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m<br />
ínter vos; ted quicumqw nes mi Padre lo ha <strong>de</strong>slinado.<br />
volueril inler vos major fieri,<br />
Oyendo esto los otros<br />
$it vester] minister: et qui diez, se indignaron contra<br />
voluerit inter vos primus esse,<br />
erit vesler servus. Sicut Filius<br />
los dos hermanos: mas Jesús<br />
los hizo venir, y les<br />
hominis non venit ni-<br />
dijo : Yosotros sabéis que<br />
nisírori, sed ministrare, et los príncipes <strong>de</strong> las naciones<br />
daré animam suam re<strong>de</strong>mftionempro<br />
tienen en ellas el pri<br />
multis. mer lugar, y los que son<br />
mayores ejercen su po<strong>de</strong>r<br />
sobre ellas. No ha <strong>de</strong> ser<br />
así entre vosotros; antes<br />
bien, cualquiera que entre<br />
vosotros quisiere hacerse el<br />
mayor, <strong>de</strong>diqúese á serviros<br />
; y cualquiera que quisiese<br />
tener la primacía,<br />
constituyase como esclavo<br />
vuestro. A la manera que<br />
el Hijo <strong>de</strong>l hombre no vino<br />
para ser servido, sino para<br />
servir, y dar su vida por la<br />
re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> muchos.<br />
MEDITACION.<br />
Sóbrela etiimacion que <strong>de</strong>bemos hacer <strong>de</strong> las adversida<strong>de</strong>s.<br />
PCMO PBIMEHO.-—Consi<strong>de</strong>ra que los cristianos no <strong>de</strong>berian<br />
hallar placer sino en las aflicciones. Ningún otro fruto<br />
<strong>de</strong>berla ser <strong>de</strong> su gusto mas que el <strong>de</strong> la cruz; la sangre<br />
<strong>de</strong> Jesucristo la ha quitado loda la amargura. La cruz se<br />
ha convertido en el árbol <strong>de</strong> la vida; el que un fruto tan<br />
escelenle no agra<strong>de</strong>, es seíial <strong>de</strong> una mala disposición.<br />
Si no se escucha mas que á los sentidos, si no se consulla<br />
mas que á los ojos, á la razón humana y al amor<br />
propio, las adversida<strong>de</strong>s son un objeto <strong>de</strong> horror; pero ¿es<br />
buen juez en esla materia el hombre animal? ¿Qué nos<br />
ensena la fé? ¿Qüé nos dice el Evangelio? lia sido necesario<br />
que Jesucristo pa<strong>de</strong>ciese para entrar en su propia gloria.<br />
Desgraciados <strong>de</strong> vosotros, ricos, que tenéis vueslro<br />
consuelo (Luc. 6.) en las riquezas; <strong>de</strong>sgraciados <strong>de</strong> vosotros,<br />
dichosos <strong>de</strong>l siglo, que vivís alegres, y entre la<br />
abundancia; <strong>de</strong> vosotros, gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mundo, h quienes<br />
lodo sonríe. ¿Queréis, por el contrario, tener una justa i<strong>de</strong>a<br />
déla felicidad; queréis hallar un hombre feliz, dice el<br />
Salvador <strong>de</strong>l mundo? Buscadlo en lasadversida<strong>de</strong>s. Toda<br />
la religión, por <strong>de</strong>cirlo así, se resiente, cuando se llaman<br />
<strong>de</strong>sgracias á las cruces, y sin embargo ¿bajo qué otro aspecto<br />
se las mira hoy en el mundo? Que un pagano mire<br />
una quiebra en sus bienes, un pleilo perdido, un revés <strong>de</strong><br />
la fortuna, como un mal, no es estraño, él raciocina conforme<br />
á sus principios; pero un ci isliano ilustrado con las<br />
luces <strong>de</strong> la fé, educado en la escuela <strong>de</strong> Jesucristo, instruido<br />
en su doctrina, ¿pue<strong>de</strong> ignorar que las adversida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> esta vida son como las arras <strong>de</strong> la eternidad bienaventurada;<br />
que las cruces son el contrapeso <strong>de</strong> las pasiones,<br />
el remedio eficaz contra las hinchazones <strong>de</strong>l corazón y las<br />
enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l espirilu; que todas tienen su precio, y<br />
que las aflicciones presentes, como dice san P«blo, que no<br />
duran mas que un momento, y que son tan lijeras, nos<br />
producen un peso cierno <strong>de</strong> gloria, en un alto grado <strong>de</strong><br />
escelencia, y mas allá do toda medida? lió aquí lo que el<br />
Salvador <strong>de</strong>l mundo nos propone como un objeto digno <strong>de</strong><br />
MIERCOLES SEGUNDO<br />
nueslra estima y <strong>de</strong> nuestro amor; hé aquí lo que lodo<br />
cuanto ha habido <strong>de</strong> sabio y <strong>de</strong> virtuoso entre los fieles ha<br />
buscado con empefio; hé aquí lo que toda la iglesia, lo<br />
