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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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372 DOMINGO SEGUNDO<br />

ria <strong>de</strong> la rcstiiToccion; no se aynna según los cánones, y<br />

en muchas iglesias no se dice mas que un noclurnodc tres<br />

salmos y <strong>de</strong> tres lecciones como la semana <strong>de</strong> Pascua.<br />

San Ambrosio llama á lodo el tiempo Pascual una octava<br />

<strong>de</strong> semanas: porque las siete semanas hacen cuarenta y<br />

nueve dias, y la octava semana es la <strong>de</strong> Pentecostés. Estos<br />

cincuenta dias se celebran lo mismo que el domingo, y<br />

por tanto, dice este Padre, el oücio es lodo semejante al <strong>de</strong><br />

los domingos. Y corno en el domingo no se ayuna y se ora<br />

á Diosen pie, dice Tertuliano, la Iglesia en todo el tiempo<br />

Pascual guarda también la misma costumbre. Des<strong>de</strong> el siglo<br />

n <strong>de</strong> la Iglesia se ha mirado como una falta gravo,<br />

como una especie <strong>de</strong> irreligión el ayunar el santo dia<br />

<strong>de</strong>l domingo, el cual se ha consi<strong>de</strong>rado siempre como la<br />

octava perpetua <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong> la Resurrección. ¿De quién<br />

han aprendido los herejes <strong>de</strong> estos últimos tiempos á no<br />

or<strong>de</strong>nar los ayunos públicos mas que en el santo dia <strong>de</strong>l<br />

domingo? «Todo el tiempo que el esposo está con ellos, <strong>de</strong>cía<br />

el Salvador (Marc. 2.), no pue<strong>de</strong>n ayunar.» Por esto<br />

no se ayuna en la Iglesia hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la Ascensión.<br />

<strong>Los</strong> convidados al festejo y á la ceremonia <strong>de</strong> las bodas entrelos<br />

judíos, pasaban los primeros dias <strong>de</strong>l malrimonio<br />

entre el regocijo y los festines; eran llamados los amigos<br />

<strong>de</strong>l esposo: «¿Por ventura pue<strong>de</strong>n entregarse al llanto los<br />

amigos <strong>de</strong>l esposo, cuando esle está con ellos? (Malth. 9.)»<br />

Jesucristo es el verda<strong>de</strong>ro esposo <strong>de</strong> la Iglesia con la cual<br />

ha contraído la alianza mas estrecha. Así es que mientras<br />

sus discípulos tenian la dicha <strong>de</strong> poseerle, no era justo que<br />

estuviesen ailigidos. Luego que le perdieron <strong>de</strong> vista por<br />

su gloriosa ascensión al cielo, su vida no fué ya mas que<br />

una sucesión <strong>de</strong> penas, <strong>de</strong> trabajos, do persecuciones y <strong>de</strong><br />

penitencia. Todo el tiempo Pascual es propiamente el tiempo<br />

que los amigos <strong>de</strong> esle divino Esposo han estado visiblemente<br />

con él; y por esto la Iglesia pasa todo este tiempo<br />

en un santo regocijo y en una alegría espiritual.<br />

El introito <strong>de</strong> la misa <strong>de</strong> esle dia comienza por estas con -<br />

soladoras palabras <strong>de</strong>l salmo 32: «Toda la tierra está llena<br />

<strong>de</strong> los efectos do la misericordia <strong>de</strong>l Seflor, bendigámosle<br />

porque con tanta abundancia <strong>de</strong>rrama sobre nosotros<br />

los tesoros <strong>de</strong> su misericordia. Con una sola palabra<br />

ha producido los cielos, y esta maravilla tan brillante la<br />

ha obrado en nuestro favor, y estos ciclos mismos anuncian<br />

altamente su po<strong>de</strong>r y su bondad para con nosotros:<br />

no cesemos, pues, <strong>de</strong> ben<strong>de</strong>cirle y <strong>de</strong> cantar sin cesar sus<br />

alabanzas.» Después <strong>de</strong> haber ensalzado David en el salmo<br />

oí la dicha <strong>de</strong> los que viven en la inocencia, exhorta<br />

en este á los justos á que alaben al Señor, y les ofrece<br />

los motivos en el po<strong>de</strong>r y en la sabiduría do Dios omnipotente,<br />

y sobro todo en su misericordia que se hace admirar<br />

en todas sus obras.<br />

El asunto <strong>de</strong> la lípfsíola que se lee en la misa <strong>de</strong> esto<br />

dia, está tomado <strong>de</strong> la primera cqrta <strong>de</strong> san Pedro, en la<br />

que nos propone la paciencia y la mansedumbre <strong>de</strong> Jesucristo<br />

como el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> la que <strong>de</strong>bemos tener en todos<br />

ios acci<strong>de</strong>ntes molestos <strong>de</strong> esta vida. Ninguna cosa mas<br />

propialii mas eficaz para inspirarnos esta paciencia y esta<br />

mansedumbre que el ejemplo <strong>de</strong>l mismo Jesucristo. «Jesucristo,<br />

dice el Apóstol, ha pa<strong>de</strong>cido por nosotros, <strong>de</strong>jándoos<br />

un ejemplo, á fin <strong>de</strong>que sigáis sus huellas.» ¿Puedo<br />

darnos una lección <strong>de</strong> paciencia mas eficaz que el ejemplo<br />

<strong>de</strong>l mismo Jesucristo? Quójanse en el mundo <strong>de</strong> esa immdación<br />

