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Tomo Cuatro Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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m<br />

VIERNES<br />

nicdilacion por lo menos <strong>de</strong> media hora, si vuestras cuentas<br />

eslán piontas. No salgáis <strong>de</strong>l aposento sin cpie hayáis<br />

calculado y arreglado lodo lo que os queda que hacer. No<br />

<strong>de</strong>scuidéis nada, mucho mónos esenseis nada ; leñéis que<br />

haherias con un Juez infmilamentc ilustrado y que nada<br />

pasa, pero que se digna remitirse h vosotros mismos sobre<br />

todos los artículos. Haced una confesión que prevenga su<br />

juicio. Reglados los negocios do la conciencia, arregladlos<br />

do la familia. Qué impru<strong>de</strong>ncia esperar á la última enfermedad<br />

para hacer ¡a disposición do vuestros bienes.<br />

Haz tu testamirnto, dice san Aguslin, mientras que tienes<br />

salud ; mientras que sabes lo que haces; mientras que estás<br />

en tí y en libertad <strong>de</strong> disponer. Recibid la sagrada Comuriion<br />

como si <strong>de</strong>biese ser la última <strong>de</strong> vuestra vida, y<br />

si pue<strong>de</strong> ser, ejecutad vosotros mismos los legados piadosos.<br />

Id por la tardo á hacer oración sobre vuestro sepulcro,<br />

ó al menos en la iglesia en que <strong>de</strong>béis ser enterrados,<br />

y don<strong>de</strong> estaréis cspueslos algún dia á la vista <strong>de</strong>l pueblo.<br />

Empleaos en lecturas propias <strong>de</strong>l objeto do esta piadosa<br />

práctica, y no os ocupéis en lodo este dia masque en el<br />

negocio <strong>de</strong> vuestra salvación. No os mucho un dia todos<br />

los años; el retiro <strong>de</strong> un dia. cada mes es también una<br />

práctica escelenle para prepararse á la muerte. Cada semana<br />

<strong>de</strong>be tener eí suyo, y no paséis dia alguno sin hacer<br />

algún ejercicio piadoso, (pie sea una preparación mas<br />

marcada para morir bien. Tened algún libro queensofie á<br />

prepararse para la muerte. Al fin <strong>de</strong>l segundo tumo <strong>de</strong>l<br />

Retiro <strong>de</strong> un dia en cada raes, encontrareis muchas práclicar<br />

al intento.<br />

VIERNES CUARTO DE CUARESMA.<br />

En este dia, como en el prece<strong>de</strong>nte, quiere la Iglesia<br />

trazarnos una imagen déla vida nueva ó resurrección <strong>de</strong><br />

nuestra alma, muerta por el pecado y resucitada por la<br />

gracia <strong>de</strong> Jesucrislo. Con esta mira, sin duda, ha elegido<br />

para la Epístola <strong>de</strong> la misa la historia do la resurrección<br />

corporal <strong>de</strong>l hijo <strong>de</strong> la viuda <strong>de</strong> Sarepla, y para el Evangelio<br />

la historia <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> Lázaro. El introito<br />

<strong>de</strong> la misa hace relación á los dos: está tomado <strong>de</strong>l salmo<br />

18. «En vuestra presencia. Señor, es en don<strong>de</strong> mi<br />

corazón medita sin cesar vuestra ley; y vos seréis siempre<br />

mi auxilio y mi apoyo, como sois mi Re<strong>de</strong>ntor. <strong>Los</strong> fieles<br />

publican la gloria <strong>de</strong> Dios, y esponiondo á vuestra vista<br />

las maravillas que contienen, nos dan la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> aquel que<br />

las ha formado.» La espresion <strong>de</strong>l profeta es singular,<br />

pero no poroso es menos inslrucliva. No es el corazón el<br />

que refiexiona ni el que medita, es el entendimicnlo. El<br />

profeta dice que su corazón medita la ley <strong>de</strong> Dios, para<br />

darnos á enten<strong>de</strong>r que su meditación no es puramente<br />

especulativa, sino también práctica, sin lo cual nada mas<br />

inútil que esas estériles meditaciones. Es preciso meditar<br />

la ley <strong>de</strong> Dios para amarla, para observarla con puntualidad<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber reconocido en la meditación su<br />

santidad, su utilidad, su cscelcncia. Esta observancia<br />

exacta es la que hace nuestra felicidad perfecta.<br />

La Epístola está lomada <strong>de</strong>l capít ulo H <strong>de</strong>! tercer libro <strong>de</strong><br />

los Reyes. Habiendo ido Elias á Sarepta, ciudad do los sidonios<br />

en Fenicia, <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Dios, y cuando el hambre<br />

<strong>de</strong>sbiaba lodo él pais, multiplicó milagrosamente un puñado<br />

