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410 LA ASCENSION.<br />
MEDITACION.<br />
Sobre el misterio <strong>de</strong>l dia.<br />
PUNTO PB^EUO.—Considcrn qnc jamás hubo kimifo, ni<br />
tampoco pue<strong>de</strong> haberlo mas pomposo, mas glorioso, mas<br />
magnifico ni mas augusto f|iio el <strong>de</strong>l Salvador <strong>de</strong>l mundo<br />
en su ascensión al ciclo. Knliénik'se por esla palabra<br />
«irinnfo » una ceremonia ó solemnidad <strong>de</strong>crelnda para<br />
honrar á un general viclorioso, disponiéndole una entrada<br />
magmücaen la capilai. El Itiunfador era conducido en un<br />
cano coronado <strong>de</strong> laurel, precedido <strong>de</strong>l senado, entre las<br />
aclamaciones <strong>de</strong> la mullilnd <strong>de</strong> ciudadanos, que iijan dolante<br />
<strong>de</strong>l triunfador publicando sus victorias. En esto consislia<br />
aquella tiesta célebre que se hacia en honor <strong>de</strong>l conqnislador,<br />
la cual <strong>de</strong>slucian siempre las lágrimas <strong>de</strong> los<br />
reyes cautivos que marchaban cargados <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong>trás<br />
<strong>de</strong>l carro, y qnc inlernimpiim con sus gemidos los gritos<br />
<strong>de</strong> alegría y las aclamaciones <strong>de</strong>l pueblo. Imagen muy imperfecta;<br />
i<strong>de</strong>a indigna aun <strong>de</strong>l triunfo <strong>de</strong> Jesucristo y <strong>de</strong><br />
la que <strong>de</strong>bemos tener <strong>de</strong> su gloria. Si el mérito y la gloria<br />
<strong>de</strong> la victoria <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la cualidad y <strong>de</strong> las fuerzas <strong>de</strong><br />
las potesta<strong>de</strong>s vencidas, ¿qué victoria mas gloriosa que la<br />
que Jesucristo ha conseguido <strong>de</strong> todas las potesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l<br />
infierno y <strong>de</strong> la muerte misma, á las cuales estaban sujetos<br />
todos los hombres, y <strong>de</strong> las que eran esclavos todos<br />
<strong>de</strong> cualquiera condición qne fuesen, príncipes, reyes, emperadores<br />
y conquistadores? El vencedor <strong>de</strong>l inlierno y <strong>de</strong><br />
la muerte hace hoy su entrada triunfante, nó en una caj/ilal<br />
<strong>de</strong> provincia ó <strong>de</strong> nn reino pai licular, sino en el cielo<br />
hasta el trono <strong>de</strong> Dios mismo. Nó en un carro <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />
ó <strong>de</strong> metal, lirado por hombres ó por animales, sino que<br />
se eleva <strong>de</strong> la tierra por su propia virtud, y lo que le sirve<br />
<strong>de</strong> carro y <strong>de</strong> trono es una mihe luminosa, milagrosa, biillantisima.<br />
Pero | qué acompañamiento, buen Dios 1 Todos<br />
los santos patriarcas, tantos reyes piadosos, y aquella<br />
multitud <strong>de</strong> elegidos que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la creación <strong>de</strong>l mundo no<br />
esperuhnn en el limbo mas (pie ta victoria <strong>de</strong> su libertador<br />
y la venida <strong>de</strong>l Mesías, su muerte y su resurrección para<br />
salir <strong>de</strong> su prisión, para ser pues!os en libertad y para<br />
acompañarle en su gloria. ¡ Qué alegría tan pura y satisfactoria<br />
en toda aquella gloriosa tropa que le sirve <strong>de</strong> comitiva,<br />
y que ro<strong>de</strong>a su carro luminoso! i qué cánticos <strong>de</strong><br />
regocijo mas universales ni mas armoniosos l i qué. himnos<br />
<strong>de</strong> gozo, qué btMidiciones, (pié alabanzas, que alectos<br />
<strong>de</strong> gratitud, todos á cual mas afectuosos, á cual mas sinceros,<br />
no acompañan á esle divino Uiunlador! l'ei (i ¿ (|iiien<br />
pue<strong>de</strong> espresar, quién pue<strong>de</strong> ni aun compren<strong>de</strong>r todo el<br />
resplandor <strong>de</strong> su triimfo? Todo el cielo saleá su encuentro,<br />
todos los espíi ilus bienaventurados, todas las inteligencias<br />
celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, poicsla<strong>de</strong>s,<br />
querubines, ss'i alines, todo lo que compone la cói le<br />
<strong>de</strong>l mismo Dios, sale á recibirle, á adorarle, á reconocerle<br />
por su tey \ su soberano, y no cesan <strong>de</strong> esclamar : Serwr,<br />
que habéis rescatado con vuestra sangre á todos los<br />
hombres, « vos sois digno <strong>de</strong> lomar el libro y <strong>de</strong> abrir sus<br />
sellos; digno es el Cor<strong>de</strong>ro, (pie ha sido inuerío, <strong>de</strong> recibir<br />
la potestad, la divinidad, la .sabiduría, la for taleza, el<br />
bonor, la gloria y la bendición. Al qm está sentado en e(<br />
trono y al Cor<strong>de</strong>ro pertenece la bcoaicion, el bonor, la<br />
gloria y el po<strong>de</strong>r en los siglos <strong>de</strong> los siglos. » Concibamos,<br />
