su consuelo, su salud, su<br />
Salvador y su Padre. «No obstante, Sion ha dicho: el<br />
Señor me ha olvidado.» Esta era la queja amorosa que<br />
dirigían al cielo los judíos en su cautividad, y es la que<br />
hacen todavía alguna vez los cristianos en sus aflicciones<br />
y sus Irabajos. Pero ¿hay cosa mas consolatoria que la<br />
respuesta que Dios les da? «¿Pue<strong>de</strong> una madre olvidar á<br />
su hijo? ¿l'ue<strong>de</strong> ménos <strong>de</strong> tener compasión <strong>de</strong>l hijo que<br />
ha llevado en sus entrañas? Pero aun cuando se hallase<br />
una madre tan dura y tan bárbara que olvidase su propio<br />
hijo, yo nunca podría olvidaros.» El Señor es el que habla,<br />
jBuen Dios! ; qué impresiones tan fuertes <strong>de</strong>ben hacer<br />
estas palabras sobre el corazón! ¡qué amor no <strong>de</strong>ben<br />
inspirar aun Dios tan bueno I i qué retorno! iqué confianza<br />
!<br />
El Evangelio <strong>de</strong> este dia es una inslruccion dogmática<br />
que hace el Salvador al piteblo y á los fariseos acerca <strong>de</strong><br />
su divinidad, y una prueba muy sensible <strong>de</strong>l endurecimiento<br />
<strong>de</strong> los fariseos y <strong>de</strong>l pueblo. Su mal corazón no lo<br />
retrae: les muestra mas bondad todavía, que el odio y la<br />
envidia que ellos tenían contra él. Les <strong>de</strong>scubre los gran<strong>de</strong>s<br />
bienes que estaban encerrados en él, y que venia á<br />
traer al mundo. «Yo soy la luz <strong>de</strong>l mundo, les <strong>de</strong>cía, el<br />
que me sigue no camina en las tinieblas» <strong>de</strong> la ignorancia,<br />
<strong>de</strong>l error, <strong>de</strong> la infi<strong>de</strong>lidad ni <strong>de</strong>l pecado. No hay<br />
otro que yo que ilumine, y que guíe en el camino <strong>de</strong>l<br />
cielo. ¿Seréis siempre tan insensatos que cerrareis los<br />
ojos á ta luz <strong>de</strong> la vida bienavenlui íida á la cual os conduce?<br />
<strong>Los</strong> fariseos escuchaban alenlamenle lo que el<br />
Salvador les <strong>de</strong>cía; pero dijérales lo que tes dijese, nada<br />
era capaz <strong>de</strong> hacerles gustar las verda<strong>de</strong>s elerna.s, porque<br />
mas bien trataban <strong>de</strong> criticar su doctrina que do<br />
aprovecharse <strong>de</strong> ella.<br />
Tú das lestimoiiio <strong>de</strong> tí mismo, le dijeron. ¿Se te <strong>de</strong>berá<br />
creer sobre tu palabra? Aunque yo doy teslimonio <strong>de</strong><br />
mí, respondió Jesús, mi testimonio es legílimo y <strong>de</strong>be ser<br />
admitido. Yo me conozco, y no puedo menos <strong>de</strong> conocerme;<br />
yo sé <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> he venido, y adón<strong>de</strong> voy; pero vosotros<br />
no sabéis <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> vengo, ni adón<strong>de</strong> voy. No es<br />
posible, ni yo <strong>de</strong>bo esperar <strong>de</strong> vosotros un testimonio legítimo<br />
<strong>de</strong> lo que yo soy; vosotros no me conocéis, ni aun<br />
queréis conocerme. Solo yo, y mi Padre que me ha enviado,<br />
po<strong>de</strong>mos dar este lestimoiío seguro ó infalible.<br />
Yo os pruebo mi misión por mis obras, por mi doctrina y<br />
por mis milagros, y vosotios os negáis á creerme; mi<br />
Padre la prueba por ¡as profecías, y por las sagradas letras<br />
que tenéis en las manos, y vosotros no queréis hacer<br />
la aplicación <strong>de</strong> ellas. Vosotros no juzgáis <strong>de</strong> mi sino según<br />
el hombre esterior, no podéis imaginaros que yo sea<br />
<strong>de</strong> una condición superior á loque aparezco. Gomo sí dijese,<br />
dicen los Padres: La falsa i<strong>de</strong>a que habéis formado<br />
<strong>de</strong>l Mesías que <strong>de</strong>be libraros, hace que la oscuridad <strong>de</strong><br />
mi nacimienlo, y la tiumildad <strong>de</strong> mi vida, sean para vosotros<br />
un motivo <strong>de</strong> escándalo. Si os digo que soy Dios, é<br />
Hijo <strong>de</strong> Dios, recibís esta verdad como una blasfemia; sí<br />
confirmo la verdad <strong>de</strong> mis palabras con los prodigios, <strong>de</strong>cís<br />
que los hago en nombre <strong>de</strong> Beelzebub: vuestra pasión<br />
os ciega; vuestras preocupaciones os impi<strong>de</strong>n el ver la