<strong>de</strong> harina y un poco <strong>de</strong> aceite, <strong>de</strong> modo que una buena<br />

mujer que le hospedó en su casa tuvo suficientemente<br />

CUARTO<br />

para alimentarse ella y sus hijos, y para mantener (arabien<br />

al profeta lodo el tiempo que duró la sequedad. Tenia<br />

aquella mujer un hijo; el cual cayó enfermo, y fué tan<br />

violento el mal que murió <strong>de</strong> él. La madre <strong>de</strong>sconsolada<br />

se echó á los piés <strong>de</strong>l profeta que aforlunadamenle<br />

se hallaba en su casa, y penetrada <strong>de</strong>l mas vivo dol)r:<br />

Hombre <strong>de</strong> Dios, le dijo, ¿no me habéis conservado<br />

la vida sino para darme el disgusto do ver morir á<br />

mi hijo que era todo mi consuelo y toda h esperanza <strong>de</strong><br />

mi familia? ¿no habéis venido á mi casa sino para <strong>de</strong>scubrir<br />

mis iniquida<strong>de</strong>s y para castigarme <strong>de</strong> ellas? El esceso<br />

do su dolor no la permitió <strong>de</strong>cir mas, y prorumpio<br />

en gemidos y en llantos. Conmovióse Eüas y la pidió el<br />

cuerpo <strong>de</strong> su hijo. Le tomó, le llevó al aposento don<strong>de</strong> él<br />

se reliraba, le puso sobre su lecho, y levantando su voz<br />

al Sefior, le hizo esta corla pero fervorosa oración : Señor<br />

Diosmio, ¿es posible, que esta buena viuda que tiene la<br />

caridad <strong>de</strong> alimonlarme lo mejor que pue<strong>de</strong>, tenga el disgusto<br />

<strong>de</strong> ver morir á su hijo? Luego que dijo esto, se puso<br />

sobre el niño por tres veces ajustándose á su pequeno<br />

cuerpo, sin cesar <strong>de</strong> suplicar al Señor que le volvieseGa<br />

vida, haciendo que su alma volviese á su cuerpo. El Señor<br />

oyó iumódialamenle la oración <strong>de</strong> su profeta, y volvióla<br />

vida al nifio. Elias le tomó en sus brazos, y habiendo bajado<br />

<strong>de</strong> su aposentóle puso vivo en las manos <strong>de</strong> sd madre.<br />

Arrebatada <strong>de</strong> alegría aquella pobre mujer, le dijo :<br />

Ahora reconozco por esla acción que sois verda<strong>de</strong>ramente<br />

Irá hombre <strong>de</strong> Dios, y que el espíritu <strong>de</strong>l Señor es el que<br />

os hace hablar. La protección <strong>de</strong> las gentes <strong>de</strong> bien es<br />

siempre un gran recurso en los acci<strong>de</strong>ntes mas pesados<br />

<strong>de</strong> la vida. Pero si Dios tiene tanta consi<strong>de</strong>ración á las súplicas<br />

<strong>de</strong> los santos, cuando están todavía en la tierra, que<br />

por sus oraciones liega hasta obrar los mayores milagros,<br />

dicen los padres; cuando están en ¡el cielo, en don<strong>de</strong><br />

su caridad les hace mas sensibles á nuestras necesida<strong>de</strong>s,<br />

¿qué crédito no tendrán cerca <strong>de</strong> Dios, y qué socorros,<br />

qué ventajas no se sacarán <strong>de</strong> su iuíercesion y <strong>de</strong> sus<br />

ruegos?<br />

Dios, para hacer mas respetables á su siervos fieles, Ies<br />

favorece con el don <strong>de</strong> los milagros, á fin <strong>de</strong> que su zelo<br />

sea mas eficaz, y que se les oiga con mas docilidad. Elias<br />

se puso tres veces sobre cuerpo <strong>de</strong>l niño muerto. Elíseo<br />

hizo lo mismo cuando quiso resucitar al hijo <strong>de</strong> la Sunamitis;<br />

san Pablo lo hizo también cuando resucitó á un<br />

jóven llamado Eutyches, que habiendo caído <strong>de</strong> una ventana<br />

muy altase habia muerto; san Gregoiio refiero lo<br />

mismo <strong>de</strong> san Benito cuando resucitó á un niño. El misterio<br />

<strong>de</strong> esta acción nos representa la Encarnación <strong>de</strong>l Verbo,<br />

el cual, dicen los Padres, como que se ha restringido,<br />

se ha humillado, se ha ajustado en alguna maneia á<br />

nuestra naturaleza revistiéndose <strong>de</strong> nuestra carne y tomando<br />

nuestras enfermeda<strong>de</strong>s para volvernos la vida. Hay<br />

pocos tipos y figuras en el antiguo Testamento que indiquen<br />

<strong>de</strong> un mod ) mas espreso la unión <strong>de</strong>l Verbo á la naturaleza<br />

humana en el misterio <strong>de</strong> la Encarnación. Jesucristo<br />

no observó esta ceremonia; era la realidad <strong>de</strong> lo<br />

que los santos <strong>de</strong>l antiguo Testamento no eran mas que la<br />

figura. Quiere resucitar un muerto, no tiene mas que<br />

mandarle que viva: «yo te lo mando, levántate; Lázaro,<br />

sal fuera.» <strong>Los</strong> profetas pi<strong>de</strong>n á Dios que dé la vida al<br />

muerto; Jesucristo habla como Sefior, habla y obra como<br />

Dios.

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