si es posible, toda la magnificencia, la pompa y la majestad<br />
<strong>de</strong>l triunfo <strong>de</strong> Jesucristo en todo el misterio <strong>de</strong> este<br />
dia : confesemos que la propiedad mas esencial <strong>de</strong> la gloria<br />
<strong>de</strong>l Salvador es la <strong>de</strong> ser incomprensible. \ Qué sania<br />
alegría no <strong>de</strong>be producir este misterio en el corazón <strong>de</strong> un<br />
verda<strong>de</strong>ro cristiano!<br />
PINTO SKOODO. — Consi<strong>de</strong>ra que la ascensión gloriosa<br />
<strong>de</strong>l Salvador al cielo no es solamente un misterio <strong>de</strong> admiración,<br />
es también un misterio <strong>de</strong> acción y <strong>de</strong> práctica. Jesucristo<br />
<strong>de</strong>ja la tierra, y por esto nos indica que el cielo es<br />
micslra úrica patria, y qne no estamos en la tierra mas<br />
que como en un lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>stierro. Nosotros <strong>de</strong>bemos<br />
consi<strong>de</strong>rarnos aquí como viajeros, como estranjeros. Puesto<br />
(pie babiendo subido al cielo Jesucristo, ostá allí sentado<br />
á la diestra <strong>de</strong> su Padre, <strong>de</strong>cia san Pablo á.los colosenses,<br />
<strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong> la tierra para no suspirar mas<br />
que por el cielo, ni apegarnos sino al cielo. De allí <strong>de</strong>be<br />
nacer el disgusto á todas las cosas terrenas; <strong>de</strong> allí el <strong>de</strong>sprecio<br />
<strong>de</strong> lodo lo que lisonjea, <strong>de</strong> lodo lo que brilla en el<br />
mundo, <strong>de</strong> iodo lo que <strong>de</strong>slumbra. líienes, honores, dignida<strong>de</strong>s,<br />
empleos <strong>de</strong> distinción, gran<strong>de</strong>s herencias, ¿ qu6<br />
es lo que leiu'is que sea sólido, que pueda satisfacer un<br />
corazón que solo Dios pue<strong>de</strong> llenar? Vanidad <strong>de</strong> vanida<strong>de</strong>s,<br />
eslo es, cuasi nada en el mundo. Solo en el cielo es<br />
en don<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos hallar la verda<strong>de</strong>ra gloria; nuestra<br />
línica felicidad. El misterio <strong>de</strong> la Ascensión es un misterio<br />
<strong>de</strong>. <strong>de</strong>seos : subiendo Jesucristo al cielo, nos invita á que<br />
le sigamos; don<strong>de</strong> eslá nuestro tesoro, allí <strong>de</strong>be estar<br />
nuestro corazón. Jesucristo es nuestra cabeza, nosotros<br />
somos sus miembros : <strong>de</strong>bemos, pues, mirar el estado <strong>de</strong><br />
separación <strong>de</strong> él como un estado violemo para nosotros,<br />
(ín verda<strong>de</strong>ro siervo <strong>de</strong> Dios, un verda<strong>de</strong>ro fiel vive con<br />
paciencia, y muere con alegría. Jesucristo es nuestra guia,<br />
él marcha el primero, y nos manda que le sigamos ¡ tomar<br />
otro camino es <strong>de</strong>scarriarse. Este divino Salvador ha<br />
becbo todos los gastos <strong>de</strong>l viaje; la gloria <strong>de</strong> que toma<br />
posesión es nuestra herencia; pero para llegará la misma<br />
gloria qne Jesucristo, es menester merecerla como Jesucristo,<br />
es necesario pa<strong>de</strong>cer como Jesucristo. Esto es lo (pie<br />
ha hecho <strong>de</strong>cir á san Pablo : « Yo cumplo en mi carne lo<br />
que falla á los tormentos <strong>de</strong> Jesucrislo ; » eslo es, lo que<br />
él quiere que yo sufra por su amor, y en salisíaccion <strong>de</strong><br />
mis pecados, á fin <strong>de</strong> que pueda llegar á la gloria que me<br />
ha merecido con sus pa<strong>de</strong>cimieníos , con la condición <strong>de</strong><br />
que yo llenarla la porción <strong>de</strong> trabajos (pie me ha <strong>de</strong>stina-,<br />
do; porque si ba sido necesario que Jesucrislo pa<strong>de</strong>ciese<br />
para enlraren su gloria, ¿quién se alrcverá á preten<strong>de</strong>r<br />
la misma gloria sin pa<strong>de</strong>cer? no se alcanza esla gloria sino<br />
mereciéndola; pero también estamos seguros <strong>de</strong> que no ta<br />
mereceremos sin obtenerla. Pero no toda suerte <strong>de</strong> trabajos<br />
conducen á la gloria <strong>de</strong>l cielo; es preciso quesean<br />
trabajos por la justicia y por Dios; trabajos santificados<br />
por nueslra sumisión á la voluntad <strong>de</strong> Dios. Todos ¡os días<br />
se pa<strong>de</strong>ce por el mundo; cuesta mucho el dislingiiirse, el<br />
adquirir lama en el mundo; ¿ y qué recompensa se recibe?<br />
¿ y nos negamos á sufrir por el cielo, no obsfanle que el<br />
premio <strong>de</strong> nuestros sufrimientos será la posesión <strong>de</strong> Dios<br />
mismo ?<br />
Haced, Señor, que lomando parte boy en la gloria y en<br />
el regocijo <strong>de</strong> vuestro triunfo, parlicipe también <strong>de</strong> vuestros<br />
dolores para tener algún dia parte en vuestra gloria,<br />
que ha sido el premio <strong>de</strong> ellos.