<strong>de</strong> adversida<strong>de</strong>s, do esas cruces tan abundantes<br />

que nacen en todos los estados, <strong>de</strong> esas aflicciones que<br />

<strong>de</strong>rraman tanta amargura en todas las eda<strong>de</strong>s y en todas<br />

las condiciones déla vida. Si tuviésemos un gefe, criado<br />

en las prosperida<strong>de</strong>s mundanas y en las <strong>de</strong>licias, harto do<br />

honores y <strong>de</strong> gloria, según el espíritu y el gusto <strong>de</strong>l mundo,<br />

podríamos tal vez quejarnos <strong>de</strong> la dureza <strong>de</strong> nuestra<br />

condición; pero cuando se ve á nuestro soberano Maestro,<br />

nuestro Roy, nuestro Dios, nuestro mo<strong>de</strong>lo, nacido en una<br />

condición oscura, en la mas eslrema pobreza, criado en<br />

las humillaciones, harto <strong>de</strong> penas y do oprobios, ¿tendremos<br />

motivos para quejarnos? Si ha sido necesario que el<br />

Maestro, el Hijo único, e! here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la gloria pa<strong>de</strong>ciese<br />

para tomar posesión y entrar en ella; ¿ nos atreveremos<br />

nosotros, miserables esclavos, á mirar con oslrafieza que<br />

se nos la baga merecer, que se r?os la dé al mismo precio<br />

y sobre el mismo título? Pero al fin, se dice, que los impíos<br />

sean tratados con dureza, que vivan en la aflicción,<br />

pase, nadie tiene <strong>de</strong>recho para sindicarlo; pero (pie los<br />

justos, que las almas inocentes pasen su vida entre el llanto<br />

y las humillaciones, repugna altamente. ¿Y habrá algo<br />

que replicar cuando se consi<strong>de</strong>re que este Hombre do dolores,<br />

tratado toda su vida como el último <strong>de</strong> los hombres,<br />

es la inocencia misma, el que jamás ha cometido ni podido<br />

cometer pecado alguno? ¿Se ha quejado délos malos<br />

tratamientos que se le hacían? ¿ha <strong>de</strong>clamado contra la<br />

injusticia? ¡Con qué paciencia se entregaba al que le con<strong>de</strong>naba<br />

injustamente! Jesucristo, aunque ¡nocente, ha<br />

querido pa<strong>de</strong>cer por los pecadores; ¿qué no <strong>de</strong>bemos,<br />

pues, hacer nosotros para espiar nuestros propios pecados,<br />

y para completar en nuestra carne, á ejemplo <strong>de</strong> san Pablo,<br />

lo que falta á los tormentos <strong>de</strong> Jesucristo? ¿qué no<br />

<strong>de</strong>bemos hacer para hacernos semejantes á él, á aquel quo<br />

sobre el ma<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la cruz ha llevado nuestros pecados en<br />

su cuerpo, á fin <strong>de</strong> que muriendo á los pecados, vivamos á<br />

la justicia, esto es, á aquel que ha muerto en la cruz para<br />

espiar nuestros pecados, que ha llevado en su cuerpo la<br />

pena <strong>de</strong> nuestros pecados, á fin <strong>de</strong> reconciliarnos con su<br />

Padre? La sangre que ha corrido <strong>de</strong> las llagas <strong>de</strong> Jesucristo<br />

ha sido como un bálsamo sagrado qué ha curado<br />

todas las llagas <strong>de</strong> nuestra alma. Desterrados déla casa <strong>de</strong><br />

nuestro Padre y fuera <strong>de</strong>l redil, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sobediencia<br />

<strong>de</strong>l primer hombre, éramos como ovejas errantes; esto<br />

divino Pastor ha venido á reunimos on el redil; éramos<br />

ovejas <strong>de</strong>scarriadas, porque cada uno seguia las ilusiones<br />

<strong>de</strong> su entendimiento, y las pasiones predominantes do<br />

su corazón. Por el mérito <strong>de</strong> su muerte hemos vuelto felizmente<br />

al pastor y al obispo <strong>de</strong> nuestras almas. La palabra<br />

obispo dice algo mas que la <strong>de</strong> pastor; significa originariamente<br />

celador é inspector, y espresa mejor el soberano<br />

dominio do Jesucristo que la do pastor, que es un<br />

término <strong>de</strong> bondad y <strong>de</strong> ternura. A vista <strong>de</strong> un ejemplo tan<br />

escelente, no hay nadie que no tenga por que confundirse,<br />

midiendo nuestra inocencia, nuestras adversida<strong>de</strong>s y nuestras<br />

penas con la inocencia, la cruz y los dolores <strong>de</strong> Jesucristo.<br />

Fácilmente se advierte la relación que ticn'e el Evangelio<br />

<strong>de</strong> !a misa <strong>de</strong> este dia con la ¡ípístoia. Después <strong>de</strong> haber<br />

hecho el Salvador el verda<strong>de</strong>ro retrato <strong>de</strong> los sacerdotes,<br />

<strong>de</strong> los doctores déla ley y <strong>de</strong> los fariseos, haciendo<br />

el <strong>de</strong> los mercenarios y <strong>de</strong> los malos pastores que huyen<br />

viendo venir el lobo, y que en lugar <strong>de</strong> apacentar las ovojas<br />

las <strong>de</strong>güellan para mantenerse ellos mismos, haco

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