que Dios mismo eslima, honra y recompensa tan liberalmente,<br />
en los fieles. ¿Sonménos preciosas lascruces, porque<br />
sean <strong>de</strong>sagradables á los sentidos? ¡Ah! se <strong>de</strong>sea un<br />
remedio, por mas amargo que sea, y se compra muy caro<br />
cuando nos persuadimos que él <strong>de</strong>be prolongarnos algunos<br />
dias esla vida; la esperanza <strong>de</strong> ganar alguna cosa, el <strong>de</strong>seo<br />
<strong>de</strong> tener un empleo, inducen á aceptar, á hacer que se<br />
<strong>de</strong>seen hasta los peligros <strong>de</strong> los viajes por el mar, hasta<br />
los penosos trabnjos <strong>de</strong> la guerra. El cielo es siempre el<br />
premio seguro <strong>de</strong> las aflicciones sufridas con un corazón<br />
cristiano; el mismo Dios quiere ser la recompensa. No hay<br />
otro camino para ir al cielo, ellas son el patrimonio délos<br />
elegidos <strong>de</strong> Dios; en las enfermeda<strong>de</strong>s y en las adversida<strong>de</strong>s<br />
es propiamenle en don<strong>de</strong> un Ama<strong>de</strong>o y lodos lossantos<br />
han fabricado sus coronas. ¿Y no tendrán jamás las<br />
cruces un atractivo para mí? ¿Las he <strong>de</strong> mirar siempre<br />
con disgusto? ¿Y por qué título esperaré entonces una recompensa<br />
eterna?<br />
Pwrro SEGUNDO.—Consi<strong>de</strong>ra que en las cruces suce<strong>de</strong><br />
como en los árboles, cuyos frulos son do un guslo esquisilo,<br />
aunque la corteza <strong>de</strong>l árbol sea áspera y escabrosa.<br />
No es cierto que solo se encuentre amargura en el llanto;<br />
no todas las lágrimas son amargas. Si los dichosos <strong>de</strong>l siglo<br />
tienen cruces invisibles, ¿por qué no habrá alegrías interiores<br />
mucho mas dulces que las que hacen tanto ruido?<br />
Las dulzuras espirituales no son las ménos esqnisitas. El<br />
corazón solo es el asiento <strong>de</strong>l regocijo. Es preciso que la<br />
serenidad y la calma reinen en el alma para hacerla dichosa;<br />
las acusaciones ó las alarmas <strong>de</strong> la conciencia turban<br />
siempre las fiestas <strong>de</strong> los dichosos <strong>de</strong>l siglo: su felicidad,<br />
hablando con propiedad, no consiste mas que en aturdirse,<br />
y <strong>de</strong> aquí proce<strong>de</strong> que en las prosperida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> esta vida no<br />
se halla mas que una falsa alegría. Las almas verda<strong>de</strong>ramenle<br />
cristianas gustan <strong>de</strong> regocijo lleno y tranquilo, do.<br />
una dulzura pura y <strong>de</strong>liciosa en sus cruces, i Cuan diilce es<br />
el estar seguros <strong>de</strong> que se marcha por el camino <strong>de</strong>l cielo!<br />
¡Cuán dulce el encontrar en su suerte y en su estado lo<br />
que hace el carácter <strong>de</strong> los pre<strong>de</strong>stinados, lo que ha sido<br />
y es todavía el objeto <strong>de</strong> las ansias <strong>de</strong> los mayores sanios!<br />
ICuan dulce el nú gloriarse sino en la cruz <strong>de</strong> Jesncris!o ;<br />
dulzura que se hace senlir en el fondo <strong>de</strong>l corazón mientras<br />
dura la vida , que se aumenta siempre en la muerle, y<br />
que se eslien<strong>de</strong> aun bástala eternidad!Imaginad un motivo<br />
<strong>de</strong> consuelo mas real, ni mas sólido.<br />
Las aflicciones son amargas es verdad , y las aguas <strong>de</strong><br />
Mará lo eran también, antes que Moisés arrojase enellrsel<br />
ma<strong>de</strong>ro que Dios le moslró (Exod. 15 ); pero por la viriud<br />
do aquel ma<strong>de</strong>ro misterioso , aquellas aguas amargas se<br />
convirtieron en <strong>de</strong>liciosas para beber. Sabe Dios muy bien<br />
el secreto <strong>de</strong> endulzar las cruces. Antes <strong>de</strong> la muerle <strong>de</strong><br />
Jesucristo so <strong>de</strong>cia: Maldito todo hombre que es clavado en<br />
una cruz; pero <strong>de</strong>spués que Jesucristo ha querido ser clavado<br />
en ella, nos ha librado <strong>de</strong> la maldición, y ha dado á<br />
cslo tronco una virlud maravillosa.<br />
De este principio han nacido los ardientes <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> sufrir<br />
que se admiran en" lodos los santos. De esta fuente<br />
proce<strong>de</strong>n los torrentes <strong>de</strong> <strong>de</strong>licias interiores , superiores á<br />
lodo sentido , y que inundan todas las almas punlicadas<br />
por los sufiimicnlos. ¡ Ah, Dios mió! ¡ cuán poco eslimado